Con las calles vacías por la cuarentena, la criminalidad argentina bajó en los primeros meses del año, pero la flexibilización del aislamiento ha traído un nuevo aumento del crimen que despierta preocupación en la sociedad.
“Hay indicaciones (...) de que hay un crecimiento importante no solamente marginal, sino realmente importante en actividad delictiva”, señala el director del Centro de Estudios Latinoamericano sobre Inseguridad y Violencia (CELIV) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Marcelo Bergman.
Unos indicios a los que también hace mención en una entrevista con Efe el exsecretario de Seguridad de Argentina con el Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), Eugenio Burzaco, que recalca que no hay que “sobrealarmarse”, pero sí prestar atención a la historia, ya que fue en una crisis, la de 2001, cuando Argentina registró sus peores niveles de homicidios.
Pese a la falta de estadísticas oficiales, un goteo de asesinatos y las mediáticas muertes de dos ladrones abatidos por sendos jubilados a los que pretendían robar en sus casas han devuelto a la agenda pública los problemas de seguridad en el país austral.
UNA TREGUA A COMIENZO DE LA PANDEMIA
En medio de la escasez de datos, existe un consenso en que las primeras etapas de confinamiento - que empezó el 20 de marzo- provocaron un descenso de la mayor parte de los delitos.
Bergman señala que los que más descendieron fueron los llamados “delitos de mercado”, como pueden ser los robos a personas en la calle.
Por el contrario, Bergman subraya que algunos delitos como los feminicidios sí aumentaron en la pandemia. En cuatro meses, 92 mujeres fueron asesinadas, según el observatorio La Casa del Encuentro.
El Laboratorio de Investigaciones sobre Crimen, Instituciones y Políticas(LICIP) de la Universidad Torcuato di Tella realiza mensualmente una encuesta en la que pregunta a los argentinos si han sufrido un delito en el último año, aunque los encuestados responden basándose en el corto plazo, explica a Efe su director, Ernesto Schargrodsky.
Mientras que en marzo, el 29,2 % de los participantes había sufrido un delito, en abril, ya en cuarentena, solo respondieron afirmativamente el 18,7 %, una cifra que prácticamente se repitió en mayo (18,8 %) y que es el mínimo histórico desde que se realiza el estudio (2008).
Esto se debe al descenso de los robos con violencia, el delito más común, según Schargrodsky, quien destaca que los datos del estudio de junio ya muestran un ascenso mensual de la criminalidad de tres puntos (21,8 %).
EL CRIMEN EN PANDEMIA
Otros informes que muestran el repunte del crimen con la flexibilización de la cuarentena son los del Observatorio de Seguridad Pública de la provincia de Santa Fe. En la ciudad Rosario, una de las más inseguras del país, se registró un mínimo anual de 35 heridos por armas de fuego en abril, pero en mayo los heridos pasaron a ser 54 y en junio, 63, una tendencia que también se repitió en los homicidios.
Para Burzaco, exnúmero dos del Ministerio de Seguridad, se trata de una crisis que combina el fuerte impacto económico – a un país que ya lleva más de dos años en recesión-, la falta de perspectiva de futuro y las consecuencias psicológicas del encierro.
El cinturón urbano de Buenos Aires es la región de Argentina más afectada por el coronavirus e históricamente la zona más insegura del país, una realidad que se ve acentuada en las últimas semanas por varios homicidios y asaltos en casas en la zona.
Respecto a esto, Burzaco llama la atención sobre el aumento de robos en domicilios particulares, ya que, debido a la arraigada desconfianza hacia el sistema bancario desde el “Corralito” de 2001, muchos ciudadanos argentinos guardan sus ahorros en sus casas cuando se prevé una crisis y los ladrones van a buscar ese dinero.
Asimismo, también destaca que existe alerta sobre robos realizados por habitantes del propio barrio, algo extraño ya que normalmente los atracadores buscan alejarse de donde viven para no ser reconocidos, una circunstancia que también indicó en una aparición en un medio local el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni.
UNA PERSPECTIVA PREOCUPANTE
El exsecretario de Seguridad del anterior Ejecutivo resalta la necesidad de coordinación Provincia de Buenos Aires y el Ejecutivo nacional, ambos del mismo color político, trabajen unidos, pese a las supuestas desavenencias entre los ministros de Seguridad, para aumentar la seguridad del conocido como “Gran Buenos Aires” y añade que “no es bueno el relajamiento en la política del narcotráfico”.
Este viernes el Ministerio de Seguridad de la Nación anunció que mandaría hasta 3.000 efectivos para garantizar la seguridad en la Provincia de Buenos Aires tras una reunión entre las administraciones mencionadas.
“Estoy bastante preocupado no solo por la posibilidad de volver a los niveles que teníamos antes, mi preocupación es terminar en niveles mayores”, recalca Schargrodsky, que asegura que uno de los problemas del alza del crimen durante una crisis en Argentina es que, cuando esta acaba, la criminalidad nunca vuelve a los niveles que estaba antes, sino que fija un nuevo mínimo.
El experto se muestra especialmente preocupado por los adolescentes en situaciones de riesgo que llevan ya cuatro meses sin ir a la escuela y cree que debería actuarse para asegurar que vuelvan al sistema educativo y no acaben abandonándolo al final de la pandemia.
Por su parte, Bergman comparte el razonamiento de su colega académico y recuerda que, antes de la crisis hiperinflacionaria de finales de los 80, el crimen era un “cuarto de lo que es ahora”.
Para él, no existen “soluciones mágicas” y asegura que es necesario ejecutar medidas de prevención social y garantizar “buenos trabajos” para el medio-largo plazo como una solución duradera que reduzca la criminalidad de forma estable.
La crisis económica agravada por la pandemia amenaza con revivir viejos fantasmas, en un país que hasta la llegada del coronavirus había conseguido mantener una frágil paz social e índices como el de homicidios muy por debajo de los niveles en los que comenzó el siglo.