El sujeto asegura que su error fue guardar sus preservativos junto a los hisopos, los preferidos de su gato. (Foto: Referencial/Pixabay)
El sujeto asegura que su error fue guardar sus preservativos junto a los hisopos, los preferidos de su gato. (Foto: Referencial/Pixabay)
Redacción Mag

Un padre de familia asegura estar esperando a su segundo hijo por culpa de su gato. A través de una publicación en , el protagonista de esta increíble historia contó el “sabotaje” perpetrado por el minino que se puso a jugar con los preservativos que escondía en uno de sus cajones. Conoce los detalles.

El usuario identificado como Playtonic1 inicia su relato afirmando que su gato es un “genio malvado”. “En serio, creo que esa pequeña cosa naranja y grasienta es casi más inteligente que nuestro hijo de un año. Se mete en todo y lo digo en serio. No hay puerta, cajón o gabinete que pueda detenerlo, y si sabe dónde está algo que quiere el lo encontrará”.

“Es tan malo que durante las semanas siguientes a adoptarlo pensé que había un poltergeist en la casa porque cada mañana me despertaba y me encontraba todas las puertas de los armarios de la cocina abiertas de par en par”, escribió.

El hombre cuenta que su mujer la pasó mal durante su primer embarazo. Esto, sumado a la difícil situación que atraviesa el mundo por el , hizo que pospusieran sus planes de ampliar la familia. Su esposa empezó a tomar pastillas anticonceptivas, pero le caían mal y pasaron a los preservativos, reporta el portal británico .

No obstante, cometió un error fatal: guardó sus preservativos en el mismo cajón en el que guarda los hisopos, uno de los ‘juguetes’ preferidos del gato.

Foto: Referencial/Pixabay
Foto: Referencial/Pixabay

Poco después, notó que el gato había estado jugando con todo lo que había dentro de este cajón. Tomó el empaque de condones, lo limpió y lo volvió a guardar.

Luego de algunas semanas, su esposa empezó a sentir náuseas y un fuerte dolor en sus senos, síntomas comunes de un embarazo. Se hizo varias pruebas y todas dieron positivo.

En un inicio, la pareja no pudo entender qué error habían cometido; sin embargo, bastó con revisar la caja de preservativos para encontrar al culpable. Las marcas de unos pequeños dientes y arañazos en los empaques eran suficientes para deducir que el gato había pinchado los condones.

“¡No puedo esperar para explicarle a mi futuro hijo o hija que le deben su existencia al gato de la familia!”, escribió el sujeto.

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