El inicio del año escolar está a la vuelta de la esquina y si bien las vacaciones fueron una gran oportunidad para la diversión, deportes y relajo, en las próximas semanas los niños volverán a las aulas y ahí empezarán a notarse ciertos problemas para mirar la pizarra, leer los libros o ver a distancia durante el recreo. Es así que surge la pregunta de: ¿cómo saber que mi hijo necesita lentes?
El pasar muchas horas frente al televisor, el PlayStation, tablet o smartphone puede desencadenar problemas visuales en los más pequeños debido al esfuerzo y efectos de la luz azul o la típica fatiga visual.
Los niños pueden desarrollar problemas como miopía, astigmatismo, estrabismo o hipermetropía y, si se tratan lo antes posible, hay altas probabilidades de corregirlas.
Cuáles son las señales de que mi hijo necesita lentes
Si bien la visión se va desarrollando y madurando durante la infancia, hay ciertas señales que nos alertan que un niño ya presenta defectos visuales.
- Lee muy de cerca sus libros o cuadernos.
- Cierra los ojos o parpadea excesivamente.
- Ladea la cabeza hacia el hombro.
- Tiene dolores de cabeza o mareos.
- Usa el dedo para no perderse cuando lee.
- Se frota mucho el ojo.
“En caso de que el niño empiece a entrecerrar los ojos para tratar de ver mejor, presente dolores de cabeza frecuente, frotación en los ojos o visión borrosa, es recomendable pasar por un experto para realizar los exámenes necesarios, puesto que pueden ser indicadores que presenta problemas en la visión”, comentó el Dr. Jaime Parodi, especialista en Oftalmología de la Clínica San Gabriel.
¿Cómo cuidar la visión de los niños?
El especialista brinda tres consejos que los padres pueden adoptar:
- Alimentación balanceada rica en vitaminas A, B y E, minerales como el zinc y Omega 3.
- Proteger los ojos del sol con unas gafas homologadas.
- Chequeo visual con un profesional de la salud o médico oftalmólogo a partir de los 3 años.
¿Cómo afecta a los niños el no tener buena visión?
Una de las consecuencias de una pobre visión en los niños es un deterioro significativo del desarrollo educativo dificultando el proceso de aprendizaje. Esto puede llevar consigo intensos dolores de cabeza, bajo rendimiento escolar y grandes preocupaciones en el entorno familiar.
“Antes del inicio del año escolar, es sumamente importante que se pueda evaluar a los niños y determinar el estado de salud ocular, así como brindarles -de ser necesario- el soporte con anteojos o tratamiento adecuado”, agregó.
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