El pollo es uno de los productos cárnicos más consumidos del mundo. (Pexels)
El pollo es uno de los productos cárnicos más consumidos del mundo. (Pexels)
Redacción Mag

El es una de las más consumidas en el mundo. Se suele emplear en una gran variedad de platos que van desde un suculento asado a la hasta algo más ligero como sopas o caldos. Pero uno de los platillos que más preparamos con él es la pechuga de pollo, que se puede hacer de distintas formas. A continuación te contamos un poco más sobre qué hacer con este corte del ave.

Lo más común es hacerla a la plancha, ya que es más saludable. Sin embargo, no es tan fácil como parece. En todo el proceso que realizamos, desde que la seleccionamos en el anaquel del supermercado hasta que la servimos en la mesa, es probable que cometamos más de un error.

1. Descongelar mal

Sacar la pechuga del congelador y esperar que se vaya descongelando a temperatura ambiente es un grave error porque los microorganismos van despertando y se encuentran con una enorme cantidad de agua y nutrientes, el caldo de cultivo idóneo para crecer.

Para evitar una posible intoxicación, lo mejor es colocar la carne congelada en una bolsa de plástico con cierre hermético y sumergirla en agua fría. Ve cambiando el agua para que esté siempre fría. Un proceso más rápido y que previene de posibles intoxicaciones.

2. Lavar los filetes

Quizás te preguntes por qué no se puede meter directamente la carne en un envase con agua fría en lugar de tenerlos que meter en las bolsas de cierre hermético. Pues bien, debemos evitar a toda costa que la carne entre en contacto con el agua, es decir, no se puede lavar como hacemos con las frutas.

El motivo radica en que se consigue todo lo contrario: “unas superbacterias resistentes a los antibióticos se esconden en el pollo y esperan su oportunidad para infectarte”. Lo que hacemos realmente al lavarla es aumentar la probabilidad de que las bacterias se extiendan por la cocina.

Asegúrate que la pechuga de pollo esté cocida en el punto correcto. (Freepik)
Asegúrate que la pechuga de pollo esté cocida en el punto correcto. (Freepik)

3. Darles muchas vueltas

No hace falta darle vueltas a cada rato. De esta manera, se interrumpe la caramelización y el flujo de jugos. Es difícil estarse quieto, sí, pero si nos reprimimos un poco, conseguiremos que la carne desarrolle esa maravillosa capa dorada que hace que esté tan buena. Para saber cuando tienes que darle la vuelta, inserta una espátula por debajo, si el pollo está pegado es que no está listo.

4. Llenar de carne la sartén

Cuando se cocina el pollo, es importante dejarle espacio en la sartén para que “respire”, es decir, que deje escapar el vapor y así no se moje y evite dorarse. En el caso que tengas que preparar una gran cantidad de carne, es preferible usar otra sartén, para que así el pollo tenga el espacio para cocinarlo adecuadamente.

5. Poner la carne antes de tiempo

La mayoría de los errores que solemos cometer es por no tener término medio. Por un lado, hay gente que pone la carne cuando la plancha aún no está suficientemente caliente para que se empiece a hacer, ya que sino te arriesgas a cocer la carne. Por otra parte, es posible que sobrecalientes la plancha.

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