Un hombre de California, Estados Unidos, que falleció hace siete años, sigue enviando un ramo de flores a su viuda cada Día de San Valentín, gracias an una planificación exhaustiva y a la ayuda de ayudantes especiales, en un emotivo gesto que trasciende la barrera entre la vida y la muerte. La historia es viral en las redes sociales.
John Maver, quien partió en 2017, ha dejado una huella indeleble en la vida de su esposa, Diana. Cada 14 de febrero desde entonces, Diana encuentra un ramo de flores rojas y blancas en su puerta junto con una tarjeta, recordándole el amor que compartieron desde que se conocieron como adolescentes en Ontario, Canadá.
Un romance que trasciende la vida
Diana comparte la historia de su encuentro: “Cuando regresé a Ontario, conocí a John a través de mi primo. Su encanto y carisma son la razón por la que me enamoré instantáneamente de él.”
Diana, nacida en China, se mudó a Ontario a temprana edad. Aunque los Mavers asistieron a diferentes universidades, mantuvieron el contacto. Cuando Diana se mudó al oeste para terminar la universidad, John la siguió hasta California, donde le propuso matrimonio.
“Tuve una hermosa boda con familiares y amigos de Canadá y Estados Unidos”, recuerda Diana. “Había al menos 200 personas en la boda”.
Una tradición que perdura
A lo largo de los años, la pareja tuvo tres hijos, ahora en sus 40 y 50 años, y en algún momento, John inició una tradición de regalarle a Diana un ramo de flores rojas y blancas cada junio, en su aniversario. Mantuvo esta costumbre durante 47 años hasta su fallecimiento en octubre de 2017.
Ahora, la tradición continúa en el Día de San Valentín con la ayuda de las dos hijas de la pareja.
“El ramo de flores es una combinación perfecta de sus dos favoritas”, dice Joanne Clemente, una de las hijas. “A ella le encantan las rosas rojas, y a mi padre le encantaban los lirios blancos. Es una mezcla de lo mejor de ambos en un ramo romántico”.
Según Diana, John arregló para que el mismo ramo y tarjeta se entregaran cada año, posiblemente durante el resto de su vida.
“Mi esposo era hijo único”, comparte Diana. “Era muy inteligente, con un gran sentido del humor. Era una persona muy buena. A todos les encantaría.”
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