Hace veinte años llegó el primer aviso y pocos le hicieron caso. Sudamérica se quedaba por segunda vez solo con dos equipos en octavos de final de un Mundial -desde que se juega con este tipo de formato- y los locales asiáticos en aquel 2002, Corea del Sur y Japón, avanzaban por primera vez a la segunda fase. Lo que está ocurriendo en Qatar no es sorpresa, es consecuencia. Tampoco digamos que es una casualidad del fútbol, sino reconozcamos procesos que, con prudencia y silencio, lograron que Asia sea el maratonista sabio de la carrera: el que viene vigorizado y arremete desde atrás, el que aprovecha el desgaste de sus rivales. El que cruza la meta con los brazos en alto. Victorioso.
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Los proyectos a largo plazo en países como Japón y Corea del Sur son notables. El fútbol nipón miraba desde cerca el subsuelo competitivo hasta que en 1992 comenzó “el sueño de los 100 años”. Se trabajó un plan que incluyó fortalecimiento de la liga local, exigencia para los refuerzos extranjeros (pasaron desde un Lineker casi retirado en los noventas a un vigente Iniesta hace cuatro años) y preparación de directores técnicos. Solo se demoraron seis años en clasificar a su primer Mundial y ya van siete consecutivos.
Esta es su tercera clasificación a octavos de final. La próxima meta es dar el salto a cuartos (atención señores de Croacia). ¿Y el título para cuando? La visión del viejo proyecto es que Japón debe llegar a tener un título mundial antes del 2092. El camino comienza a acortarse.
Corea del Sur fue uno de los primeros en reactivar su fútbol en tiempos de pandemia. Mostraron organización, disciplina y fieles auspiciadores. También han apostado por la apertura a las figuras del extranjero y han sido especialmente exigentes con las divisiones menores de sus clubes (la selección coreana Sub 20 fue subcampeona mundial en el 2019). Cultivaron títulos internacionales y comenzaron a exportar figuras. El emblema de este éxodo es Son Heung-Ming, legendario delantero del Tottenham (pase gol sublime en el segundo tanto ante Portugal).
La confederación asiática hasta tuvo visión de aceptar a Australia (de Oceanía) para que crezca su competitividad. Ganaron todos. En Qatar 2022 hay tres selecciones de Asia en octavos y solo dos de Sudamérica. Los tigres asiáticos también quieren dominar el fútbol. Comenzaron a rugir hace veinte años. Y pocos por estas tierras escucharon ese poderoso mensaje.