El nombre de Simon Leviev se hizo conocido en Europa en 2019 tras un amplio reportaje del diario noruego VG, pero no fue hasta el documental de Netflix emitido este año que se le ha identificado en todo el mundo como “El estafador de Tinder”, luego que tres de sus víctimas narraran para las cámaras cómo las estafó con el engaño del “galán de ensueño”.
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La estafa de Leviev era recurrente: mostrar con descaro que el dinero le sobraba, siempre envuelto en un halo de misterio para después pedir prestado. Luego de publicada su identidad varias víctimas han relatado cómo este estafador de nacionalidad israelí les quitó su dinero, pero algunas se salvaron, como la argentina Valeria Calpanchay, quien tuvo una cita con él, pero vio algunas señales de alerta que la desanimaron.
Valeria, que vive en Alemania desde 2018, le contó a The Mirror que ese mismo año hizo match con Leviev en Tinder.
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“Tenía una cuenta de Tinder para ese entonces, así que vi a este chico llamado Simon, que parecía guapo y que viajaba mucho. También me encanta viajar, he estado en muchos países, así que pensé que sería encantador encontrarnos. Tenía curiosidad”, recuerda Valeria.
Lo primero que pidió “El estafador de Tinder” fue el número de Valeria para comunicarse a través de WhatsApp para coordinar la primera cita, aunque esta se dio de forma “espontánea”.
“Nuestra cita fue muy espontánea y sucedió un día después de que hicimos match (en Tinder). Acababa de terminar el trabajo y me envió un mensaje de texto diciendo si estaba libre para encontrarnos. Creo que envió un mensaje de voz”, dijo.
Antes de conocer a Leviev pensó que los millonarios “no están mostrando su dinero en Tinder”, que quizá no era quien decía ser, pero que en realidad no tenía ninguna sospecha seria sobre él y tenía curiosidad de saber cómo era en realidad.
De acuerdo a lo que vio en Tinder, decidió citarlo en el exterior de un hotel en una de las calles más lujosas de Múnich, en una área de tiendas de diseñadores. Luego, caminaron hasta un café, pero a Leviev no le gustó el menú y a los minutos le sugirió ir a otro lugar.
“Recuerdo que nos sentamos durante cinco minutos y luego sugirió que fuéramos a otro lugar porque no le gustaba el menú. Luego caminamos a una tienda elegante de cigarros porque quería fumar uno. Después de eso fuimos a un centro comercial, donde finalmente nos sentamos en un café, que también parecía un lugar caro”, rememoró Valeria y empezó la cita con “El estafador de Tinder”.
Red flags
Las red flags (banderas rojas) son aquellas señales de alerta que, en el mundo de las relaciones personales, le avisa a uno que debe de alejarse de esa persona por diversos motivos y Valeria en la única cita que tuvo con Simon Leviev identificó varias situaciones que la desmotivaron.
Valeria lo recuerda como un tipo hablador, pero que le gustaba hablar de sí mismo, queriendo dar la impresión de que era un tipo misterioso, incluso cuando le preguntó de dónde era, él se negó a dar una respuesta directa.
Otra señal de alerta fue que tenía dos teléfonos celulares, recibió llamadas extrañas durante la cita donde discutía transacciones de millones de dólares frente a ella. “¿Quién habla de dinero delante de un extraño?”, se preguntó Valeria.
“También era raro que él hablara de otras chicas, diciendo que siempre le enviaban fotos, incluso me mostró algunas. No me fiaría de alguien que le muestra fotos privadas a otras chicas”.
La cita duró casi una hora, Valeria no vio nada extremadamente preocupante en ese primer encuentro, pero no pudo establecer si Leviev era una persona genuina o no. Más tarde, esa misma noche, el estafador le envió un mensaje de WhatsApp invitándola a una fiesta.
“Ya era muy tarde y estaba en pijama, así que, por supuesto, no tenía ganas de ir. Tuvimos una pequeña conversación a través de WhatsApp, pero realmente no tenía ganas de ir y dijo algo como ‘pensé que eras más espontánea que eso’”, finaliza Valeria y termina su historia con Leviev.
Valeria leyó sobre “El estafador de Tinder” en la prensa, reconoció a su cita y quedó sorprendida porque descubrió quién era Leviev debajo de la ropa llamativa, pero pese a esa conmoción inicial “sabía que había algo que no estaba tan bien en él, así que todo tenía sentido”.
No vio el documental de Netflix apenas se estrenó, sino esperó hasta el 7 de febrero, en parte porque ya conocía en carne propia la historia y la naturaleza engañosa del estafador de Tinder.
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