Cuando a Lucy le ofrecieron un trabajo en remoto y a tiempo completo en una agencia de publicaciones digital, lo sintió como una mejora respecto a su puesto actual. Esta gerente de servicios creativos basada en Londres no solo recibiría un trabajo más flexible sino que, aparentemente, le otorgaría mayores oportunidades de carrera, así como un aumento salarial sustancioso.
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“En la entrevista, me dijeron que el puesto sería un avance completo con respecto a mi trabajo”, dice Lucy, cuyo apellido se mantiene en reserva por motivos de seguridad laboral. “Me prometieron que estaría trabajando en cosas mejores y más grandes, colaborando con más clientes de alto perfil”.
Después de luchar mentalmente para decidir si aceptaría el puesto, finalmente Lucy optó por aceptar el nuevo trabajo. Pero ya en su primera semana, sus experiencias diarias no coincidieron con lo que su jefe le había prometido en la etapa de reclutamiento. “Durante el proceso de incorporación me di cuenta de que habían engordado mi verdadero rol”, dice. “En realidad, se basaba mucho más en la administración y había una alta rotación de personal”.
Pronto, Lucy comenzó a cuestionar su decisión de cambiar de trabajo. “Había muchos aspectos favorable en mi antiguo empleo: no fue fácil dejarlo”, explica. “Viendo hacia atrás, veo que estuve tentada a cambiar debido a las promesas excesivas que me hizo mi nuevo jefe, que estaba desesperado por contratar a alguien. En mi segundo día en el nuevo trabajo ya estaba profundamente arrepentida de la elección que había hecho. Me sentí como si hubiera dado un paso atrás en mi carrera”.
Buena parte de la narrativa en torno a la Gran Renuncia se ha centrado en las personas que han tomado decisiones inspiradas para abandonar el barco en busca de otras oportunidades, rediseñar sus carreras para lograr un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal o abandonar la fuerza laboral por completo. Pero en retrospectiva, no todos están satisfechos con sus decisiones. Cada vez más, algunos trabajadores descubren que renunciaron a su trabajo con gran entusiasmo, pero no necesariamente terminaron en una mejor situación.
Según una encuesta de marzo hecha a alrededor de 2.000 trabajadores estadounidenses que renunciaron a su trabajo en los últimos dos años, aproximadamente 1 de cada 5 dijo que se arrepentía de haberlo hecho. Asimismo, los empleados también expresaron remordimiento por su nuevo rol: solo el 26% de los que cambiaron de trabajo dijeron que les gustaba lo suficiente como para quedarse; un tercero informó que ya habían comenzado a buscar un nuevo puesto.
Tales cifras implican que grandes franjas de la fuerza laboral ahora lamentan unirse a la Gran Renuncia, y que tal vez hayan hayan tomado la decisión de dejar su trabajo a toda prisa.
Pero, ¿es realmenete este fenómeno mayor que nunca? ¿O es posible que el remordimiento del que renuncia sean simplemente gajes del oficio?
Durante casi un año, alrededor de cuatro millones de trabajadores estadounidenses han renunciado a sus trabajos todos los meses, a menudo por mejores salarios o funciones que se alinean más con sus valores. Esto, a su vez, ha desencadenado una crisis de contratación y una gran competencia por el talento. En otros países también se siente la presión. Por ejemplo, en el Reino Unido, este movimiento de trabajadores ha creado un número récord de vacantes.
Muchos trabajadores se ven tentados a cambiar de trabajo debido a esta intensa lucha por los candidatos, dice Shayla Thurlow, de la plataforma en línea de asesoramiento para empleados The Muse, con sede en Nueva York. Pero si bien muchos de estos posibles empleadores ofrecen diferentes tipos de beneficios a los solicitantes de empleo, es posible que a los trabajadores se les escapen algunas de las señales de alerta. Thurlow dice que la contratación digitalizada y los entornos de trabajo híbridos pueden dificultar que los empleados disciernan cuestiones estructurales importantes durante el proceso de entrevista, como por ejemplo la cultura laboral de una empresa.
En una encuesta de 2022 realizada por The Muse a más de 2.500 trabajadores de EE.UU., el 72% dijo que su nuevo rol o su nueva empresa eran muy diferentes de lo que les habían hecho creer, y casi la mitad afirmó que, como resultado, intentaría recuperar su antiguo trabajo.
“Ante un mercado laboral tan competitivo estamos viendo muchos reclutadores con argumentos de venta llamativos que intentan atraer a nuevos trabajadores con un grandes aumentos salariales”, explica Thurlow. “Pero está llevando a algunos buscadores de empleo a asumir roles o trabajar para organizaciones que no satisfacen sus necesidades, lo que significa que pronto se arrepentirán”.
Thurlow dice que los empleados que recién empieza su andadura laboral son más vulnerables a que se les venda demasiado un puesto, lo que significa que es más probable que eventualmente se arrepientan de haber cambiado de trabajo.
“El remordimiento de la renuncia puede no ser necesariamente un arrepentimiento por haber dejado el trabajo anterior, sino por descubrir que un trabajo no es realmente como se anuncia. Quienes han trabajado por más tiempo son los que tienen más probabilidades de hacer las preguntas correctas en una entrevista. Por el contrario, son los trabajadores más jóvenes los que pueden verse atrapados en las llamativas técnicas de venta de la empresa”.
El poco tiempo que los candidatos suelen tener para decidir si toman o no un nuevo trabajo, una decisión que les puede cambiar la vida, añade una presión adicional.
“Cuando piensas en renunciar, en realidad estás sopesando un conjunto complejo de pros y contras, comparando tu puesto actual con uno potencial”, explica Anthony Klotz, profesor asociado de administración en la Escuela de Negocios Mays de la Universidad de Texas A&M, EE. UU. “Pero lo estás haciendo con información incompleta: la empresa que te contrata solo te dirá las cosas buenas”.
Lo mejor es tomar la decisión “muy lenta y deliberadamente”, dice, aunque no todos los trabajadores tienen la libertad para hacerlo, lo que puede sembrar las semillas del remordimiento del renunciante.
Cuando hay millones de trabajadores que se mueven en masa hacia nuevos puestos de trabajo, esto puede influir a su vez en otros trabajadores, que pueden pensar en que también deben cambiar de empleo, incluso aunque no sea necesario.
En medio de un mercado laboral activo, con sus colegas renunciando, el trabajador puede sentir que se está perdiendo algo, dice Klotz. Y se pone a idealizar.
“Empiezan a ver a todas las demás empresas con lentes color de rosa debido a todo este impulso del mercado. Y la hierba siempre es más verde en el jardín del vecino: tendemos a sobrevalorar los aspectos positivos de probar algo nuevo”.
Que haya tensiones en el mercado laboral también significa que un trabajador que todavía está algo contento con su empleador actual, pero que tiene algunas frustraciones, puede verse tentado a simplemente cambiar de trabajo y aceptar un aumento salarial, en lugar de quedarse y resolver los problemas.
“Actualmente, puede ser más fácil renunciar que tener conversaciones difíciles con la gerencia”, dice Klotz.
“Cuando las personas renuncian, a menudo no es porque odien su trabajo: les puede gustar el 80%, pero no les gusta el otro 20%. Cuando cambian, a menudo buscan resolver el 20% y asumen que las cosas buenas en su trabajo actual estarán allí en su nuevo rol. Pero muchas personas no se dan cuenta de que cada trabajo conlleva diferentes problemas”.
Klotz cree que es en estas situaciones en las que los trabajadores pueden experimentar el remordimiento de abandono más intenso. Pero rumiar y darle vueltas a una decisión aparentemente mala puede tener un costo profesional a largo plazo.
“Cambiar de trabajo es una transición difícil”, dice Klotz. “Cuanto más tiempo permanezca en ese umbral, albergando sentimientos de arrepentimiento, más difícil será participar en su nuevo lugar de trabajo, lo que afecta negativamente el desempeño laboral”.
Los casos de remordimiento de los que renuncian pueden estar en aumento debido a la alta rotación actual del mercado laboral. Aunque, de todos modos, el arrepentimiento suele ser parte del proceso: un nuevo paso en la carrera profesional a menudo implica recordar el pasado, los compañeros de trabajo y las tareas que se dejaron atrás.
De hecho, Klotz dice que la nostalgia ocasional por un rol pasado es perfectamente saludable, particularmente al comenzar un nuevo rol.
“El arrepentimiento es una parte normal del proceso. Es común experimentar alivio y emoción poco después de renunciar, pero también hay muchos informes de personas que sienten un poco de arrepentimiento después”.
El riesgo del remordimiento es que puede llevar una emoción de pesadumbre profunda que, por fugaz que pueda ser, puede nublarnos el juicio. Si hay una transición laboral difícil, puede hacer que la persona renuncie nuevamente.
“El peligro es renunciar de nuevo demasiado rápido”, dice Klotz. “Tendrás un nuevo choque cultural (en otra nueva empresa), reiniciando constantemente el ciclo”.
Para los empleados que experimentan el remordimiento de haber renunciado, el desafío es analizar su causa raíz.
Por ejemplo, Thurlow cree que un trabajador puede buscar en otra parte si siente que se le ha vendido un puesto de manera incorrecta. “Si el trabajo real es muy diferente de lo que se prometió en el proceso de contratación, entonces es perfectamente aceptable encontrar una buena opción en otro lugar”, dice. “No hay razón para sufrir por un trabajo insatisfactorio o entornos tóxicos cuando tienes la capacidad de buscar trabajos que satisfagan tus necesidades financieras, valores y creencias personales”.
En la mayoría de los casos, Klotz asegura que lo mejor es primero reconocer que existe esa sensación de arrepentimiento y, luego, superarla.
“Sentirse fuera de lugar en un nuevo rol y, a veces, anhelar un trabajo anterior, es un proceso que puede llevar hasta dos años mientras un empleado construye su capital social. La cultura de cada empresa es diferente: tienes que adaptarte y desarrollar lentamente tus relaciones, la eficiencia y la eficacia en el trabajo”.
Si el arrepentimiento es a menudo parte de este proceso laboral, aquellos que lo sufren pueden mejorar. Por ejemplo, Lucy se ha quedado con su empleador actual. Si bien todavía tiene frustraciones con su nueva cultura corporativa, gradualmente se le han asignado tareas más satisfactorias y ahora siente una mayor satisfacción laboral.
“Estoy más feliz y pensando en quedarme en el largo plazo”, explica Lucy. “Todavía hay problemas, pero me doy cuenta de que se están resolviendo lentamente cuanto más tiempo paso aquí. Me acostumbré a una nueva rutina, aprendí un poco mejor cómo funcionan las cosas y me di cuenta de que las cosas malas de este trabajo no son tan malas como en mi rol anterior”.
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