Han pasado más de dos años desde que comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania y muchas preguntas siguen dando vueltas en el aire. ¿Por qué sigue el conflicto? ¿Quién gana con esta guerra? ¿Es posible que arrastre a más países? ¿Hay una posibilidad de paz? ¿Por qué debe interesar a los peruanos?
La guerra en Ucrania. Consideraciones políticas, económicas e históricas en un orden internacional en transición es un libro que plantea estas y más visiones del conflicto que sigue preocupando al mundo entero, en medio de discursos bélicos y nucleares cada vez más encendidos.
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En febrero, cuando se cumplieron 24 meses del conflicto, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky indicó que habían perdido la vida más de 30.000 soldados. Por el lado de Rusia, la cifra aun es incierta, sin embargo, un informe de la BBC indicó que serían más de 50 mil bajas militares. Desde que comenzó esta conflagración, muchos millones de dólares se han distribuido en ayuda militar, sanciones económicas y bloqueos. Por otro lado, millones de personas han dejado sus hogares para escapar de la guerra.
Sebastien Adins y Óscar Vidarte son los editores del libro, que reúne artículos de profesores de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Hablamos con ellos sobre las consideraciones políticas, geopolíticas, históricas y económicas que analiza el volumen recién aparecido, y también de la posición del Perú.
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— ¿Por qué es importante esta guerra entre tantos otros conflictos y por qué es importante escribir un libro como este en Perú?
Sebastien Adins (SA): Generalmente en la universidad publicamos artículos un poco más específicos y, conversando con los colegas, nos dimos cuenta de que en el Perú, particularmente, no hay casi libros sobre actualidad internacional que también puedan leer personas sin necesariamente tener algún estudio universitario a nivel de relaciones internacionales. Yo creo que es cierto lo que mencionas: abundan los conflictos en el mundo pero siguen siendo, felizmente, una excepción los conflictos entre Estados. Es decir, cuando uno revisa la larga lista de conflictos tenemos básicamente guerras civiles, en Yemen, en Libia, en Irak. Son pocos los conflictos que se producen entre Estados. Ahora, y por eso también mi preocupación, más que una guerra entre Ucrania y Rusia lo que ya estamos viendo es un enfrentamiento indirecto entre Rusia y Occidente, y particularmente la alianza de la OTAN [Organización del Tratado del Atlántico Norte].
Óscar Vidarte (OV): En la misma línea, yo creo que al final la guerra en Ucrania termina siendo probablemente uno de los principales o el principal conflicto bélico que ha ocurrido después del fin de la Guerra Fría. Y me parece que en un contexto de grandes cambios políticos a nivel internacional como los que estamos viendo en la actualidad, esta guerra tiene mayor importancia aún porque de alguna manera puede ser un elemento adicional que ayude a entender un poco este mundo que comienza a surgir fracturado entre países, en este enfrentamiento entre Washington y Beijing, puede ser un elemento más que ayude a la construcción de algo que parece estar dándose en el mundo en la actualidad.
— En los últimos meses se ha hecho tendencia en las redes sociales muy rápido la idea de una tercera guerra mundial. ¿Estamos en un contexto así?
OV: Vemos que de una u otra forma se comienzan a establecer una serie de bandos en un mundo que tiende a fracturarse cada vez más entre dos grandes zonas de influencia. De ahí a hablar de un gran conflicto a escala mundial sería especular demasiado. Creo que los actores han mostrado sensatez y cuidado para que esto no escale a un enfrentamiento entre ambos, lo digo tanto por Rusia como por Occidente. Han mostrado precaución para que esto no pase del ámbito ucraniano. Creo que todas las partes son conscientes de que un conflicto de mayor escala sería terrible, digamos, para sus intereses. Pero, claro, nuevamente una cosa es lo que lo que no creamos posible y otra cosa lo que puede terminar sucediendo. Por esa razón, por ejemplo, en el libro incorporamos la posición que asumen el resto de actores que participan en el conflicto. Es importante porque en el libro no solamente hacemos una mirada geopolítica, histórica y económica del conflicto, tratando de entender lo que pasa entre Rusia y Ucrania, sino también incorporamos la voz del resto de actores. Entonces, hay un capítulo que está dirigido al papel de Estados Unidos, de la Unión Europea, de China, de la ONU y, en ese contexto, también entra el Perú porque nosotros también tenemos algún interés respecto a lo que sucede.
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SA: Creo que la primera pregunta sería a quién convendría una Tercera Guerra Mundial. Y más allá del papel que juega Rusia en ese conflicto, más allá de que sea una potencia nuclear, creo que todos entendemos que las dos principales potencias son Estados Unidos y China; y China, por ejemplo, tiene una amistad de los últimos 30 años con Rusia, incluso hay una especie de amistad entre Xi Jinping y Vladimir Putin, pero cuando uno revisa los pocos Estados que ya vendieron o hasta dieron armamento a favor de Rusia, encontramos a Irán, a Corea del Norte, pero no a China. Son señales que indican que ni a China ni a Estados Unidos, y ni siquiera a Rusia, les convendría tener en este momento una guerra tan masiva como lo fue en su momento la Segunda Guerra Mundial.
— ¿Entonces, cuál es el papel que juegan China y los otros países?
SA: Algunos lo llaman una neutralidad prorrusa. Obviamente que es una paradoja, es decir, oficialmente China dice ser un país neutro, pero entendemos que hasta la fecha Xi Jinping ni siquiera llegó a condenar el accionar ruso en Ucrania, y eso por diversas razones: China cada vez más ve a Rusia como un gran proveedor de recursos como gas y petróleo, pero también son dos Estados que generalmente actúan más o menos en una misma línea. Basta revisar las votaciones en el Consejo de Seguridad, casi siempre hay esos tres de Occidente: Estados Unidos, Reino Unido y Francia con poder de veto, y luego China y Rusia que suelen cooperar conjuntamente. Es decir, por eso también lo prorruso, hay una gran cercanía entre los dos, aunque yo prefiero no utilizar la palabra “aliado” porque una alianza ya implica que un Estado en caso de una guerra debería darle un apoyo al otro, cosa que sí sucedería en el marco de la OTAN.
OV: Es evidente que tanto Estados Unidos como el bloque europeo han mostrado su apoyo a Ucrania. Por esa razón los artículos que se escribieron sobre estos países tratan de ir un poco más allá. Por ejemplo, el capítulo de Estados Unidos trata de hacer entender cómo han sido los debates que se han dado dentro de Estados Unidos, el debate teórico, el debate académico, el debate político, porque parece muy sencilla la decisión de ayudar a Ucrania, pero detrás hay un debate académico, teórico, político muy interesante que implica diferentes maneras de entender el papel de Estados Unidos en el mundo. La posición que tiene la Unión Europea viene siendo, a pesar de su influencia y liderazgo en ámbitos como el energético o el medioambiental, de menor peso e influencia en el mundo frente a este debate entre Washington y Beijing. Este artículo trata de analizar qué tanto, por ejemplo, la guerra en Ucrania afecta el desarrollo o devenir de Europa, qué tanto afecta su posicionamiento en el mundo y por qué, tratándose de un conflicto que se da pues en sus márgenes directos. Aunque uno crea que es un bloque muy fuerte y homogéneo, se trata de 27 países muchas veces muy distintos y con intereses contrapuestos.
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— Qué posición tienen los países que no son potencia, como por ejemplo Perú? ¿Cuál es la opinión, si se puede tener una especie de lectura general?
OV: Hay un capítulo sobre el Perú, y que trata de analizar el accionar de nuestro país frente a esta situación desde el 2014, cuando comienza todo el problema, y con especial énfasis a partir del 2022; y el comportamiento del Perú en algunos casos puede ser muy parecido al de otros países de América Latina. El Perú se ha caracterizado por dos cosas: uno, ha mostrado su rechazo, ha mostrado un apoyo a la integridad territorial, a la soberanía ucraniana, en ese sentido, su posición es muy cercana a la posición crítica de Occidente. Esto se ha mostrado en mayor o menor medida en algunos momentos; pero de alguna manera en estos últimos 10 años creo que el resumen podría ser que el Perú ha asumido un papel, ha tomado una posición más o menos clara al respecto; y la segunda gran característica es que a pesar de la influencia que ha tenido Occidente en este conflicto, el Perú tiene, y que se entienda bien esto, cierta autonomía. Es decir, difícilmente podemos hablar de autonomía en países como el Perú, pequeño en el mundo, altamente dependiente de las grandes potencias, países como el Perú y otros de América Latina han sido muy críticos respecto a las sanciones que ha aplicado Occidente porque entiende que esas sanciones aplicadas contra Rusia van a tener efecto contra nuestros intereses, por ejemplo. Países como el Perú han caminado en la misma línea, han sido críticos de las sanciones y, dicho sea de paso, no han aplicado sanciones como si lo han hecho muchos países occidentales. Otro ejemplo, el Perú ha sido muy cauto, y otros países en la región también, en cuestionar a Rusia en algunos foros.
El Perú ha sabido, a pesar de la crítica contra Rusia y su accionar, mantener sus relaciones porque somos conscientes de que países como los nuestros tenemos que tener relaciones con todos los Estados y potencias mundiales, y que los problemas de esta índole son mucho más complejos que solamente decir Rusia tiene la culpa y Occidente la razón, son mucho más complejos que eso.
SA: Yo creo que hay dos principales razones por las cuales generalmente el Sur global no llegó a apoyar tanto a Ucrania o incluso a Occidente: hay intereses económicos que ofrece Rusia. Hay que reconocer que Rusia no es, digamos, una gran economía pero en algunos sectores sí tiene importancia. Pienso en el sector del armamento, también en los cereales, por supuesto los fertilizantes y los hidrocarburos. Y por otro lado, el interés o perspectiva política.
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— Nuevamente hay un fuerte discurso bélico nuclear. ¿Es posible que se llegue a ese escenario o todavía es una situación muy remota, o terminan siendo amenazas?
SA: Antes de la guerra se aprobó una doctrina militar en Rusia que dice que cuando la nación rusa se encuentra en peligro se podría justificar el uso de las armas nucleares pero el gran problema es cómo interpretar esa cláusula, es decir, ¿se necesita un bombardeo de la capital para justificar una respuesta nuclear o basta que haya un ataque contra una región ucraniana, por ejemplo, pero reclamada por Rusia para que se dé esa respuesta? Creo que Rusia tiene una reacción muy fuerte en Ucrania, pero en el fondo está permitiendo en ese mismo momento cómo los ucranianos constantemente están atacando tropas rusas en Crimea, pero también dentro de la misma Rusia, es decir, hay refinerías que han sido atacadas a más de 1.000 kilómetros de la frontera, y qué hace Putin, qué hace Moscú, pues, prácticamente nada. A veces sí hay una especie de respuesta pero en algún pueblo, en alguna región de Ucrania, pero claramente no estamos viendo el uso de esas armas, felizmente. Por parte de Occidente no llegué a escuchar una amenaza nuclear pero sí discursos como los de Emmanuel Macron [presidente francés] de justificar el envío de tropas de la OTAN a Ucrania.
OV: Lo que vemos es cómo Rusia utiliza en su discurso el temor del enfrentamiento nuclear, es parte de una estrategia utilizar siempre la alarma de lo nuclear para ahuyentar el apoyo o la intervención que Occidente tiene en el conflicto de Ucrania. Siempre la alerta nuclear va dirigida a Occidente.
Las armas nucleares terminan siendo un recurso en un escenario muy crítico. Creo que el uso de la herramienta nuclear es una apuesta muy arriesgada como para hacerla incluso hoy que Rusia todavía está llevando el conflicto, todavía no se sabe hacia dónde puede ir, las consecuencias están por verse. Y lo mismo sucedía cuando se hablaba hace un par de años sobre la posibilidad de que Corea del Norte usara armas nucleares. Es decir, Kim Jong-un no va a dejar su palacio y todas las joyas que tiene en Corea del Norte con un ataque nuclear, y esto solamente sería posible si realmente su régimen estuviera en riesgo. En ese escenario no estamos en la actualidad todavía.
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—Más de dos años después de iniciada esta guerra, ¿puede haber un camino hacia la paz, cuál sería una solución para el conflicto?
SA: Yo me muestro muy pesimista por varias razones: en Ucrania desde que empieza la guerra Zelensky aprobó un decreto que prohíbe cualquier tipo de negociación con Rusia mientras que Putin sea su presidente. Por otro lado, hemos escuchado una declaración de Putin en la que ofrece su disposición de trabajar en función de una paz, pero cuáles son sus condiciones: uno, que para siempre se olvide de su ingreso a la OTAN y dos, que Ucrania también cedería, además de Crimea, los cuatro oblast que en este momento se encuentran parcialmente bajo ocupación rusa, es decir, además de Donetsk y Lugansk, también Jersón y Zaporiyia. Putin sabe perfectamente que si Zelensky aprobara eso sería un suicidio político, y además dentro de Ucrania después de una decisión por parte de un equipo negociador, necesariamente habrá un referéndum popular y, bueno, ya sabemos de antemano que la gran mayoría de ucranianos se opondría a la cesión de territorio. Por eso lo veo muy difícil, y también por la posición de las mismas potencias.
OV: Añadiría incluso que en algunos momentos siento que Rusia busca que Ucrania se canse, y las circunstancias favorables a Ucrania, es decir, que haya más partidos de ultraderecha en Europa, que Trump gane las elecciones, y en ese contexto, pues entendería que el apoyo de Ucrania se puede reducir, o que sucedan otros conflictos como el que hay en Palestina, se vuelva más grave y que lleve a que Ucrania pierda el apoyo que necesita para hacer frente a Rusia, y en ese escenario sería mucho más fácil negociar. Pero, nuevamente, eso todavía es muy especulativo. Yo entendería que Rusia está esperando también incluso cambios en la dinámica internacional que debiliten el papel de Ucrania, y ello a favor de los intereses rusos; pero hasta que eso suceda pues nadie sabe qué va a pasar mañana.
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