Mucho ha cambiado en los casi dos meses que lleva la guerra lanzada por Rusia en Ucrania, pero pese a los cuestionamientos e imágenes terribles algunos de los aliados euroasiáticos de Moscú siguen manteniendo su respaldo a Vladimir Putin. Lo han demostrado con pronunciamientos, ofertas militares o con su voto en reuniones clave a nivel internacional.
Decía “The New York Times” en un artículo publicado en enero que el mandatario ruso se esfuerza por imponer una esfera de influencia desde Europa del Este hasta los campos petroleros de Asia Central apoyando a sus aliados autoritarios que, generalmente, se oponen a Occidente.
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No obstante, explicaba el medio, “hay poco que justifique la lealtad hacia Moscú más allá del deseo de los hombres fuertes posoviéticos de ayudarse mutuamente para mantenerse en el poder”.
Esta realidad puede verse ahora que, cuando la mayoría de la comunidad internacional le ha dado la espalda a Rusia por las atrocidades cometidas en Ucrania, un puñado de naciones euroasiáticas continúa del lado de Putin. Se trata, principalmente, de líderes cuestionados por sus acciones dentro y fuera de sus propios territorios.
El mismo Putin aseguró este martes 12 que es “imposible” aislar en el mundo moderno a Rusia con sanciones por la campaña militar rusa en Ucrania y que el país trabajará con quienes aún lo apoyan. “Trabajaremos con aquellos socios que quieran interactuar” aún con Rusia, señaló el jefe del Kremlin durante una visita al cosmódromo ruso de Vostochni, en el extremo oriente del país.
Estos son algunos de los países que, pese a las críticas, mantienen el respaldo a Moscú y que aún conforman el círculo de influencia de Putin.
Bielorrusia
El principal aliado que tiene Rusia en la región es Bielorrusia, presidida por el cuestionado Aleksandr Lukashenko, el mismo que, como una muestra más de apoyo al Kremlin, acompañó este martes 12 a Putin al cosmódromo ruso de Vostochni.
Ucrania considera que Bielorrusia no es parte neutral en el conflicto, ya que fue desde su territorio que Rusia invadió el país. Pese a las acusaciones de Kiev, el gobierno bielorruso niega la participación directa en la campaña militar rusa en Ucrania. También ha calificado de falsos los reportes que afirman que envió a sus fuerzas a combatir en la guerra.
La semana pasada, Rusia se replegó de los alrededores de Kiev y envió algunas tropas a Bielorrusia para ser reabastecidas. Según expertos, algunas de esas tropas en Bielorrusia se están desplazando hacia el este de Ucrania para retomar su ofensiva.
Bielorrusia, que también ha recibido sanciones occidentales desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, fue uno de los países que se opuso la semana pasada a la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
El gobierno de Lukashenko, al mando de Bielorrusia desde 1994, ha sido duramente criticado por la comunidad internacional debido a su carácter autoritario y por las acusaciones en su contra de fraude electoral. Las últimas provocaciones de Bielorrusia, generadas por la represión gubernamental contra la creciente disidencia, han hecho que Europa se una contra Lukashenko.
“El año pasado, cuando aumentó la disidencia por las fallas del gobierno para abordar la pandemia, la escalada de la represión se convirtió en una fuente de conflicto diplomático con el resto de Europa, lo que afectó a Putin”, dice “The New York Times”.
En medio de las tensiones internas, Putin afirmó que el Kremlin estaba dispuesto a brindar asistencia militar o policial a Lukashenko, que, a su vez, describía las protestas contra su gobierno como parte de un complot de la OTAN para repartirse Bielorrusia.
Kazajistán
Kazajistán también está entre los que se opusieron a la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Su posición más reciente sobre la guerra en Ucrania es que no se sumará a las sanciones contra Moscú, pero tampoco ayudará a Moscú a eludir las restricciones occidentales.
En los últimos días, Kazajistán abordó con Estados Unidos las vías para minimizar el impacto de sanciones occidentales a Rusia. El primer viceministro de Asuntos Exteriores del país kazajo, Akan Rakhmetullin, explicó que las sanciones contra Rusia no pueden pasar desapercibidas para la república centroasiática en vista de su “profunda integración con Rusia”.
”Estados Unidos ha impuesto unas sanciones sin precedentes (a Rusia). Pero nosotros, que tenemos una profunda integración con Rusia, así como la frontera terrestre más larga, no podemos no sentir el impacto de esas sanciones. Todo ello ya se ha reflejado en los precios de los alimentos y bienes en nuestras tiendas”, dijo el diplomático.
La antigua república soviética tiene una relación cercana y bastante polémica con Rusia. Una de las primeras decisiones del presidente de Kazajistán, Kasim-Yomart Tokaev, para contener las violentas protestas desencadenadas en enero de de este año por el enfado ante la subida de los precios de los combustibles fue llamar a Moscú.
Sin demora, Putin envió tropas rusas a esa nación para “estabilizar” a Kazajistán y ayudar al gobierno local en la supuesta “operación antiterrorista” contra los manifestantes.
El presidente Tokaev solicitó la ayuda de la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza de antiguas naciones soviéticas liderada por Rusia y que también es conformada actualmente por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán.
Kazajistán, una nación de unos 19 millones de habitantes, comparte una extensa frontera con Rusia y se encuentra en lo que Moscú considera como su esfera de influencia.
“Kazajistán es un aliado internacional muy importante para Rusia. Es miembro de todos los proyectos de integración de Moscú como la Unión Económica Euroasiática y la OTSC, la cual han utilizado para enviar tropas”, le dijo a BBC Mundo Temur Umarov, analista del centro de estudios Carnegie Moscow Center, con sede en la capital rusa.
El experto agregó que para Rusia es muy importante mantener una frontera estable con Kazajistán y “le interesa que un régimen político amigo pueda controlar una situación como la actual”.
Serbia
La antigua república yugoslava de Serbia es el único país europeo que no se ha unido a las sanciones contra Rusia por la guerra en Ucrania.
Liderada por el presidente, Aleksandar Vucic, que a fines de marzo revalidó su cargo con una rotunda victoria electoral, Serbia es de los pocos países donde ha habido multitudinarias manifestaciones de apoyo a la invasión rusa de Ucrania y buena parte de los medios de comunicación son abiertamente prorrusos.
Por su parte, Rusia apoya a Serbia en el no reconocimiento de la independencia de su antigua provincia de Kosovo, como sí han hecho Estados Unidos y todos los miembros de la Unión Europea excepto cinco.
No obstante, Serbia es candidato a entrar en la Unión Europea, su mayor socio económico e inversor. Al mismo tiempo mantiene sus arraigados y tradicionales lazos con Rusia. Vucic, quien no esconde sus simpatías por el jefe de Estado ruso ha tratado de mantener en equilibrio ambas cosas.
La semana pasada, Vucic aseguró en una conversación telefónica con Putin que Serbia quiere entrar en la Unión Europea y mantener también su estrecha relación con Moscú. “La República de Serbia seguirá la política de la vía europea y también de la preservación de sus relaciones tradicionales sinceras y amistosas con la Federación Rusa”, dijo Vucic durante una llamada para agradecer a Putin sus felicitaciones por su triunfo electoral.
Vucic se ha quejado de las crecientes presiones que está recibiendo de los socios comunitarios para adherirse a las sanciones impuestas a Moscú. Está respaldado por una población que mayoritariamente recuerda con dolor la intervención de la OTAN en la Guerra de Kosovo en 1999, que allanó el camino a que esa provincia serbia se autoproclamara independiente y sea reconocida como tal por más de un centenar de naciones, aunque no por el Kremlin.
Un detalle importante es que Serbia depende casi totalmente del petróleo y del gas de Rusia, y la compañía estatal rusa Gazprom Neft es propietaria del 56% de las acciones de la petrolera serbia NIS.
La Unión Europea debate un embargo del petróleo ruso como represalia a la agresión de Rusia contra Ucrania, y Serbia recibe el crudo a través del territorio de países comunitarios.
Hungría
Hungría se ha mostrado dividida en su postura sobre Rusia tras la invasión a Ucrania. Si bien ha votado con la Unión Europea a favor de la mayor parte de las sanciones contra Moscú, ha pedido no bloquear las importaciones energéticas rusas argumentando que ello le afectaría económicamente.
Es importante destacar que la Hungría del primer ministro Viktor Orbán mantenía relaciones relativamente cordiales con Rusia antes de la invasión.
Además, Hungría anunció esta semana que modificará su contrato de gas natural con la empresa rusa Gazprom para atenerse a la demanda del presidente ruso Vladimir Putin de que los pagos se hagan en rublos, un pedido de Moscú adoptado en represalia por las sanciones impuestas a Rusia.
Luego de que el primer ministro nacionalista Viktor Orban y su partido derechista Fidesz ganaran recientemente las elecciones en Hungría, Putin dijo a través de un mensaje que “a pesar de la difícil situación internacional, el desarrollo de las relaciones bilaterales se adecúa totalmente con los intereses de los pueblos de Rusia y Hungría”.
Putin expresó también sus esperanzas de que las actividades de Vucic fortalecerán “la asociación estratégica” entre Rusia y Serbia.
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