Cuando se habla del histórico viaje del papa Francisco a Irak a menudo se hace referencia al sueño que Juan Pablo II jamás pudo cumplir. El actual líder de la Iglesia Católica, que será el primer pontífice en visitar el convulso país, lo ha vuelto a mencionar recientemente.
“La gente de Irak nos está esperando. Esperaban a San Juan Pablo II, a quien no se le permitió ir. La gente no puede ser defraudada por segunda vez”, dijo Francisco el miércoles al defender en su audiencia semanal su visita a Irak, donde las medidas de seguridad para la visita continúan bajo la lupa.
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Juan Pablo II había prometido visitar Irak. Lo intentó en varias ocasiones hasta que logró programar para diciembre de 1999 una breve pero importante peregrinación a la antigua Ur, reconocida como cuna de Abraham, profeta de las tres grandes religiones monoteístas. Iba a ser la primera etapa de su camino jubilar a los lugares de la salvación.
“Juan Pablo II quería ir a Irak porque quería empezar su peregrinación jubilar –que luego habría cumplido en el 2000 yendo a Sinaí y a Tierra Santa– partiendo justamente de la tierra de Abraham. Él tenía el deseo de reafirmar que todas las grandes religiones están unidas, que judíos, cristianos y musulmanes somos descendientes de alguna forma de Abraham y por eso somos hermanos”, explica a El Comercio el escritor e historiador Gerardo Ferrara, representante de Fundaciones de habla hispana en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Roma.
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En 1999 Irak estaba devastado por la sangrienta guerra contra Irán (1980-1988), la primera Guerra del Golfo y por las sanciones internacionales impuestas al país tras la invasión a Kuwait. El número de cristianos en Irak era entonces más de tres veces superior al actual. Según la ONG de defensa de las minorías Hammurabi, actualmente, hay entre 300.000 y 400.000 (de 40 millones de habitantes).
En ese contexto, Juan Pablo II fue aconsejado para no realizar el viaje pues podría ser visto como un respaldo al dictador Husein.
“El había sido advertido por Estados Unidos de que no fuera a Irak porque no querían que su visita dejara ver a Sadam Husein como un ganador en el sentido de que era alguien a quien el Papa le reconocía el derecho a tener poder sobre el país”, explica Ferrara.
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Vuelo cancelado
Juan Pablo II quiso visitar Irak de todas formas, pero, finalmente, fue el mismo Husein el que no quiso que fuera. El pontífice polaco, que por entonces tenía 79 años, tuvo que renunciar a viajar a Irak cuando, pese a meses de negociaciones, el dictador frustró el viaje a última hora, antes de la Navidad de 1999.
Según el diario estadounidense “The New York Times” la cancelación del viaje se dio por la intervención de la realidad política.
“Los diplomáticos del Vaticano no pudieron llegar a un acuerdo con los funcionarios iraquíes sobre una visita que el Papa consideró una peregrinación estrictamente religiosa, pero que estuvo cargada de connotaciones políticas tanto para el presidente Sadam Husein como para Estados Unidos, que había presionado contra la visita, temiendo que pudiera dar legitimidad al líder iraquí”, afirma un artículo de ese medio publicado en diciembre de 1999.
Por ese entonces, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, dijo en un comunicado que las autoridades iraquíes habían informado que las condiciones anormales en las que se encontraba Iraq “debido al embargo y la zona de exclusión aérea, así como la situación general en la región, no permiten una visita del Santo Padre a Debe organizarse adecuadamente”.
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Citando fuentes del Vaticano, “The New York Times” señaló que los iraquíes parecían preocupados con la idea de que el Papa de alguna manera legitimaría las sanciones contra Irak al pedirle a la ONU que permitiera que su avión volara al país. El temor de la parte iraquí persistía pese a que la Santa Sede había explicado que el Papa solo informaría -y no pediría permiso- de sus planes de viaje. Además, Juan Pablo II había condenado las sanciones públicamente.
“El gobierno iraquí también puede haber temido que durante su viaje, el Papa predicaría sobre los derechos humanos, como lo hace en casi todos los países que visita. Bagdad había dado un fuerte indicio de sus preocupaciones, en una carta de intelectuales iraquíes publicada por la agencia estatal de noticias, que sermoneaba al Papa sobre lo que debería decir durante su visita y expresaba reservas sobre su mensaje a los cristianos en una cultura predominantemente musulmana”, agrega el medio.
Pese a los esfuerzos del Papa, el viaje se canceló y nunca llegó a concretarse. Sin embargo, un año después de que la visita se viera frustrada, Juan Pablo II -que no quería renunciar a su sueño de comenzar una peregrinación a Tierra Santa en Irak- realizó una “peregrinación virtual” a la antigua ciudad de Ur.
Un país devastado
Juan Miguel Espinoza, profesor del departamento de Teología de la PUCP, destaca el carácter histórico de la visita del papa Francisco a Irak porque, entre otros factores, se trata de un viaje pendiente.
“Pese a los riesgos en materia de seguridad que existen, Francisco siente que es necesario ir. Es una visita postergada por muchas décadas. Juan Pablo II ya quería estar en Irak, pero su viaje se vio frustrado. Es un pendiente no solo de Francisco, sino que viene de mucho más atrás”, dice a El Comercio.
Por su parte, Ferrara resalta que es un viaje cargado de significado, más aún si se considera todo lo que ha pasado en estos últimos 30 años en Irak.
“Hablamos mucho de Irak en estos últimos tiempos por lo que pasó con el Estado Islámico, con la persecución de los cristianos y también con la pandemia. Pero en realidad ese país está sufriendo mucho desde hace más de 30 años. La guerra contra Irán duró hasta 1988 y luego empezó enseguida la primera Guerra del Golfo. En el 2003 inició la segunda, en el 2014 llegó la invasión del Estado Islámico. O sea que es una población que ha sufrido muchísimo y donde los cristianos en 20 años han pasado de ser más de un millón y medio a ser 350 mil”, dice el experto.
Asimismo, explica que la invasión estadounidense provocó el sectarismo en Irak. Cuenta que cuando habla con sirios o iraquíes ellos dicen que antes se sentían sirios o iraquíes, pero ahora se sienten musulmanes, cristianos, yizadíes, chiitas. “Lo que de hecho produjo en Irak todo el intento de Estados Unidos de implantar una democracia que no es muy bien vista por gran parte de la población, es este sectarismo. Irak ahora es un estado dividido en sectas y también las cargas políticas son distribuidas por sectas o pertenencia religiosa”, señala.
Por ello, Espinoza apunta que visitar Irak es un “signo de solidaridad de la cabeza de la Iglesia Católica con estos hermanos perseguidos, invitándolos a participar de esta reconstrucción sin revanchas, sin buscar fomentar nuevos conflictos, sino reconociendo su martirio, su resiliencia y su resistencia para que participen en una reconciliación que permita que ese país salga adelante”.
Juan Pablo II nunca abandonó su deseo de visitar Irak y siempre habló del país en lo que le quedó de pontificado. El ex secretario personal de Juan Pablo II, Stanislaw Dziwisz, dijo en el 2011 que Juan Pablo II se enfadó de verdad tan solo en dos ocasiones. Una de ellas fue “en Agrigento, cuando habló contra la mafia” y la otra fue en “ése ángelus en el que pidió que no comenzara la guerra en Irak” en el año 2003.
“Quisiera recordar a los países miembros de las Naciones Unidas, y en particular a los que componen el Consejo de Seguridad, que el uso de la fuerza representa el último recurso, después de haber agotado todas las demás soluciones pacíficas, según los conocidos principios de la propia Carta de la ONU”, afirmó.
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