Era una de las cumbres más esperadas. Aunque la virtualidad menguó el impacto que hubiera tenido un encuentro presencial de este calibre, la primera reunión formal entre Joe Biden y Xi Jinping, los líderes de las dos potencias mundiales y, además, principales rivales en el tablero geopolítico, fue un trascendental paso sobre cómo se seguirán manejando las relaciones entre China y Estados Unidos.
El encuentro, el primero desde la era Biden, no dejó mayores acuerdos, pero permitió que se bajara el tono en la extrema tensión que viven ambos países. Fue una reunión donde las palabras escogidas y los temas agendados marcaron la pauta, y donde la retórica y los silencios fueron más importantes que cualquier comunicado conjunto, que además no hubo.
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Ambos presidentes se trataron con respeto y cordialidad en una extensa conversión que duró tres horas y media. De hecho, Xi saludó a Biden como su “viejo amigo”, con quien ya había tratado múltiples veces cuando fue vicepresidente de Barack Obama, pero no dudó en establecer cuáles son los puntos en los que su país no está dispuesto a ceder, como el sensible tema de Taiwán.
“Me parece claro que necesitamos establecer algunas barreras de seguridad de sentido común”, dijo Biden a Xi en sus comentarios de apertura, no sin antes relajar el momento diciendo que “no tenemos que ser tan formales, pues ya nos conocemos”.
“Si bien no ha habido un cambio drástico en las tensiones y que tampoco hubiera algún acuerdo o declaratoria común, el hecho que se haya dado una comunicación expandida durante varias horas entre Xi y Biden ya es un buen indicio de que al menos están conversando”, explica a El Comercio el economista peruano y experto en China, Marco Carrasco.
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“Este diálogo ha sido un alivio y para los chinos es importante que se diera la impresión de que ambos líderes han hablado a la misma altura y al mismo nivel”, señala también a este Diario el analista alemán Benjamin Creutzfeldt, doctor e investigador del Centro de Estudios de China y Asia-Pacífico de la Universidad del Pacífico.
“Aunque no hubo resultados concretos, se ha dado un diálogo maduro entre ambas partes y se han dejado de lado las provocaciones, como en la era Trump”, agrega. “Tanto Biden como Xi dejaron claras sus prioridades. Los estadounidenses en el tema de los derechos humanos y lo que ellos llaman ‘las reglas del sistema internacional’, al cual pertenece China. Y China resaltó que tiene intereses prioritarios como la no intervención en asuntos internos, que incluye Taiwán”.
Para Carrasco, una de las consecuencias que ha traído la cumbre es que ha mostrado que, pese a las diferencias y la rivalidad, ambos presidentes se han sentado a conversar.
“Son economías y naciones rivales, no están de acuerdo en todo, pero han mostrado que es posible sentarse a conversar”, detalle el magíster en administración pública y desarrollo internacional por la Universidad de Harvard y miembro del Comité Editorial del “Taihe Institute Observer”, publicación académica del think tank Taihe Institute, de Beijing.
Creutzfeldt también coincide en que se restablecieron lineamientos para evitar malentendidos y riesgos de confrontaciones. “Esa es la importancia de esta reunión. No hubo avances, pero ambos lados establecieron sus prioridades e intereses y fueron muy claros en esto. Hay una abierta competencia, pero ya quedó claro que ambos líderes confían en que el otro está diciendo lo que piensa”, analiza.
Estos son algunas de los temas claves que se trataron durante la cumbre:
1. Taiwán, la isla rebelde
El asunto de Taiwán es uno de los más sensibles para Beijing. El régimen chino reivindica la soberanía de la isla de 23 millones de habitantes, aunque no la controla. Por su parte, Washington apoya militarmente a Taiwán pese a que tiene relaciones diplomáticas con Beijing desde 1979, lo que implica estar a favor de la política de “Una sola China”.
Como recuerda la agencia AFP, China intensificó en las últimas semanas sus incursiones aéreas sobre el territorio insular y el presidente Xi Jinping ha dicho que el objetivo de su país es recuperar Taiwán para China continental, lo que motivó la reacción del presidente Biden, quien señaló que Estados Unidos “se opone firmemente” a cualquier intento “unilateral de cambiar el statu quo o de socavar la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”. Trabajar por la independencia de Taiwán es “jugar con fuego”, respondió Xi Jinping. “Si los separatistas de Taiwán nos provocan, nos obligan o incluso cruzan la línea roja, entonces tendremos que tomar medidas”, advirtió.
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“La postura de China continental sobre Taiwán es inamovible y ellos siempre van a tener esa visión. Hubo algunos movimientos aéreos cercanos a la isla, pero es muy complicado que se dé alguna intervención militar de parte de China por el gran costo que pueda demandar”, explica Carrasco.
“Si China toma alguna acción en esa línea, EE.UU. va a actuar. Además, hay intereses de Estados Unidos de mantener geopolíticamente a China no expandida en todo su poderío, porque si Taiwán se incorporara a China, se suma también ese peso económico, que es algo que a Washington no le conviene. Pero no es algo próximo que suceda. Por todos los caminos que uno lo vea está entrampado”, añade.
2. El tablero geopolítico
Desde que arreciaron las disputas entre China y Estados Unidos no se ha cesado de hablar de “una nueva Guerra Fría”, y eso es algo que Xi remarcó en la cumbre.
“Involucrarse en la demarcación ideológica, la división de campos, la confrontación grupal, inevitablemente traerá un desastre al mundo”, dijo el mandatario chino. Como analiza “The New York Times”, se trata de una clara referencia a un pilar de la estrategia de Biden para desafiar a China formando alianzas que incomodan a Beijing en su zona de influencia. “Las consecuencias de la Guerra Fría no están muy lejos”, advirtió Xi.
Sin embargo, Biden le garantizó que su país no quiere “ni cambiar el sistema chino ni aliarse con otros países para oponerse a China”. “Ese detalle ha sido muy importante para los chinos, pues marca para ellos un distanciamiento de la política del expresidente Donald Trump”, anota Carrasco.
Así pues, el líder chino pidió “construir consensos” para reconducir las relaciones, a las que calificó como “el tema más importante para los próximos 50 años”. “Somos dos grandes barcos que navegan en el mar, y necesitamos agarrar el timón con fuerza para seguir adelante pese a los vientos y evitar chocar el uno contra el otro”, poetizó el mandatario.
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“Una observación que vale la pena resaltar es que ambos líderes hablaron de cómo manejar la situación actual y a futuro. Podrían haberse atacado o acusado mutuamente de muchas cosas, como de dónde vino el virus o la catastrófica salida de Afganistán, pero dejaron eso de lado. Eso es muy importante, porque tanto EE.UU. como China consideran que sus sistemas y sus formas de gobernar son los mejores para enfrentar los desafíos hacia el futuro”, explica Creutzfeldt.
“Tras la reunión no se ha dicho que cada uno irá por su lado y no habrá más diálogo, sino que se trata de una competencia donde cada uno va corriendo por una misma pista, aunque tengan desacuerdos en el camino”, agrega. “Se estableció el terreno para construir una coordinación. Al menos se están entendiendo en qué puntos están de acuerdo o no”.
“Más allá de las diferencias, que sin duda son muchas, hay temáticas que podrían ser motivo de diálogo para próximas reuniones, como la posible colaboración de ambos en temas sanitarios, de aseguramiento de seguridad mundial, de reducción de la pobreza, esos temas que se ven de forma interconectada en el mundo, y si es que no hay un trabajo conjunto entre las dos principales economías, entonces no se puede avanzar mucho”, detalla Carrasco.
3. Derechos humanos
Durante el diálogo, y según la Casa Blanca, Biden expresó “su preocupación por las prácticas (chinas) en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong, y por los derechos humanos en general”, pero sin especificar los casos. El gobierno chino no mencionó explícitamente estos puntos en su informe.
No obstante, Xi señaló de forma general que “sobre la base del respeto mutuo, estamos dispuestos a entablar un diálogo sobre las cuestiones relacionadas con los derechos humanos”. Pero añadió enfáticamente: “Rechazamos que los derechos humanos sirvan de pretexto para injerirse en los asuntos internos de otro país”. Como explica la AFP, varias organizaciones de defensa de los derechos humanos acusan a Beijing de haber internado en Xinjiang al menos a un millón de musulmanes uigures en “campos de reeducación”, lo que China rechaza.
4. La guerra comercial
Otro asunto de la conversación fueron los intercambios comerciales, escollo que aún perdura entre las dos potencias desde que Donald Trump lanzó su guerra comercial contra China que provocó la mutua imposición de aranceles punitivos.
Al respecto, Biden resaltó que debe “proteger a los trabajadores estadounidenses y a sus empresas de las prácticas desleales de China”.
Como resalta la agencia AP, el presidente Xi no se dio por aludido: “Nuestras relaciones comerciales benefician a ambos de por sí. No hay que politizarlas”. No obstante, el mandatario chino criticó a Estados Unidos por “abusar del concepto de seguridad nacional” para “reprimir” a las empresas de su país, en clara referencia a las sanciones estadounidenses contra la tecnológica Huawei por sus supuestos vínculos con la inteligencia china.
5. Medio ambiente
El combate contra el cambio climático se ha convertido en un tema importante en la agenda de ambos presidentes y es, finalmente, un punto en común entre China y Estados Unidos, dos de los países más contaminantes del planeta.
“Tenemos la obligación de mantener un orden internacional pacífico y estable”, indicó Xi. “Tenemos que mantener la comunicación abierta sobre asuntos críticos para el mundo como la crisis climática o el suministro global de energía. Estos temas nos atañen y en ellos nosotros dos jugamos un papel importante”, incidió Biden.
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