Sergey Savelyev no parece ser alguien que haya pasado ocho años en una prisión rusa, recopilando en secreto videos de supuestas torturas y palizas a los reclusos.
De baja estatura, este bielorruso de 31 años dice que ahora, por primera vez en semanas, puede dormir un poco mejor. Ha solicitado asilo en Francia, después de huir de Rusia, donde temía por su seguridad.
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Ahora admite abiertamente que él fue el informante que entregó más de 1.000 videos al grupo ruso de derechos humanos Gulagu.net.
Los videos, que Savelyev obtuvo mientras trabajaba en una oficina de la prisión en la que cumplía su condena, causaron indignación en Rusia cuando aparecieron en internet a principios de este mes.
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Tras la difusión del material, las autoridades rusas anunciaron el inicio de investigaciones penales sobre presuntas torturas y agresiones sexuales en las cárceles y han despedido a varios altos funcionarios penitenciarios.
Gulagu.net dijo que los videos no solo documentan golpizas, violaciones y humillaciones a las que han sido sometidos los reclusos, sino que también demuestran la naturaleza endémica del abuso dentro del sistema penitenciario.
Una elección entre la vida y la muerte
Savelyev comenzó a compartir los videos con activistas de derechos humanos después de su liberación en febrero de este año. A lo largo de varios meses, compartió cientos de archivos.
El mes pasado, lo detuvieron en el aeropuerto de San Petersburgo cuando viajaba a Novosibirsk. En el mostrador de facturación, hombres vestidos de civil comenzaron a interrogarlo.
Dijeron que sabían todo sobre su correspondencia con Vladimir Osechkin, director de Gulagu.net.
“Me dijeron que me habían estado vigilando durante seis meses. Me amenazaron con encarcelarme por traición durante 20 años”, dijo Savelyev.
Afirmó que los hombres le advirtieron que “moriría muy rápido” en la cárcel.
“Primero, confesarás todo y, luego, te encontrarán muerto en una celda”, dijo, citando a los hombres que se le acercaron.
La alternativa que tenía para evitar que esto le ocurriera era cooperar con la investigación y admitir que Gulagu.net era una organización “financiada con fondos extranjeros” que lo había puesto a reunir pruebas para “desacreditar al servicio penitenciario ruso”.
En ese caso, podría salir de la cárcel al cabo de cuatro años.
“La verdadera elección era entre la vida y la muerte. Yo elegí la vida”, dice Savelyev.
Asegura que firmó algunos papeles acordando cooperar con las autoridades y le dejaron irse.
“Probablemente pensaron que no me atrevería a escapar”. Pero sí lo hizo.
Tomó un minibús de Rusia a Bielorrusia y luego, haciendo escala en Túnez, viajó a Francia. Una vez en la zona de tránsito del aeropuerto Charles de Gaulle de París, buscó la ayuda de la policía.
“Solo necesitan doblegarte”
En 2013, Savelyev fue declarado culpable de un delito relacionado con drogas y fue condenado a nueve años de prisión. Sin ofrecer detalles, dice que el suyo fue un caso “triste y común”.
Fue enviado a la cárcel en la ciudad rusa de Saratov, conocida por las denuncias sobre abusos a prisioneros.
Savelyev alega que lo golpearon brutalmente nada más llegar. “Solo necesitan doblegarte, para demostrar quién manda”, dijo.
Tiempo después tuvo la suerte de que se dieran cuenta de que podía usar una computadora y fue llevado a la oficina de la cárcel para trabajar en un rol administrativo.
“Fue mucho mejor que pasarse el tiempo sin hacer nada entre comidas y tratar de mantener la cabeza gacha”, dijo.
Una de sus tareas era mirar grabaciones de video de las cámaras corporales de los guardias de la prisión.
Pronto se dio cuenta de que, si bien muchas de las grabaciones simplemente documentaban las rondas de los guardias, algunas parecían mostrar abusos violentos a los reclusos y eran profundamente perturbadoras.
“No te imaginas cómo es esto”
Savelyev afirma que las torturas solían ser realizadas por otros reclusos “especialmente entrenados” y eran filmadas con cámaras que les entregaban los guardias.
Indica que parte de su trabajo era eliminar algunos de los videos, mientras que otros “eran enviados a otro lugar, quizás hacia niveles más altos”.
Savelyev dice que nunca vio este tipo de abusos violentos en persona, pero los videos le causaron una conmoción profunda.
“Todos sabemos que dentro ocurren golpizas y violaciones, pero no puedes imaginar cómo es eso hasta que lo ves con tus propios ojos”, dijo.
Le tomó algún tiempo procesar lo que estaba pasando y decidir qué hacer a continuación.
“Vi un video, luego otro, luego un tercero y un cuarto, un quinto. Luego decidí que empezaría a copiarlos”, relata.
Inicialmente, no tenía una idea clara de qué hacer con los videos, pero sabía que tenía que guardarlos. En 2019, decidió recopilar los videos y luego entregárselos a una organización de derechos humanos.
Savelyev dice que mientras trabajaba en la oficina de la prisión también vio las numerosas quejas que surgieron sobre el maltrato a los presos, lo que -asegura- le hizo darse cuenta de lo generalizado que estaba el abuso.
La BBC envió las acusaciones de Savelyev al servicio penitenciario de Rusia, pero al momento de publicarse este artículo aún no habíamos recibido una respuesta.
A inicios de 2021, Savelyev se enteró de la existencia de Gulagu.net y escuchó a Vladimir Osechkin hablar en su canal de YouTube sobre la violencia carcelaria, incluyendo la prisión de Savelyev.
Eso hizo que se diera cuenta de que podía haber otros personasdentro de la cárcel filtrando información a la ONG. Sabía que su evidencia en video también serviría para algo.
Al reflexionar sobre el escándalo provocado por sus filtraciones y la investigación del servicio penitenciario ruso, Savelyev dijo que no era suficiente despedir a algunos guardias o trasladarlos a otras cárceles.
Quería que ellos “explicaran por qué hicieron lo que hicieron”.
“Sólo entonces me sentiré mejor”, dijo.
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