Azerbaiyán se ha cobrado la revancha por la estrepitosa derrota sufrida a manos de Armenia en la guerra por Nagorno Karabaj de 1992-1994, en la que perdió el 20 por ciento del territorio, gran parte del cual recuperará ahora en virtud del acuerdo de paz firmado con Ereván.
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“De hecho, es la capitulación”, afirmó el presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, al comentar la firma del primer ministro armenio, Nikol Pashinián, al pie del documento que obliga a Ereván a devolver tres de las siete regiones azerbaiyanas ocupadas militarmente hace 26 años.
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Las cuatro regiones restantes han sido recuperadas por Azerbaiyán durante los 44 días de la guerra que estalló el 27 de septiembre, en una ofensiva de su Ejército, a la cual poco pudieron oponer las fuerzas armenias, mucho peor pertrechadas.
LOS ERRORES DE ARMENIA
Según el analista militar ruso Yevgueni Krútikov, tras los incidentes fronterizos de este verano el espionaje armenio no hizo una evaluación correcta del armamento del que dispone Azerbaiyán ni informó a su Gobierno del tipo de material bélico que compra Bakú.
“En primer lugar esto se refiere a la importación de drones y de artillería autopropulsada para el apoyo de los batallones tácticos. Eso hubiera sido suficiente para que los militares armenios hubieran entendido qué se planeaba al otro lado de la línea del frente”, comentó Krútikov.
Según el experto, en el plano psicológico tanto en Karabaj como en Armenia se apoyaban en la victoria sobre Azerbaiyán en 1994 y consideraban que si se venció entonces también se vencería ahora, pese a la superioridad tanto numérica como en armamentos de las fuerzas armadas azerbaiyanas.
UNA GUERRA ANUNCIADA
Además, Azerbaiyán venía avisando desde hace años de que si Armenia no abandonaba los territorios ocupados, tal y como lo establecen varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, los liberaría por la fuerza.
“El enemigo debe saber que no hay una sola de sus instalaciones militares importantes que no se encuentre en el punto de mira y pueda ser destruida en cualquier momento”, advirtió Alíev ya en junio de 2018, un mes después de la llegada de Pashinián a la jefatura del Gobierno armenio.
Con ocasión del Día de las Fuerzas Armadas, Alíev afirmó entonces que Azerbaiyán -país con considerables reservas de petróleo- adoptaba todas las medidas para fortalecer su poderío, tanto militar como económico, con el fin de recuperar los territorios ocupados.
Agregó que Azerbaiyán se arma debido a que las “normas internacionales no se cumplen y a que el factor determinante no es el Derecho, sino la fuerza”.
“Todo este potencial lo necesitamos para liberar los territorios ocupados”, subrayó el mandatario, quien señaló que desde 2003 Azerbaiyán ha multiplicado por 15 su gasto militar.
UN ACUERDO QUE EVITA UN DESASTRE MAYOR PARA ARMENIA
El actual acuerdo para poner fin a la guerra, alcanzado con la mediación de Rusia, fue sellado con las tropas de Bakú apostadas ya en la estratégica ciudad de Shushá (Shushi, para los armenios), a apenas 11 kilómetros de Stepanakert, la capital de la autoproclamada república de Nagorno Karabaj, cuando su caída se consideraba inminente.
Una vez que Ereván devuelva las tres regiones aún ocupadas, proceso que debe concluir el próximo 1 de diciembre, el territorio controlado por las fuerzas armenias será bastante inferior al de la Comarca Autónoma de Nagorno Karabaj de los tiempos soviéticos.
El acuerdo tripartito, de nueve puntos, incluye el emplazamiento de un contingente de tropas de paz ruso, que Moscú comenzó a enviar este mismo martes, para garantizar el cumplimiento del cese de los combates y la seguridad de la retirada de los efectivos armenios.
Pese a la derrota militar en Nagorno Karabaj, Armenia ha evitado el desastre total, al conseguir mantener no solo el control sobre la capital, sino también la comunicación terrestre con Stepanakert a través de un corredor de 5 kilómetros de ancho, que será custodiado por la fuerzas de paz rusas, según el documento.
AZERBAIYÁN CONECTARÁ SU TERRITORIO CON TURQUÍA
A cambio, Ereván deberá abrir un paso por el territorio armenio entre Azerbaiyán y el enclave azerbaiyano de Najicheván, situado entre Armenia, Irán y Turquía.
La apertura de este corredor tiene una importancia estratégica para Azerbaiyán, pues, además de ofrecerle una vía rápida de transporte de ciudadanos y bienes hacia su enclave, le permite conectarse por tierra con Turquía, su gran aliado en la región.
En Ereván aseguran ahora que sin el respaldo de Ankara Azerbaiyán no se habría atrevido a lanzar una ofensiva contra Nagorno Karabaj, pero diversos analistas militares apuntan que el apoyo de Turquía a Bakú nunca ha sido un secreto.
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