El 8 de marzo de 2018, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, desdeñó el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral, un foro estratégico informal entre Australia, India, Japón y Estados Unidos coloquialmente conocido como “el Quad”, al afirmar que el grupo pronto se disiparía como “la espuma del mar”.
Las declaraciones no eran totalmente infundadas, ya que el Quad había fracasado en el pasado. No obstante, el creciente compromiso de sus miembros, que se reúnen mañana en una cumbre en Tokio, y los intentos de expandir su esfera de influencia, han encendido las alarmas en Pekín y el propio Wang acusó recientemente a Washington de intentar crear una versión asiática de la OTAN que “perturba la paz y la estabilidad regionales”.
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Más aún, el presidente Joe Biden abrió un nuevo capítulo este lunes cuando reveló oficialmente el Marco Económico para la Prosperidad en el Indo-Pacífico (IPEF por sus siglas en inglés) en el segundo día de su visita a Japón, una nueva agrupación económica que incluirá a 13 países –los cuatro miembros del Quad, Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia , Filipinas, Vietnam, Nueva Zelanda y Brunei–, el equivalente a alrededor del 40% del PBI mundial, una movida que China ya ha repudiado.
“Creo que juntos vamos a ganar la competencia del siglo XXI”, dijo Biden durante el lanzamiento.
A pesar de la actual escalada, propulsada por la negativa de Pekín de condenar a Rusia, las intimidaciones a Taiwán y ahora la creación del IPEF, la tensión en el Indo-Pacífico se viene acumulando desde hace un tiempo. Según Joel Wuthnow, investigador principal de la Universidad Nacional de Defensa, en los últimos años los estrategas chinos han observado cada vez con mayor preocupación cómo el Quad pasó de ser una configuración diplomática poco sólida a un acuerdo más “institucionalizado” y “amenazante”.
El origen del Quad
Unos años antes de la creación del Quad, existió el Diálogo Estratégico Trilateral (DET), una serie de reuniones entre Estados Unidos, Japón y Australia, en la que el primero esperaba que sus aliados en el espacio indo-pacífico contribuyeran a facilitar la evolución de su estrategia global de lucha contra el terrorismo y la proliferación nuclear a cambio del mantenimiento de garantías estratégicas y de seguridad en la región.
Asimismo, en 2004, el devastador tsunami en el océano Índico impulsó la creación de un grupo central para coordinar la ayuda entre Estados Unidos, Japón, Australia y la India. Aunque días después el equipo se disolvió y los países se unieron a los esfuerzos de socorro más amplios coordinados por la ONU, la iniciativa sentó un precedente.
Tres años después, el primer ministro japonés Shinzo Abe sugirió una reunión más formal de las cuatro naciones. La primera se celebró en mayo de 2007 en el Foro Regional de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Filipinas y se caracterizó como una “agrupación informal” en la que se debatieron intereses comunes, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
“Abierta y transparente, esta red permitirá la libre circulación de personas, bienes, capitales y conocimientos”, afirmó Abe.
Basado en el concepto de una “paz democrática”, el Quad fue acompañado de unas maniobras militares conjuntas de una escala sin precedentes en la región, tituladas “Ejercicio Malabar”.
El acuerdo diplomático y militar fue ampliamente considerado como una respuesta al aumento del poder económico y militar chino, y Pekín respondió emitiendo protestas diplomáticas formales a sus miembros, calificándolo de la “OTAN asiática”
El grupo sólo duró un año. En medio de objetivos poco claros y de la creciente presión china, los países dudaron en formalizar el diálogo. Además, Abe dimitió inesperadamente en septiembre de 2007, y así quedó eliminado el “principal animador y arquitecto” del Quad, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
Intermisión
En los años siguientes, los antiguos miembros del Quad siguieron cooperando a nivel bilateral o trilateral, especialmente en lo que respectaba a las maniobras militares conjuntas.
Obama intentó un acercamiento más integral bajo su estrategia de “pivote hacia Asia”, que se enmarcó en un reequilibrio estratégico de los recursos y prioridades de Estados Unidos hacia el continente más poblado del mundo. Tras haber mantenido durante mucho tiempo sólidas relaciones con Japón y Corea del Sur, Washington pretendía contar con una estrategia más completa para Asia-Pacífico que incluyera un mayor compromiso con las naciones del sudeste asiático como medio para contener la creciente asertividad de China en la región.
“Estados Unidos quería demostrar a China que competiría económica, diplomática y militarmente en su propio terreno. Además, el pivote ayudaría a desvincular a Estados Unidos de Oriente Medio, donde había estado empantanado durante casi una década en las guerras de Irak y Afganistán”, escribió en The Diplomat Peter Birgbauer, analista de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins.
Sin embargo, según los analistas, la estrategia de Obama se topó con baches casi desde su puesta en marcha. La aparición de nuevas iteraciones de organizaciones terroristas globales, junto con una floreciente guerra civil en Siria, significó que Estados Unidos todavía tenía que centrar una cantidad considerable de tiempo y recursos en una región donde ya estaba gestionando dos guerras.
Reactivación con Trump
Donald Trump llegó al poder prometiendo un enfoque mucho más duro con el gobierno de Xi Jinping. En sus primeros días en el cargo, hizo que su equipo económico elaborara planes para añadir aranceles a los productos chinos y exigió a Pekín que aumentara la cantidad de bienes que compraba a Estados Unidos.
En este contexto, Trump y Abe se reunieron durante la cumbre de la ASEAN en 2017 y acordaron llevar a cabo la denominada estrategia de un “Indo-Pacífico libre y abierto”, que se consideró una respuesta a la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China.
La visita coincidió con una reunión de funcionarios japoneses, indios, australianos y estadounidenses que incluyó el debate sobre el creciente protagonismo de Pekín en el Mar de China Meridional, y en la que Trump manifestó su interés en reactivar el Quad.
El Quad se reunió cinco veces entre 2017 y 2019. Buques navales de Estados Unidos, Australia, Japón e India participaron en el ejercicio Malabar en 2020.
Quad Plus
En marzo de ese año, los miembros del Quad celebraron una reunión con representantes de Nueva Zelanda, Corea del Sur y Vietnam para debatir sus respectivos enfoques sobre la pandemia Covid-19, lo que China consideró otro intento de ampliar la esfera de influencia. Esta nueva agrupación de estados clave del Indo-Pacífico se denominó “Quad Plus”. En mayo de 2021, ya bajo la Administración Biden, se celebró otra reunión en la que se invitó a Brasil e Israel, dos países sin frontera con el océano Pacífico, a participar en el formato Plus para discutir la distribución de las vacunas.
En febrero de este año, el Quad se reunió en Melbourne bajo la posibilidad de expandir el alcance de la organización ante el frente unido que representan Rusia y China, y que consideran una amenaza para el aperturismo y la soberanía de los países de la región. Y mañana se reúnen nuevamente en Tokio.
Estados Unidos quiere “afirmar la imagen de lo que podría ser el mundo si las democracias y las sociedades abiertas del mundo se unieran para dictar las reglas del juego” alrededor del “liderazgo” estadounidense, indicó hoy a periodistas el asesor para la Seguridad Nacional norteamericano, Jake Sullivan, a bordo de Air Force One. “Creemos que este mensaje será escuchado en Pekín. Pero no es un mensaje negativo y no va dirigido contra ningún país”, añadió.
Con información de AFP, ANSA y Reuters
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