¿Se prepara China para invadir Taiwán? Es la pregunta sobre la que se debate intensamente en muchos foros sobre China ahora mismo. Y también debería ser una de las principales preocupaciones geopolíticas para el próximo presidente de Estados Unidos.
La temperatura aumentó un poco más el 13 de octubre, cuando el presidente chino, Xi Jinping, visitó una base naval en el sur de la provincia de Guangdong y le dijo a sus marinos: “Prepárense para la guerra”.
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Sus comentarios hicieron que algunos periódicos sugirieran en sus titulares que una invasión es inminente.
Casi con total seguridad no lo es. Pero hay buenas razones para la urgencia con la que los expertos en China discuten sobre el futuro de Taiwán.
China y Estados Unidos llevan tiempo mirándose de reojo a cuenta de Taiwán. Beijing insiste en que la isla de 23 millones de habitantes forma parte del “territorio inviolable” de China.
Washington sostiene que cualquier solución que ponga fin a la larga separación de la isla de la China continental debe alcanzarse pacíficamente.
Este bloqueo incómodo se mantuvo durante décadas. Hasta ahora.
Xi Jinping piensa en su legado
Hay varias razones por las que el actual status quo no parece sostenible a largo plazo. La primera de ellas es Xi Jinping.
“Xi Jinping quiere recuperar Taiwán”, afirma el profesor Steve Tsang, director del Instituto de China de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres. “Quiere recuperar Taiwán antes de entregarle el poder a quienquiera que le suceda”.
Washington sostiene que cualquier solución que ponga fin a la larga separación de la isla de la China continental debe alcanzarse pacíficamente.
Este bloqueo incómodo se mantuvo durante décadas. Hasta ahora.
Xi Jinping piensa en su legado
Hay varias razones por las que el actual status quo no parece sostenible a largo plazo. La primera de ellas es Xi Jinping.
“Xi Jinping quiere recuperar Taiwán”, afirma el profesor Steve Tsang, director del Instituto de China de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres. “Quiere recuperar Taiwán antes de entregarle el poder a quienquiera que le suceda”.
Oriana Skylar Mastro, analista que estudia el poder militar chino en la Universidad de Stanford, afirma que dio la voz de alarma sobre Taiwán cuando Xi impuso en 2018 la supresión del límite de mandatos presidenciales en China, convirtiéndose de facto en un potencial presidente vitalicio
“De repente, todo lo que había dicho sobre Taiwán adquirió un significado diferente”, asegura esta experta. “Por el momento en el que dijo que quería que se resolviera este asunto, está ahora ligado a su legitimidad como líder y a su ejercicio como líder”.
El profesor Tsang cree que Xi Jinping se ve a sí mismo como una gran figura histórica llamada a completar la misión que otros sobresalientes líderes chinos, incluido Mao Zedong, no pudieron.
“Deng Xiaoping no pudo hacerse con Taiwán”, explica. “Ni siquiera el presidente Mao pudo. Y si Xi Jinping se hace con Taiwán, será no sólo más grande que Deng Xiaoping, sino también que Mao”.
Xi ha manifestado que la reunificación de Taiwán es “una demanda inevitable para el gran rejuvenecimiento del pueblo chino”. La fecha para la consecución de su proyecto para el “gran rejuvenecimiento” es 2049, cuando se cumplirán 100 años de la revolución comunista. Eso es dentro de casi 30 años.
Pero hay motivos para pensar que Xi Jinping tiene algo más de prisa.
El aumento del poder militar chino
El primero de ellos es que China podría tener pronto la capacidad militar suficiente para derrotar a Estados Unidos en una hipotética guerra por Taiwán.
“Durante los últimos 20 años, la pregunta principal que la mayoría se hacía fue si Estados Unidos defendería a sus socios y aliados”, dice Mastro. “Era una cuestión de determinación. ¿Vendrá Estados Unidos en auxilio de Taiwán? Pero a medida que el ejército chino ha avanzado, la cuestión ha dejado de ser ‘si vendrá’ para empezar a ser ‘si podrá’”.
La transformación del Ejército Popular chino en una fuerza moderna y dotada de alta tecnología ha ocurrido mucho más rápido de lo que muchos habían previsto.
La velocidad y alcance de esa transformación pudo verse en el enorme desfile militar celebrado en Beijing en octubre de 2019.
Entre la parafernalia habitual de tanques, artillería y lanzacohetes, había nuevos e impactantes sistemas armamentísticos, entre ellos cazas y drones y los llamados “planeadores hipersónicos”.
Todos estos sistemas están diseñados para atacar los buques portaaeronaves en los que Estados Unidos transporta sus grupos de combate en caso de que intentaran intervenir para proteger Taiwán.
El capitán James E. Fanell, director de la Inteligencia Naval de la Flota estadounidense del Pacífico hasta que se retiró en 2015 y ahora analista del Centro para la Política de Seguridad de Ginebra, dice haber identificado lo que llama “una década de preocupación”: la actual, entre 2020 y 2030.
“Creo que es la época más peligrosa”.
El experto señala que tanto el expresidente Hu Jintao como Xi Jinping dieron órdenes al Ejército de Liberación Popular (ELP) de que fuera capaz de tomar Taiwán militarmente alrededor de 2020.
“Han estado trabajando durante los últimos 20 años en alcanzar las capacidades de lanzar una invasión militar sobre Taiwán”.
El “fracaso” de EE.UU. en el mar del Sur de China
China ha estado midiendo paulatinamente la determinación de Estados Unidos, comprobando cuán lejos puede llegar antes de que Washington responda a las amenazas contra un aliado.
Y, según el capitán Fanell, Estados Unidos ha fallado repetidamente en esos exámenes, permitiendo que China tomara el control en 2012 del llamado Bajo de Masinloc, un atolón cuya soberanía se disputan China, Taiwán y Filipinas.
EE.UU tampoco hizo nada para frenar la construcción de una serie de enormes islas artificiales en el mar del Sur de China.
“Lo que ocurrió en el Bajo de Masinloc entre abril y junio de 2012 es el mayor fracaso de la política exterior de Estados Unidos en Asia desde que nuestros helicópteros despegaron de los techos de los edificios de la embajada en Saigón en 1975”, dice Fanell, en alusión a la derrota de Estados Unidos en la guerra de Vietnam.
“Fue un desastre y realmente tuvo el efecto de debilitar la credibilidad de Estados Unidos en Asia, ya que no hicimos nada para defender a Filipinas”, señala.
El asunto de Taiwán no es solo un asunto de recuperar lo que China llama sus “territorios perdidos”.
El control de la isla le daría a Beijing lo que el general Douglas MacArthur llamó “un portaviones imposible de hundir en el Pacífico”.
Mastro cree que una victoria china en Taiwán alteraría por completo el mapa estratégico de Asia.
“Si China llega a la guerra por Taiwán y gana, no solo logra la reunificación con Taiwán, sino que sería el fin del papel de Estados Unidos como líder en Asia tal y como lo conocemos”, explica.
“Así que, en realidad, son muchos los beneficios, desde la perspectiva china”.
En Washington, tanto republicanos como demócratas reconocen que la amenaza sobre Taiwán está creciendo. En un mensaje claro a China, el gobierno de Donald Trump ha aprobado ventas de armas a Taiwán por miles de millones de dólares, incluyendo por primera vez sofisticados misiles.
El riesgo de un error de cálculo
Pero sigue sin estar claro qué haría Estados Unidos si Taiwán es atacado. Para el capitán Fanell, eso es un error.
“La historia nos ha enseñado que la falta de apoyo al gobierno kuwaití le mostró a Sadam que tenía vía libre para meterse en Kuwait”, explica.
“Sabemos por la Guerra de Corea que los mensajes equívocos les dieron a China y Rusia la idea de que no habría problemas si atacaban la Península de Corea. Si no lanzamos algún mensaje definitivo sobre quiénes son nuestros amigos y aliados, y hasta dónde llegaremos para defenderlos, los estamos poniendo en riesgo”.
Pero el profesor Tsang dice que también hay lecciones para Xi Jinping en esos conflictos. Al final, Estados Unidos acudió en ayuda de la República de Corea y de Kuwait. Dice que China haría mejor en no subestimar la firmeza militar estadounidense ante una provocación.
“En el alma del Ejército de Estados Unidos está que luchará, luchará y luchará”, sostiene. “Si los chinos tienen esto en cuenta, podrían ser un poco más precavidos en sus cálculos y el riesgo de un fallo de cálculo se reducirá”.
El nivel más bajo
El enfado y los recelos por la covid-19 a la guerra comercial, la investigación a Huawei, el cierre recíproco de consulados y la expulsión de periodistas han llevado las relaciones entre Washington y Beijing a su nivel más bajo desde la matanza de Tiananmen.
Hay voces en ambos bandos que piden que el próximo presidente de EE.UU. rebaje la hostilidad y vuelva a una relación constructiva con China. Pero todos los expertos consultados concluyen que el viejo modelo de relación entre ambas potencias ha fracasado.
Aseguran que el nuevo presidente estadounidense debe encontrar un nuevo tipo de relación, más honesta, fuerte y en la que Estados Unidos sea más claro acerca de sus obligaciones e intenciones respecto a sus aliados, incluida Taiwán.
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