Las aguas del Océano Atlántico son el escenario de una intensa búsqueda contrarreloj. Titán, un sumergible utilizado para llevar a turistas y expertos a ver los restos del transatlántico británico Titanic, desapareció el domingo con su tripulación a bordo. La nave tiene tiene un máximo de 96 horas de oxígeno de autonomía para la respiración de las cinco personas que se encuentran en su interior.
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El submarino de 6,5 metros de largo comenzó su inmersión el domingo 18 pero perdió contacto con la superficie menos de dos horas después. La embarcación es operada por la empresa OceanGate Expeditions, que realiza inmersiones hasta la zona del histórico naufragio, con asientos a un precio de 250.000 dólares cada uno, según su sitio web.
Uno de los pasajeros fue identificado como el empresario británico Hamish Harding, cuya empresa de aviación había publicado en redes sociales sobre su expedición al área. El empresario paquistaní Shahzada Dawood y su hijo Suleman Dawood también están en la embarcación.
En las labores de búsqueda se desplegaron ya dos aviones, un C-130 estadounidense y un P8 canadiense equipado con un sonar capaz de detectar submarinos, según los guardacostas.
Lo ocurrido con Titán ha recordado otros casos de submarinos extraviados o accidentados. Recordamos algunos de ellos a continuación.
Pacocha (Perú)
El submarino Pacocha se hundió el 26 de agosto de 1988 cerca de las 6:50 de la tarde en el mar del Callao.
El Pacocha, un submarino de la Marina peruana, fue embestido por una embarcación pesquera japonesa cuando estaba de retorno a la Base Naval después de haber realizado algunos ejercicios de entrenamiento.
La embarcación japonesa era el barco atunero Kiowa Maru, que venía entrando a la terminal sin percatarse de la presencia del submarino.
A bordo de la nave iban 52 hombres, que se convertirían en los protagonistas de una increíble historia de supervivencia en la que 22 tripulantes atrapados debieron realizar escape libre del submarino hundido.
Su camino a la superficie terminó la mañana del 27 de agosto.
Kursk (Rusia)
El 12 de agosto del 2000 la explosión accidental de un torpedo provocó el hundimiento del submarino nuclear Kursk, insignia del armamento de Rusia.
La tensión por el destino de la nave mantuvo en vilo a Rusia durante nueve días. En total, 118 hombres quedaron atrapados a 108 metros de profundidad en el mar de Barents.
El accidente ocurrió cuando el gigantesco submarino de 154 metros de largo participaba en los ejercicios de gran escala de la Flota del Norte en las fronteras de Rusia y Noruega. Dos fuertes explosiones dejaron a la nave incomunicada. Solo se captaba el SOS que un ocupante del sumergible envió a través de golpes en el casco.
El Kremlin tardó cinco días más en dar luz verde a la operación internacional de rescate. Posteriormente, problemas meteorológicos dificultaron la operación.
Una nota encontrada posteriormente en uno de los bolsillos del uniforme que vestía el teniente Dmitry Kolesnikov evidenció que 23 de los marinos habían logrado sobrevivir a las dos explosiones que causaron el hundimiento.
El 21 de agosto la Armada rusa confirmó que los 108 tripulantes habían muerto.
ARA San Juan (Argentina)
Uno de los casos recientes que conmocionó a Latinoamérica y al resto del mundo es el del submarino de la Armada argentina ARA San Juan, que desapareció el 15 de noviembre de 2017 con 44 tripulantes a bordo. No hubo sobrevivientes.
La comunicación con el Ara San Juan se perdió luego de que hubiera una explosión en el cuarto de baterías producida por una filtración de agua. Fue entonces que empezó una ardua búsqueda que terminó trágicamente casi un año después.
Luego de más de 50 días de protestas, el gobierno argentino anunció la contratación por un plazo mínimo de dos meses y máximo de cuatro meses de la empresa Ocean Infinity, con base en Houston, Estados Unidos, operadora de la nave noruega Seabed Constructor, equipada con cinco vehículos submarinos autónomos (AUV) y tecnología de última generación.
El 17 de noviembre del 2018 el Seabed Constructor encontró el ARA San Juan a 907 metros de profundidad en el punto de interés N° 24, muy cerca del llamado “punto dato Cabo de Hornos 1″, entregado un año antes por el Buque Oceanográfico “Cabo de Hornos” de la Armada de Chile, considerado como el lugar más probable desde el momento de la desaparición de la nave.
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