El primer ministro de Sudán, Abdalla Hamdok, cuya liberación ha exigido la comunidad internacional desde que los militares lo arrestaron el lunes, está “en mi casa”, dijo el martes el general Abdel Fattah al Burhan, jefe del ejército.
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“Sí, detuvimos a ministros y políticos, pero no a todos”, dijo el general en una rueda de prensa para justificar su accionar. Hamdok, un ex economista de la ONU, “goza de buena salud” y “regresará a su casa cuando termine la crisis”, añadió.
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Los sudaneses se seguían manifestando este martes contra el golpe de Estado que derrocó al gobierno de transición, a pesar de la represión militar que dejó cuatro muertos y decenas de heridos.
Las voces críticas acusan a Abdel Fattah al Burhan de haber “traicionado” la “revolución” de 2019 que expulsó del poder al dictador Omar al Bashir. Él se defendió este martes diciendo que ha disuelto las autoridades de transición (el Consejo Soberano), integradas por civiles y militares, porque “algunos atacaban al ejército e incitaban contra este componente esencial de la transición”.
También habló del primer ministro Abdalla Hamdok, cuya liberación ha exigido la comunidad internacional desde que fue arrestado la víspera. Está “en mi casa”, aseguró el jefe del ejército.
Hamdok, un ex economista de la ONU, “goza de buena salud” y “regresará a su casa cuando termine la crisis”, añadió.
El primer ministro, convertido en la cara civil de la transición, fue detenido el lunes al amanecer junto con su esposa, muchos de sus ministros y otros dirigentes civiles.
Los manifestantes, cuya desobediencia civil ha convertido a Jartum en una ciudad muerta sin internet ni teléfono, se niegan a rendirse.
Aunque ahora sabemos dónde está el jefe de gobierno “no saldremos de las calles hasta que se reinstale el gobierno civil”, declaró a la AFP Hocham al Amin, un ingeniero de 32 años. Y después del fiasco en la cooperación entre militares y civiles “nunca volveremos a aceptar una alianza con el ejército”.
Tras dos años de transición que no ha dado resultados, el futuro político de este país pobre del este de África es una incógnita.
Para la troika de países (Estados Unidos, Gran Bretaña y Noruega) que mediaron antes en conflictos sudaneses, “las acciones de los militares traicionan la revolución y la transición”.
Para añadir presión a los golpistas, Estados Unidos anunció “suspender” una ayuda de 700 millones de dólares destinada a la transición que debía conducir este país a sus primeras elecciones libres tras tres décadas de dictadura de Omar al Bashir.
El Consejo de Seguridad de la ONU tenía previsto reunirse el martes para abordar el tema.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, afirmó que el primer ministro de Sudán “debe ser liberado de inmediato”.
Desobediencia y barricadas
Solo Moscú se desmarcó de las críticas y atribuyó el golpe a “una política equivocada” y a “la injerencia extranjera” en este país, donde rusos, turcos, estadounidenses y sauditas se disputan la influencia atraídos por sus estratégicos puertos en el mar Rojo.
De su lado, activistas prodemocracia declararon una “huelga general” y la “desobediencia civil” contra el golpe del general Burhan, que prometió formar un gobierno “competente” pronto y seguir con la transición hacia las elecciones libres.
Bajo un mar de banderas nacionales, miles de sudaneses tomaron las calles de Jartum. Para los manifestantes, se trata de “salvar” la “revolución” que tumbó a Bashir en 2019, tras una represión que mató a 200 personas.
El lunes, al menos cuatro manifestantes murieron por las balas “disparadas por las fuerzas armadas” y más 80 fueron heridos, indicó un sindicato de médicos prodemocracia.
“La opción de la dictadura”
Este proceso, motivo de orgullo para muchos sudaneses ante el desenlace decepcionante de otras revueltas prodemocracia en el mundo árabe, se tambaleaba desde hace tiempo.
En abril de 2019, militares y civiles acordaron expulsar a Bashir del poder y formar el Consejo Soberano, compuesto equitativamente de miembros de ambos bandos para organizar las primeras elecciones libres a finales de 2023.
El golpe frena la transición y expone con toda claridad la creciente fractura entre quienes pedían un gobierno exclusivamente civil y quienes reclamaban un ejecutivo de generales que sacaran a Sudán del marasmo político y económico.
Según Jonas Horner, investigador en el International Crisis Group, “este es un momento existencial para ambos bandos”, civil y militar, en un país donde ya hubo una intentona golpista hace un mes. “Este tipo de intervención [...] reintroduce la dictadura como opción”, dijo.
Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos, afirmó que temía que se produjera un “desastre” si “Sudán retrocede [...] tras décadas de dictadura”.
Ante las críticas, el general Burhan dijo que las nuevas autoridades respetarían los acuerdos internacionales firmados por Sudán, uno de los cuatro países árabes que normalizaron recientemente relaciones con Israel.
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