¿Viviría en un lugar en el que todo es perfecto excepto que está situado dentro de un volcán?, pues 200 personas sí lo hacen y aseguran estar tranquila y cómodamente. Asimismo, abren sus puertas a los turistas curiosos que quieren afrontar una experiencia dentro de un volcán convertido en ciudad.
Aogashima es una pequeña isla ubicada en Japón y está situada a unos 358 kilómetros de Tokio, la cual se originó a partir de fragmentos volcánicos de cuatro calderas subacuáticas que ocupan alrededor de nueve kilómetros cuadrados. Estos formaron el volcán llamado Ikenosawa con 1,5 km de diámetro y dentro suyo se encuentra Maruyama: el cono volcánico de 200 metros de alto que aún conserva su actividad.
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No es muy precisa la información respecto a cómo y cuándo comenzó a ser habitada esta isla que flota en medio de la corriente de Kuroshio. Lo que cuenta la historia japonesa es que, probablemente, las personas que vivieron en esta isla por primera vez pudieron haber sido llevadas por las aguas.
Aogashima apareció por primera vez en la historia en el siglo XV. Sin embargo, los contenidos son solo registros de accidentes marítimos como naufragios. Nos recuerda lo difícil que era el transporte marítimo en aquella época.
Tal parece, la adrenalina es una de las características de los habitantes de la isla, pues el volcán sigue en actividad. De hecho, en 1781 y 1785, se presentaron dos erupciones que mataron a la mitad de la población (300 personas) y, ante ello, los sobrevivientes decidieron abandonar el lugar por temor a vivir otro suceso de tal magnitud. No obstante, 50 años después al menos unas 100 personas volvieron para habitarlo.
El volcán y todas su comodidades
Las aguas termales son las características más llamativas del lugar y las cuales atraen a muchos turistas gracias a los vapores que expulsa el volcán.
Sin embargo, hay un atractivo que sorprende a muchos ya que quienes no viven en la isla se preguntan cómo logran tener ingresos, dado que el lugar se encuentra alejado de las grandes ciudades y la única manera de llegar allí es por barco y/o helicóptero.
Los habitantes cuentan con la fortuna de tener su propia industria que es una planta de producción de sal “levantada en el borde exterior del cráter”, como lo explica el medio ‘La Razón’.
Del mismo modo, otra de sus fuentes de ingreso es el turismo que, aunque llegan con temor de que el volcán vuelva a hacer erupción en cualquier momento, disfrutan de la calidad de quienes allí habitan, las calles en perfectas condiciones, la climatización de todos los rincones de la isla, los famosos saunas Fureai y la lluvia de Perseidas, que se da principalmente en el mes de agosto.
Un volcán como lugar turístico
Tenga presente que debe hacer una reserva antes de ir a Aogashima, dado que solo hay seis casas de huéspedes en la isla, por lo que, incluso, si se comunica con los encargados de turismo después de viajar al lugar, no podrán responder de inmediato. Por tanto, rechazarán el embarque si no pueden confirmar su reserva de alojamiento con cada compañía de transporte.
Dicho lo anterior, los visitantes podrán disfrutar de distintos lugares turísticos como Puerto de Aogashima, Maruyama, Hingya, Sauna de contacto, entre otros, según reseña el portal oficial del Gobierno de la isla.
Puerto de Aogashima
Dado que el muelle para los barcos de pesca está en tierra, estos son halados con una gran grúa cada vez que zarpan y en invierno los turistas pueden ver ballenas de cerca.
Maruyama
El volcán se encuentra al interior de la isla con dos antiguos cráteres, los cuales fueron levantados por la erupción de Tenmei (1785).
Hingya
Hingya se deriva de la palabra ‘hinokiwa’. En el distrito de Ikenosawa, podrá ver una cantidad de agujeros que emiten vapor llamados ‘hingya’ en el idioma de la isla. De hecho, Hingya se usaba para calentar y cocinar cuando no había electricidad.
Sauna de contacto
El sauna utiliza el calor de Hingya y su temperatura es de 60 grados. Dado a que es calor natural, el temple y la humedad varían ligeramente según el día.
El paraíso vs. el miedo
Aogashima se ha convertido en uno de los lugares más llamativos para los viajeros, ya que presta casi todas las comodidades y, sin importar la travesía para llegar, hay turistas que quisieran quedarse allí.
Aunque es un lugar paradisiaco, diariamente se convive con el miedo de ser víctimas del infierno que se desataría ante una erupción como la que ya se padecieron en dos oportunidades. Puede ser que en algún momento la furia de la naturaleza se apodere de los sueños, el desarrollo, la sustentabilidad, el turismo, los habitantes y el lugar que ha visto crecer a decenas de japoneses.
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