El sacerdote español Francisco de Paula Oliva, periodista y abanderado de las causas sociales, falleció este lunes en Paraguay a los 93 años, según confirmó la orden religiosa de los jesuitas, a la que pertenecía.
“Hoy en la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, titular de la Compañía, siendo las 15.00 horas, acudió a la Casa del Padre nuestro compañero Francisco de Paula Oliva. Los Jesuitas de Paraguay damos gracias a Dios por su testimonio de vida”, indica una publicación en Twitter.
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Sus restos mortales son velados en el Tinglado Centro Comunitario Cristo Solidario, en el Bañado Sur, la populosa y humilde barriada de Asunción en la que trabajaba desde hace décadas y en la que era un vecino más.
Desde este lugar que formaba parte de su vida cotidiana, partirá este martes el cortejo fúnebre en dirección a la iglesia Cristo Rey, donde a las 8.00 horas (11.00 GMT) se oficiará una misa para honrar su memoria.
Posteriormente, Oliva será sepultado en la Casa de retiro (jesuita) Santos Mártires, en Limpio, en las afueras de Asunción.
Expulsado por la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), el Pa’i Oliva, como se le conocía (pa’i es padre en guaraní), vio la primera luz en Sevilla (suroeste de España) el 14 de octubre de 1928, aunque aseguró que haber pisado Paraguay por primera vez en 1964 había sido “volver a nacer”.
“El país cambió mi pensamiento social y político. Hasta entonces, yo había vivido en España una religión separada de la realidad. En Paraguay me di cuenta de que, para que una fe sea auténtica, tiene que comprometerse con el entorno”, explicó Oliva en entrevista con Efe en 2015.
A raíz de esa “iluminación”, el jesuita se volcó en “ayudar a pensar a los jóvenes”, mediante la emisora de radio que fundó en la Universidad Católica de Asunción.
En los años 60, Stroessner no vio con buenos ojos la labor de un predicador como Oliva, que buscaba despertar la conciencia crítica, por lo que fue detenido y “animado” a irse a Argentina, donde vivió.
También lo hizo en Nicaragua y España, desde donde retornó a Asunción en 1996.
“Cuando volví a Paraguay, me recibieron como a un héroe, casi como un tipo de museo. Era muy aburrido. Así que decidí ir a vivir al Bañado”, relató en 2015 sobre esa barriada a la que apenas llegan los servicios del Estado o la municipalidad capitalina.
Allí predicó en varias capillas, mantuvo una escuela de formación secundaria, una radio comunitaria y un comedor para personas con discapacidad.
Además, fundó una cooperativa para madres solteras que trabajaban en una peluquería y un restaurante en el barrio.
“No basta con llegar y tocar una campana para que la gente vaya a misa. La pobreza hace que la gente no se acerque a la iglesia. Hay que luchar para cambiar las cosas. El cristianismo es revolución y compromiso con lo real”, sentenció.
En 2019, Oliva fue homenajeado por la Cámara de Senadores de Paraguay en un acto de reconocimiento que dijo aceptar en nombre del pueblo de Paraguay.
A comienzos de noviembre, en el transcurso de una visita a Paraguay, en la que conoció de primera mano la obra de la cooperación española en el país suramericano, la reina Letizia pudo compartir tiempo con él.
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