El primer ministro británico Rishi Sunak parece estar fracasando en su promesa de alejar de los escándalos al gobierno del Partido Conservador. La polémica más reciente del Ejecutivo tiene como protagonista a su ministro de Justicia y número dos, Dominic Raab, quien dimitió este viernes 21 tras haber sido acusado de cometer acoso laboral contra varios funcionarios públicos durante su paso por distintas carteras unos años atrás.
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Es un momento de derrota para Raab, cuyo futuro político estuvo en el limbo por varios meses. En noviembre del 2022, el gobierno nombró a un abogado principal, Adam Tolley, para llevar a cabo una investigación independiente luego de recibir ocho quejas formales por el comportamiento del que también era viceprimer ministro cuando fue ministro del Brexit (2018), Exteriores (2019-2021) y en su primera etapa como ministro de Justicia, entre setiembre del 2021 y setiembre del 2022.
El resultado de esa pesquisa se tradujo en un esperado informe que el jueves 20 fue entregado a Sunak. “Si se confirma una acusación de acoso, renunciaría”, dijo días atrás Raab, quien finalmente cumplió y renunció.
“Yo pedí la investigación y me comprometí a renunciar si contenía cualquier hallazgo de ‘bullying’. Creo que es importante mantener mi palabra”, escribe en su carta de dimisión.
El propio Sunak se ha visto salpicado por su rol en el escándalo, pues muchos se preguntan si el primer ministro nunca presenció o estaba al tanto del trato de Raab hacia el personal.
Raab es considerado un aliado importante de Sunak. Fue una de las figuras que más apoyó su candidatura al liderazgo conservador en sustitución de Liz Truss, quien estuvo pocas semanas en el cargo.
Como parte de su estrategia para enfrentar el problema, Raab pagó sus propios honorarios legales durante la investigación.
En la investigación del Partygate, los contribuyentes pagaron la factura de los abogados del hoy exprimer ministro Boris Johnson que hasta ahora asciende a 220.000 libras esterlinas.
“Un matón”
Durante meses, las preguntas sobre la conducta de Raab han seguido cada uno de sus movimientos públicos. Las acusaciones en su contra, que se manejaron de manera anónima, se centran en que el político ha tenido un trato abusivo con sus colaboradores.
“Existen informes generalizados de que muchos funcionarios públicos estaban descontentos con su comportamiento, que a veces se describió como intimidatorio, humillante y excesivamente exigente”, dice el diario “The Guardian”.
El medio señala que los aliados de Raab lo han retratado como un ministro exigente que espera mucho de sus funcionarios y sabe exactamente lo que quiere, pero siempre es profesional.
Finalmente, el informe de Tolley sobre ocho quejas de acoso laboral contra el exministro británico halla pruebas de conducta potencialmente acosadora en dos casos, cuando el diputado era respectivamente ministro de Justicia y Exteriores.
El documento describe su comportamiento con los funcionarios como “intimidatorio”, “insultante” y “abusivo”, aunque en ocasiones no fuera “intencionado” o supuestamente él no fuera consciente de ello. Según el informe, la conducta de Raab implicó un abuso o mal uso del poder “de una manera que socavó o humilló y fue más allá de lo razonablemente necesario para que su decisión se efectuase e introdujo un elemento punitivo”.
También se pone como ejemplo el comportamiento de Raab en una reunión en la que desaprobó el trabajo de su equipo en el Foreign Office. “Actuó de una manera que fue intimidante, en el sentido de irracional y persistentemente agresiva”, dice el resultado de la investigación.
En marzo, un exfuncionario del Ministerio de Relaciones Exteriores le dijo al medio ITV News que sentía que Raab era “100% un matón”.
El ex empleado anónimo afirma que Raab supervisó una atmósfera tóxica cuando estaba a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Los funcionarios estaban “aterrados de tener interacciones con él, pero también de interactuar con su oficina”, dijo, y agregó que también había sido testigo de cómo Raab no hacía “absolutamente nada” cuando un colega estaba siendo acosado por otra persona.
“Creo que puedes tener grandes expectativas y no ser un matón. Creo que tenía grandes expectativas y era un matón”, dijo.
Raab ha negado con vehemencia cualquier comportamiento intimidatorio o intimidatorio, diciendo que “se ha comportado profesionalmente en todo momento”.
Importante trayectoria
Raab, de 49 años, fue elegido al Parlamento por primera vez en el 2010 y ha desempeñado altos cargos en el gobierno, como secretario de Justicia y del Exterior.
Luego de ver sus esperanzas de pertenecer al gabinete se vieran frustradas repetidamente por Theresa May, finalmente fue designado viceprimer ministro por Boris Johnson.
Durante la gestión de Johnson, Raab se hizo cargo interinamente del gobierno cuando el primer ministro fue hospitalizado con COVID-19 en abril del 2020.
Descrito por la BBC como un “ambicioso ex abogado”, Raab es hijo de un refugiado judío de origen checo que huyó de los nazis en 1938. El hoy número dos del gobierno fue criado en Buckinghamshire y se licenció en derecho en la Universidad de Oxford antes de cambiarse a Cambridge para su maestría.
Trabajó como abogado en el Ministerio de Relaciones Exteriores antes de entrar en la política en 2006. Fue elegido por primera vez diputado conservador por Esher y Walton en mayo del 2010.
Dominic fue Secretario de Estado para la Salida de la Unión Europea de julio a noviembre del 2018.
Anteriormente fue Ministro de Estado de Vivienda en el Ministerio de Vivienda, Comunidades y Gobierno Local del 9 de enero del 2018 al 9 de julio del 2018.
Fue Ministro de Estado en el Ministerio de Justicia del 12 de junio del 2017 al 9 de enero del 2018. Dominic se desempeñó como Subsecretario de Estado Parlamentario (Ministro de Derechos Humanos) en el Ministerio de Justicia del 2015 al 2016.
La BBC recuerda que su ascenso a través de las filas ministeriales no ha estado exento de controversia. Por ejemplo, durante describió a algunas feministas como “intolerantes odiosas” en un artículo en línea del 2011 en el que dijo que los hombres estaban recibiendo “un trato crudo”.
“En 2017, fue calificado de “ofensivo” por el entonces líder demócrata liberal Tim Farron después de decir que “el usuario típico de un banco de alimentos no es alguien que está languideciendo en la pobreza, es alguien que tiene un problema de flujo de efectivo”, añade el medio.
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