Cubierto por varias mascarillas, una visera y un traje protector, el doctor Joseph Varon se inclina hacia una de sus pacientes con covid-19 y saluda con su mano frente al teléfono que ella sostiene.
Del otro lado de la videollamada, familiares de esta mujer, Gloria García, manifiestan su alegría al ver al médico que ayudó a salvarla de la enfermedad.
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Varon, responsable de personal del pequeño hospital United Memorial, situado en un barrio desfavorecido del norte de Houston, Texas, fue noticia la semana pasada cuando se viralizó una foto suya abrazando a un paciente anciano que cursaba la enfermedad, el día de Acción de Gracias.
En la imagen, un hombre delgado y de pelo blanco tiene la cabeza hundida contra el brazo del médico, apenas reconocible bajo su equipo pero encorvado en un gesto de consuelo.
Un momento de clara empatía que se convirtió en símbolo de la crisis que atraviesa el país, que enfrenta un repunte espectacular de la epidemia desde hace varias semanas.
Este viernes, mientras saluda a la familia de la señora García, el médico intenta además tranquilizarla.
Pero que tenga esos gestos de compasión no quiere decir que no esté agotado.
AFP lo acompañó en su 263ª jornada de trabajo consecutiva. “Mantengo la cuenta de estos días mejor que mi cuenta bancaria”, dice.
Ha ganado 15 kilos. “Como lo que me traen, porque no sabes cuándo podrás volver a comer”, explica señalando una caja de donuts.
Incluso las pocas horas que pasa en su casa cada día se ven interrumpidas por interminables llamadas telefónicas. Solo duerme, dice, de una a dos horas por noche. “No me preguntes cómo hago esto”.
No es el único. En julio, él mismo alertó a los medios de comunicación sobre las dificultades que enfrentan sus equipos.
El personal “está muy cansado. Las enfermeras estallan en llanto en medio del día. Se van a quebrar porque están abrumados por la cantidad de casos”, dijo a la AFP. “Están exhaustos”.
Refuerzos
Dentro de la unidad de cuidados intensivos, las camas están todas ocupadas.
Sentada al borde de la suya, Gloria García arregla su peinado y su maquillaje antes de su videollamada. Pero muchos están acostados sobre cojines. Pegados en las paredes hay carteles y tarjetas que desean a los enfermos una “buena recuperación”.
Los rostros del personal médico apenas se ven detrás de sus gafas y mascarillas. Algunos, incluido el doctor Varon, tienen su foto colgada del cuello.
Durante el verano llegaron refuerzos militares junto con un equipo médico, pero no se quedaron.
El hospital aún se beneficia de la ayuda de enfermeras que vienen de otras partes del país desde el inicio de la pandemia, para ayudar en lo que sea necesario.
Demetra Ranson salió de Florida para viajar primero a Nueva York, el epicentro del brote en la primavera boreal, y luego a otros puntos calientes antes de llegar a Houston.
Para consolar a los pacientes, a menudo les toca los brazos o los hombros e incluso habla con quienes no pueden responder, explica. Ella les dice dónde están, por si acaso pueden escucharla.
“Cazadores de covid”
Las cosas no deberían haber llegado a esto, cree el doctor Varon, quien a menudo ha expresado su “frustración” por la falta de respeto de los texanos por las reglas sanitarias.
“Las personas hacen todo lo que está mal, van a bares, restaurantes”, lamentó en CNN. “La gente no escucha y termina en mi unidad de reanimación. Tienen que saber que no quiero tener que abrazarlos”.
En noviembre, este estado se convirtió en el primero en el país en superar el millón de casos de coronavirus.
El gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, ordenó un cierre de un mes en abril, pero cumplido ese plazo no lo extendió. El uso de una mascarilla solo fue obligatorio en julio.
Para Joseph Varon, las próximas seis a doce semanas, junto con las fiestas de navidad y fin de año, serán “las semanas más oscuras de la historia moderna de la medicina en Estados Unidos”, pronosticó a ABC.
Se habilitó una nueva morgue para fortalecer la capacidad del hospital.
El personal se prepara para ello tanto como puede. Durante los raros momentos de calma, en una sala adornada con una pancarta en la que se lee “Cazadores de covid”, tratan de recuperar el aliento.
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