Lorenzo y Alfredo, Ilan y Deborah: las víctimas del edificio derrumbado en Surfside, cerca de Miami, ya no son números sino nombres y rostros que adornan un memorial improvisado instalado este sábado en la cerca del campamento base de los socorristas.
Detrás de las rejas, a una calle de distancia, todavía sale humo del edificio Champlain Towers, que presenta un ala amputada, y se escucha el sonido de grúas que limpian los escombros del desplome del inmueble, en la madrugada del jueves, que dejó al menos cuatro muertos y 159 desaparecidos.
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Debajo de la foto de Alfredo, el padre, y su hijo adolescente de cabello oscuro Lorenzo, la palabra “FALTA” y un mensaje: “Un amigo de la familia me dice que estaban en el departamento 512”.
También se puede ver las fotografías de una pareja de ancianos sentados a una mesa en un restaurante, la de un joven de traje y pajarita, o la de una pareja abrazándose en la playa, Ilan Naibryf y Deborah Berezdivin.
Hay quienes reprodujeron pasajes de la Biblia que pegaron con notas adhesivas. Alrededor de las fotos hay ramos de flores y se colocaron velas en el suelo.
“Vemos el humo a lo lejos, y aquí los rostros de los desaparecidos, ahora son inolvidables”, dijo a la AFP Olivia Ostrow, una francesa que vive desde hace 20 años en este pequeño pueblo al norte de Miami.
“Ponemos caras a estos 159 desaparecidos, estos padres, estos niños. Son personas como nosotros”, explica con lágrimas en los ojos.
Gina Berlin, que vive en el barrio desde hace casi 30 años, vino a rezar por los desaparecidos. “Todavía estoy en estado de shock”, dijo la mujer de 54 años, que tiene un par de amigos en la parte intacta del edificio que pudieron escapar.
Paz y meditación
En medio del ruido de los generadores eléctricos y los vehículos de emergencia que van y vienen del campamento base es muy difícil el recogimiento. La policía prohibió incluso por un tiempo a la población detenerse frente al monumento.
Unas calles más lejos, la calma de un parque transformado también en lugar de memoria contrasta con el ruido de grúas.
En la esquina de una calle de casas pequeñas, los vecinos han montado un pequeño monumento a la entrada de un espacio para perros.
En las rejas colgaron ramos de flores, mensajes de apoyo y los nombres de varios desaparecidos, con el número de su apartamento.
Dana Culvin, de 53 años, tuvo la idea el viernes. “Solo quiero transmitir mis oraciones y mi amor a la comunidad y especialmente a quienes están esperando respuestas”, dijo, refiriéndose a las familias de las personas desaparecidas.
“Aquí se puede encontrar paz”, dice Daniel Calzadilla, sentada en un banco del parque. “Conozco a muchas familias que han fallecido, la meditación es algo muy bueno para sentir calma en el cuerpo y la mente”, explica.
Al pasar frente al parque, Raphael Amar se detiene frente al monumento.
Este miembro de la comunidad judía de 63 años, nacido en Marruecos y residente en Surfside desde hace 20 años, regresa de la sinagoga, donde el ambiente era muy pesado en este día de Shabat “por toda esa gente que falta”.
Muchos judíos se encuentran entre los desaparecidos del edificio, pero este pequeño monumento “muestra que somos una comunidad en este pequeño pueblo. Todos somos vecinos, y eso crea un extraordinario sentimiento de unidad”.
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