Donald Trump dejó calladamente de ser presidente de Estados Unidos este miércoles en su club Mar-a-Lago de Palm Beach (Florida), adonde llegó poco antes de que el demócrata Joe Biden asumiera la Presidencia en una ceremonia en Washington de la que él estuvo ausente por voluntad propia.
Acompañado de su esposa, Melania, su hija Tiffany y el flamante prometido de esta, Michael Boulos, Trump, que aún no concedió la victoria de Biden, llegó a Palm Beach siendo todavía presidente a bordo del Air Force One, que había partido de la base Andrews, en Maryland.
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UN TRUMP INUSUALMENTE CALLADO Y DISTANTE
En contra de su costumbre, no hizo declaraciones en el aeropuerto y se dirigió directamente a Mar-a-Lago, la mansión convertida en un club privado donde estableció su domicilio particular desde fines de 2019.
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No hubo mítines ni tampoco multitudes para darle la bienvenida a Florida, su nuevo hogar, como se esperaba.
Los canales de televisión, incluido Fox News, que fue su fiel seguidor en los cuatro años de su Presidencia, no cortaron la transmisión de la ceremonia de investidura de Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris, primera mujer en llegar a ese cargo en la historia de Estados Unidos, para mostrar la llegada de Trump.
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A lo largo del camino que lleva desde el aeropuerto, situado en West Palm Beach, a Palm Beach, una isla plagada de lujosas mansiones y unida al continente por varios puentes, se apostaron partidarios de Trump con banderas, carteles, gorras y camisetas.
La comitiva no se paró en ningún punto del recorrido, que se hace en unos 13 minutos, y Trump solo saludó a sus seguidores desde el interior del vehículo que lo transportaba.
“BIDEN NO ES MI PRESIDENTE” EN CAMISETAS DE TRUMPISTAS
Rosa Pestana, una cubana de 76 años llegada a EE.UU. en 1971, esperaba en un punto del recorrido con la esperanza de dar un beso a Trump, según le contó a Efe.
Pestana, que huyó del comunismo porque “es un cáncer que hace que todo el mundo sea pobre”, aseguró que es imposible que un político “senil” haya ganado las elecciones “sin hacer trampa” y asegura que el nuevo presidente, de 78 años, “en poco va a tener Alzheimer” y Harris va a quedar de presidenta.
Argumentos que los seguidores de Trump han repetido en los cuatro rincones de Estados Unidos desde que se supo que Biden había ganado las elecciones de noviembre y su líder dijo haber sido víctima de un “robo” y trató sin éxito de revertir los resultados.
Con una camiseta con la leyenda “Biden no es mi presidente electo”, Don Smith dijo a Efe que el demócrata no debería ser el mandatario número 46 de Estados Unidos debido al “fraude sin precedentes” de las elecciones de noviembre.
Algunos de los carteles que llevaban los que acudieron a dar la bienvenida al ahora expresidente eran los mismos de la campaña electoral con los nombres de Trump y de Mike Pence, quien fue hasta hoy su vicepresidente, pero el de este último estaba tachado.
Es la manera de los partidarios de Trump de manifestar su descontento por el hecho de que Pence reconociera la victoria de Biden y no accediera a revertir el resultado electoral.
“Abajo Kamala, abajo el comunismo”, gritaban unas 10 personas, la mayoría sin mascarillas, al frente de una iglesia ortodoxa griega antes del puente que lleva a Mar-a-Lago, por donde cruzó la comitiva de Trump.
También había personas con camisetas de la organización ultraderechista y supremacista “Proud Boys” (“Chicos orgullosos”), cuyo líder en Florida, Enrique Tarrío, está preso por incitar a la violencia, así como otros de sus miembros por participar en el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero.
Ese hecho es posiblemente el más oscuro de la Presidencia de Donald Trump y puede cortar sus aspiraciones de ser candidato a la Casa Blanca en las elecciones de 2024.
Antes de dejar la Presidencia, Trump fue acusado de incitar la violencia desatada por una turba de sus partidarios en el Congreso, donde causaron destrozos y se enfrentaron a la Policía.
Cinco personas murieron y la Cámara de Representantes aprobó someter a Trump a un juicio político, algo que quedó en manos del Senado y que todavía puede tener consecuencias.
Antes de irse de la Casa Blanca, Trump firmó los indultos de una larga lisa de personas, desde el ultraderechista Steve Bannon hasta los raperos Lily Wayne y Black Kodak y el marido de la comentarista de Fox News Jeannine Pirro.
También firmó un decreto para librar por 180 días de la deportación y la expulsión del país a los venezolanos que no tengan cuentas con la justicia y estén indocumentados en el país.
Cubanos y venezolanos exiliados forman parte de la base de Trump en Florida, un estado donde obtuvo una cómoda victoria frente a Biden, en contra de lo que decían las encuestas, y donde hoy inicia su vida como expresidente.
“Se equivocan los que escriben el obituario político del presidente Trump”, enfatizó el martes a Efe el analista republicano Alfonso Aguilar.
En su última declaración pública como presidente, en la base Andrews, dijo que “han sido cuatro años increíbles” los de su Gobierno y apuntó al futuro al asegurar que volverá “de algún modo”.
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