Incluso antes de ser la estrella de Fox News y acusado de llenar de ideas racistas a los estadounidenses -como Payton Gendron, protagonista del tiroteo de esta semana en Buffalo-, Tucker Swanson McNear Carlson se vestía como campeón de concurso de deletreo con actitud de sabelotodo. La corbata michi lo acompañó desde 1984.
A los catorce años decían que se parecía al típico muchacho californiano de los años 50 aficionado a la playa, y era tan elocuente que reinó en los concursos de debate del colegio. Su mejor jugada en la época, cuenta con algo de malicia “The New Yorker”, fue salir con Susie, la hija del director. Resultó que él “no llamó la atención de las universidades de prestigio”, pero su suegro lo recomendó con el Trinity College. Antes de terminar la carrera, se casó con Susie.
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Lo que siguió fue un intento por trabajar en la CIA. Mejor suerte tuvo en la ciudad de Little Rock, donde cubrió policiales en el “Arkansas Democrat-Gazette”, y más tarde, ya por 1995, el “Weekly Standard” le dio una voz, que pulió con sorna y buen humor. Nada podía advertir que, décadas más tarde, sería eliminado de “Dancing with the Stars”. La corbata michi -que Carlson utilizó hasta el 11 de abril del 2006- terminó en el suelo.
La televisión le fue esquiva y por eso abrió el portal Daily Caller, donde llamó la atención de Fox News, que lo invitó a colaborar. Sus apariciones se destacaron del resto, recuerda “The New Yorker”, y le ofrecieron un trabajo en el que tenía que elegir una verdad y jamás cuestionarla. Carlson se volvió así en un fiel conservador de lengua afilada con quienes disentía, cuya llegada al estrellato coincidió con el ascenso de Donald Trump -a quien apoyó- y el “interés por las noticias políticas”. Hoy por hoy, más de tres millones de personas miras el “Tucker Carlson Tonight”.
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La lupa sobre Carlson
Tucker Carlson (San Francisco, 1969) se burló de que Argentina quisiera cambiar su deuda con el Fondo Monetario Internacional por acciones a favor del medioambiente. También dijo que los tacos eran comida “de Estados Unidos” y culpó a la migración ilegal de llenar partes del país de “basura y desperdicios que degradan la tierra y matan la vida silvestre”. Recientemente, grabó un especial sobre la “pérdida de virilidad” y entrevistó a un supuesto científico que aconsejaba la fototerapia testicular.
“El País” ha escrito que él les habla a los estadounidenses blancos asustados y molestos, esos que creen que “la administración de Biden es un incompetente Gobierno socialista superado por la inflación y la inseguridad ciudadana, que observa las minorías con recelo”. También los que ven un héroe en “Kyle Rittenhouse, el muchacho de 17 años que salió armado con un fusil una noche de verano de 2020, mató a dos personas e hirió a otra durante los disturbios que siguieron a una protesta antirracista en Kenosha (Wisconsin)”. De hecho, Rittenhouse le dio su primera cuando fue declarado inocente.
La teoría conspirativa de "El Gran Reemplazo", popular entre los nacionalistas blancos, es una ideología racista según la cual la gente blanca y su influencia están siendo “reemplazadas” por la gente no blanca.
Esta postura fomenta la creencia de que las élites izquierdistas y judías están diseñando el reemplazo étnico y cultural de las poblaciones blancas por inmigrantes no blancos que conducirá a un "genocidio blanco".
Según esta creencia, la cábala de la élite política y empresarial se mantendría en el poder gracias a las masas de personas no blancas endeudadas.
Se cree que tiene sus raíces en el nacionalismo francés de principios del siglo XX. Fue popularizada en los últimos años por el escritor francés Renaud Camus, quien cree que la inmigración procedente de África y Oriente Medio acabará provocando la extinción de la raza blanca europea autóctona, según la organización sin ánimo de lucro ADL (Liga Antidifamación).
“The New York Times” recuerda que el gusto de Carlson por la teoría del “Gran Reemplazo” -que tanto interesa a los supremacistas blancos- no es nuevo. Antes ya le dio cuerda a la “teoría de la conspiración racista que alguna vez estuvo relegada a los márgenes de la extrema derecha que asegura que las élites occidentales están importando votantes inmigrantes ‘obedientes’ para quitarles el poder a los ciudadanos nacidos en el país”.
Según una investigación del medio, en más de 400 programas Carlson repitió “la idea de que los políticos demócratas y otros quieren que haya una cambio demográfico a partir de la migración”. Así se entiende que el exlíder del Ku Klux Klan, David Duke, tuiteara que él debía postularse a la presidencia con Trump; o que Andrew Anglin, del portal nacionalista The Daily Stormer, lo considere “el gran aliado” de su causa.
De allí que también se le vincule con Payton Gendron, quien el último sábado asesinó a varios afroamericanos y dejó vivo a una persona de tez blanca en la tienda Tops. Según la agencia AP, un documento que Gendron supuestamente habría escrito, dice que buscaba “aterrorizar a todas las personas que no eran blancas ni cristianas y hacer que abandonaran el país”. Era fan de la teoría del “Gran Reemplazo”.
Carlson ha rechazado cualquier comparación entre sus ideas y las de Gendron. Al contrario, culpó a los demócratas “incluido el presidente Joe Biden, por una “campaña coordinada para culpar de esos asesinatos a sus oponentes políticos”.
¿Se le puede acusar a Carlson de ser tan influyente en las personas? ¿Qué tan poderosa es su opinión? Al respecto, el periodista Malcolm Gladwell (“The Washington Post” y “The New Yorker”) ha escrito que, si bien Carlson es el más visto en la televisión por cable, su audiencia es, en perspectiva, pequeña. “En un país de 326 millones de personas, él llega a tres”, sostiene. “¿Eso significa tratarlo con indiferencia? Definitivamente, no”.