Un año después del asesinato en irak del general iraní Qasem Soleimani y del iraquí Abu Mehdi al Muhandis, por orden de Washington, los iraquíes temen un nuevo enfrentamiento irano-estadounidense en su país, más polarizado que nunca.
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Con esta operación, el 3 de enero de 2020 en Bagdad, Irak perdió al hombre que mantenía bajo control a las facciones proiraníes en el país y facilitó la llegada de un primer ministro más proestadounidense, Mustafa al-Kazimi.
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Este cambio exacerbó las tensiones. El país, que vive su peor crisis económica por la caída del precio del petróleo, está atenazado entre un primer ministro sin base popular ni parlamentaria y nuevos grupúsculos proiraníes, que no responden a nadie en Bagdad, y acusan a Kazimi, también jefe de la inteligencia exterior, de complicidad en estos asesinatos.
“En caso de escalada (...) hay grandes posibilidades de que caiga el gobierno. Los grupúsculos (pro-Irán) tienen aliados políticos que pueden derrocarlo”, asegura a la AFP Sajad Jiyad, del centro de reflexión Century Foundation.
“Cortar las orejas”
Una detención reciente ha mostrado hasta qué punto la situación es peligrosa para el país, sometido al creciente desafío de milicianos muy entrenados y fuertemente armados.
A finales de diciembre, las autoridades detuvieron a un combatiente de Asaib Ahl al Haq, una de las facciones más poderosas de las milicias Hashd al Shaabi, una coalición de exparamilitares proiraníes -antiguamente dirigida por Muhandis-- y ahora integrada en el Estado.
El detenido está acusado de planificar ataques contra estadounidenses, aseguran a la AFP fuentes de la seguridad.
Miembros de Asaib salieron a las calles de Bagdad para reclamar su liberación.
“Kazimi, si no das marcha atrás, serás castigado”, advierten hombres con el rostro cubierto y armados hasta los dientes en un vídeo en línea. Otro grupo quiere “cortar las orejas” del “traidor” que no debe “poner a prueba la paciencia” de las brigadas del Hezbolá, la facción proiraní más radical del país, alerta uno de sus portavoces.
Kazimi, aunque pidió prudencia, dijo estar “preparado para una confrontación decisiva si fuera necesario”.
Pero el combatiente detenido será entregado a la Seguridad del Hashd, aseguran fuentes de la seguridad a la AFP, lo que ha decepcionado a muchos iraquíes.
En junio, 13 milicianos detenidos por disparar cohetes contra objetivos estadounidenses se beneficiaron del mismo acuerdo. Fueron liberados menos de 72 horas después por el aparato de seguridad del Hashd, dando la impresión de que las autoridades son incapaces de imponerse.
“La gente está harta de ver cómo se viola la ley y quiere que (las autoridades) hagan cesar esto rápidamente pero las fuerzas armadas tienen miedo de hacer algo ya que no se sienten apoyadas por la dirección política”, acusa un responsable político.
Diálogo y amenazas
Sin la fuerza política y militar necesaria para ganar un enfrentamiento directo con los grupos armados proiraníes, el gobierno busca el apoyo de su vecino.
Abu Jihad al Hachemi, principal emisario de la oficina del primer ministro iraquí en Teherán, se reunió con dirigentes iraníes para, según Jiyad, tratar de convencer a Irán de controlar a sus aliados en Irak y hacer que cesen los ataques contra diplomáticos y soldados estadounidenses.
Pero la tregua de las milicias proiraníes anunciada el pasado otoño boreal pronto ha quedado en papel mojado. Se han vuelto a reanudar los ataques -más de un centenar en un año- contra intereses estadounidenses.
Drones sobrevuelan regularmente la embajada estadounidense y la base militar adyacente de la coalición contra el grupo Estado Islámico, dijo a la AFP un militar estadounidense.
La respuesta estadounidense es la misma que hace un año. Al referirse a “especulaciones sobre nuevos ataques contra estadounidenses en Irak”, Trump ha advertido: “si matan a un estadounidense, responsabilizaré a Irán”.
El dron que mató a Soleimani y a Muhandis fue consecuencia de la muerte de estadounidenses y del sitio, por partidarios de Irán, de la embajada estadounidense en Bagdad.
Después, los diplomáticos estadounidenses “no esenciales” abandonaron el país, al igual que más de un tercio de los soldados de Estados Unidos.
“Para evitar represalias, Estados Unidos debe evacuar a sus nacionales antes de golpear”, explica un diplomático occidental.
Esto no hace más que aumentar los temores de Bagdad, de que antes del traspaso de poderes entre Trump y el presidente electo, Joe Biden, el 20 de enero, Estados Unidos puede golpear de nuevo.
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