Cientos de personas permanecen hacinadas en el sótano de un edificio público en la sitiada ciudad portuaria de Mariúpol, en el sur de Ucrania.
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Se están quedando sin alimentos y muchos también necesitan ayuda médica urgente.
“Algunos desarrollaron sepsis por los trozos de metralla en su cuerpo”, dijo Anastasiya Ponomareva, una maestra de 39 años que huyó de la ciudad al comienzo de la guerra pero todavía está en contacto con amigos allí. “La situación es muy seria”.
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Mariúpol está rodeada por tropas rusas y es constantemente bombardeada.
Casi 400.000 personas están atrapadas en diferentes sitios de la ciudad sin agua corriente, y los alimentos y los suministros médicos se están agotando rápidamente.
Las autoridades locales afirmaron que los ataques rusos han dejado al menos 2.400 civiles muertos, pero incluso ellos reconocen que se trata de una subestimación.
Los amigos de Ponomareva están con otras familias en el sótano del edificio. Todos han dejado casas que ya no son seguras o que ya no están en pie.
“Las personas que lograron esconderse en refugios subterráneos básicamente viven allí de forma permanente”, señaló Ponomareva desde la ciudad de Drohobych, en el oeste de Ucrania.
“No pueden salir”.
La mayor parte del día las personas pasan escondidas en el sótano. De vez en cuando suben las escaleras para ver un poco de luz natural, pero rara vez se aventura fuera del edificio.
Las condiciones, según los relatos recibidos por Ponomareva, se están deteriorando rápidamente, ya que algunas personas tiene fiebre y no se puede hacer nada para tratarlas. “No hay ayuda médica, ni antibióticos”.
Algunas calles son tan peligrosas que pocos salen a recoger a los muertos. Muchos están siendo enterrados en fosas comunes.
Los ataques rusos casi ininterrumpidos han convertido los barrios de la ciudad en un páramo de escombros. Las nuevas imágenes captadas por drones (como se ve en las fotos de esta nota) muestran la gran extensión de los daños, con fuego y humo saliendo de bloques de apartamentos y calles ennegrecidas en ruinas.
“Del lado oeste del río no hay ningún edificio residencial intacto, todo está quemado hasta los cimientos”, dijo Ponomareva. “El centro de la ciudad está irreconocible”.
Una familia de cuatro personas, que se refugia en el mismo edificio, se ha puesto en contacto con Serhii Kozyrkov, un pastor de 40 años que se fue de Mariúpol hace dos semanas.
“El sótano está repleto de gente y no hay suficiente comida”, afirmó Kozyrkov, que ahora se encuentra en Lviv. “La gente se enferma porque hace mucho frío allí y todos están acostados uno al lado del otro”.
La familia está desesperada por huir. Este martes, unos 2.000 autos lograron salir de Mariúpol, según el ayuntamiento, y 2.000 más estaban listos para partir. Fue el segundo día en que se permitió por momentos la salida de la ciudad.
Los intentos de evacuación anteriores habían fracasado, y las autoridades ucranianas acusaron a Rusia de atacar la ciudad e incluso las rutas utilizadas por civiles, a pesar de un alto el fuego acordado para permitir su salida.
Las tropas rusas tampoco permitieron la entrada de ayuda humanitaria a la ciudad. Sergei Orlov, vicealcalde de Mariupol, dijo que las cosas “se están volviendo más difíciles cada hora”.
“La situación es horrible”, dijo. “No hay suficiente comida, agua, medicamentos, insulina, alimentos para bebés. Todos tienen necesidades específicas”.
Según Orlov, los vehículos con ayuda humanitaria han estado esperando para ingresar a la ciudad durante cuatro días, pero las tropas rusas no les han permitido entrar.
“Recibimos muchas llamadas. Por ejemplo, una madre que dijo 'Tengo un niño en mis manos muriendo de hambre'. En otra llamada nos decían: 'Aquí está nuestra dirección. Estamos bloqueados en el sótano. ¿Qué debemos hacer?'”, dijo Orlov.
“Desafortunadamente”, agregó, “no podemos hacer nada”.
Orlov también señaló a la BBC que las fuerzas rusas entraron en el hospital más grande de Mariupol y están impidiendo que médicos y pacientes abandonen el edificio.
Unas 400 personas en el Hospital Regional de Cuidados Intensivos fueron sido tomadas como “rehenes”, señaló el vicealcalde.
“Recibimos información de que el ejército ruso capturó nuestro hospital más grande”, agregó.
En una publicación en Facebook, el gobernador de la región de Donetsk, Pavlo Kirilenko, dijo que un trabajador del hospital logró alertar a las autoridades sobre la situación.
El hospital, dijo, era el mismo que resultó dañado por un ataque ruso la semana pasada.
De vuelta en el refugio subterráneo que alberga a cientos de personas en Mariupol, la familia que contactó a Kozyrkov le dijo que escuchaba el sonido de explosiones cerca, aunque el edificio permanecía intacto.
Hay un generador que las personas en el sótano usan para recargar sus teléfonos y, de vez en cuando, se aventuran afuera para hacer algunas llamadas.
“El bombardeo no se detiene”, afirmó Kozyrkov. “Están muy asustados”.
Ponomareva dijo que la gente necesita un corredor humanitario.
“De lo contrario, sufrirán una muerte lenta por hambre y sed”.
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