La central ucraniana de Chernóbil, escenario hace 36 años del mayor accidente nuclear de la historia, intenta superar el trauma de la ocupación militar rusa en medio de un conflicto cuyos combates siguen amenazando las instalaciones atómicas de Ucrania.
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“Todavía no tenemos la paz, la situación aún no es estable. Debemos estar en alerta”, dijo Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), durante una visita a la planta.
Si otros años el aniversario de la catástrofe incluía ceremonias encabezadas por el presidente, Volodymyr Zelensky, en esta ocasión la contienda ha impedido cualquier acto oficial, aunque las tropas rusas hace ya un mes que abandonaron la zona.
“El 24 de febrero la comunidad internacional se convenció una vez más de que los regímenes totalitarios como la Unión Soviética y ahora Rusia son una amenaza para la seguridad nuclear del mundo”, denunció el ministerio de Exteriores ucraniano en un comunicado.
Latente amenaza nuclear
Por eso era tan importante la visita de Grossi, jefe de la agencia nuclear de la ONU, cuyo secretario general, António Guterres, también visitó hoy Moscú.
Durante la ocupación rusa “la seguridad nuclear no era normal y podría haberse desarrollado hacia un accidente”, constató el diplomático argentino.
Grossi llegó a Chernóbil acompañado por un equipo de expertos y media tonelada de equipos de medición nuclear para controlar la situación radiactiva del lugar y efectuar “trabajos de reparación”.
“La asistencia (del OIEA) continuará. Esto es sólo el primer envío de equipos, esta no es una visita simbólica”, aseguró, en alusión a la lista de peticiones presentada por Kiev para garantizar el funcionamiento seguro de sus cuatro plantas nucleares
Que la amenaza es latente quedó hoy de manifiesto, según la agencia nuclear ucraniana (Energoatom), con los ataques perpetrados hoy cerca de la central de Zaporiyia, la más grande de Europa.
“El vuelo de los misiles a baja altura sobre el territorio de la planta nuclear, donde existen siete reactores con gran cantidad de material nuclear, crea un gran riesgo. Y es que los misiles pudieron alcanzar uno o varios reactores nucleares, lo que amenaza a todo el mundo con causar una catástrofe radiactiva”, denunció Petró Kotin, jefe de Energoatom.
El trauma de la ocupación
Grossi aprovechó para rendir tributo a los trabajadores de la central retenidos por los soldados rusos durante 35 días, ya que gracias a su profesionalidad “se pudo evitar lo peor”.
“Trabajaron como si nada hubiera pasado y mantuvieron la situación estable”, destacó.
Los expertos del OIEA también inspeccionarán la llamada “zona de exclusión” alrededor de la planta, que los rusos ocuparon durante más de un mes tras la rendición de los soldados ucranianos.
“Tenemos informaciones sobre algunas actividades (rusas) que tuvieron lugar allí”, indicó.
Según las autoridades ucranianas, los soldados rusos, que entraron en el territorio de la planta con tanques y camiones, saquearon varios edificios, manipularon objetos contaminados, crearon vertidos y desplegaron armamento pesado.
Además, según las imágenes divulgadas por Ucrania, soldados rusos cavaron trincheras y cortaron árboles en la zona conocida como Bosque Rojo, una de las áreas con mayores índices de radiactividad del planeta, lo que los expertos consideran una enorme irresponsabilidad.
En los edificios donde se instalaron los militares rusos e incluso en los sacos terreros se detectaron niveles de radiactividad muy superiores a la norma.
Ucrania se ha dirigido a la comunidad internacional para que estime la magnitud del daño causado a la central y dirima responsabilidades.
Varias bombas atómicas
El antiguo oficial de las tropas químicas soviéticas Alexandr Logachov recuerda “como si fuera ahora” los cuatro días que trabajó en torno a Chernobil en 1986.
“Aún recuerdo a los liquidadores iluminados durante la noche como si fueran luciérnagas debido a la radiación”, comentó a Efe.
Llegó horas después del accidente. “Cada hora que pasaba la radiación aumentaba. El día de la evacuación de Prípiat detectamos 1,8 roentgen”, explicó.
“Si una bomba atómica es una reacción en cadena, Chernóbil fue como una bomba cada segundo debido a la fuga de vapor del cuarto reactor que cubría la ciudad dependiendo de la dirección del viento”, explicó.
En su opinión, lo ocurrido en la central de Fukushima (2011) demuestra que el mundo sigue sin corregir el “factor humano”, ya que la construcción de la planta en tiempos soviéticos incluyó numerosas irregularidades. “Se puede decir que ese mismo día estalló el sistema comunista”, señaló.
Lo mismo ocurrió con la ocupación rusa. “Son unos descerebrados. No saben el peligro que nos hicieron correr”, asegura Logachov, quien vive en Hostomel, una localidad al norte de Kiev que fue tomada por las tropas enemigas.
“Yo mismo me tuve que alistar. Aunque estaba muy cerca del aeródromo tomado por los paracaidistas rusos, mi casa se salvó. En cambio, muchos civiles murieron”, lamenta.
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