En los últimos días más de una docena de explosiones sacudieron las instalaciones de Zaporizhzhia, la mayor planta nuclear de Europa, ubicada en el sureste de Ucrania y bajo control ruso desde inicios de la invasión
Tanto Rusia como Ucrania se han acusado mutuamente del bombardeo.
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El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha expresado repetidamente su preocupación por los ataques a la planta y propuesto el establecimiento de una zona de protección de seguridad nuclear alrededor de ella.
El bombardeo de la central nuclear es jugar a la “ruleta rusa”, afirmó a la BBC Olli Heinonen, ex director general adjunto del OIEA.
“Un solo proyectil en el lugar equivocado y en el momento equivocado tendrá consecuencias de gran alcance”, alertó el antiguo funcionario del organismo de vigilancia nuclear de la ONU.
Sin embargo, aclaró que es improbable que un solo proyectil cause daños al reactor en sí, que está resguardado con metros de hormigón y metal.
El riesgo, dice, es que el bombardeo interrumpa el suministro de electricidad al sistema de refrigeración, lo que significaría que el reactor o el combustible gastado se calentarían demasiado, provocando la fusión del combustible y una liberación de radiactividad.
A ello se suma el hecho de que el personal “puede cometer errores” debido a la presión a la que está sometido, si es que es capaz de operar. “Es un juego peligroso y hay que ponerle fin”, agregó Heinonen.
“Las noticias de nuestro equipo son extremadamente preocupantes”, dijo Rafael Grossi, jefe del OIEA, cuyo personal sobre el terreno dijo que había habido daños en algunos edificios, sistemas y equipos de la planta.
“Se han producido explosiones en el emplazamiento de esta importante central nuclear, lo que es completamente inaceptable. Quienquiera que esté detrás de esto, debe parar inmediatamente. Como ya he dicho muchas veces, están jugando con fuego”, agregó.
Pero, ¿cómo es la central y cuáles son los riesgos?
La central nuclear de Zaporizhzhia, construida entre 1984 y 1995, es la mayor central nuclear de Europa y la novena del mundo.
Tiene 6 reactores, cada uno de los cuales genera 950MW, y una producción total de 5.700MW, energía suficiente para unos 4 millones de hogares.
Según la OIEA, en tiempos normales la planta produce alrededor del 20% de la electricidad de Ucrania y casi la mitad de la energía generada por las instalaciones nucleares del país.
La central está situada en el sureste de Ucrania, en Enerhodar, a orillas del embalse de Kakhovka, en el río Dniéper. Está a unos 200 km de la disputada región de Donbás y a 550 km al sureste de Kyiv.
La importancia de la central llevó a Rusia a apoderarse de ella en marzo, al principio de la guerra. Desde entonces, ambas partes se han acusado mutuamente de bombardearla en repetidas ocasiones. Moscú retuvo a los técnicos ucranianos para que operaran la instalación.
En agosto, la central quedó temporalmente aislada de la red eléctrica ucraniana por primera vez en su historia, cuando un incendio derribó en dos ocasiones la última línea eléctrica de 750 kilovoltios que le quedaba.
Los expertos nucleares de la ONU realizaron su primera inspección de la planta en septiembre, acompañados por soldados rusos, y descubrieron que la integridad de la planta había sido “violada varias veces”
Algunos analistas señalan que la central de Zaporizhzhia es diferente y más segura que la de Chernóbil, que fue el lugar donde se produjo el peor desastre nuclear del mundo en 1986.
Los seis reactores de Zaporizhzhia, a diferencia de Chernóbil, son reactores de agua a presión (PWR, por sus siglas en inglés) y tienen estructuras de contención alrededor para detener cualquier liberación de radiación.
“Zaporizhzhia se construyó en la década de 1980, por lo que es relativamente moderna”, afirma Mark Wenman, director del Centro de Formación Doctoral en el Futuro de la Energía Nuclear. “Tiene un edificio de contención sólido. Tiene un grosor de 1,75 m, de hormigón fuertemente reforzado sobre un lecho sísmico [para soportar los terremotos]... y hace falta mucho para romperlo”.
Rechaza las comparaciones con Chernóbil en 1986 o Fukushima en 2011. Chernóbil tuvo graves fallos de diseño, explica, mientras que en Fukushima los generadores diésel se inundaron, lo que cree que no ocurriría en Ucrania, ya que los generadores están dentro del edificio de contención.
La planta de Zaporizhzhia tampoco contiene grafito en su reactor. En Chernóbil, el grafito provocó un incendio significativo y fue la fuente de la columna de radiación que viajó por Europa. Además, los reactores PWR también tienen sistemas de protección contra incendios incorporados.
Después del 11 de septiembre, las centrales nucleares fueron sometidas a pruebas para detectar posibles ataques con aviones de gran tamaño y resultaron ser en gran medida seguras, por lo que los daños en el edificio de contención de un reactor pueden no ser el mayor peligro.
Más preocupante es la pérdida de suministro eléctrico a los reactores nucleares. Si eso ocurre y los generadores diesel de reserva fallan, se produciría una pérdida de refrigerante. Sin electricidad para alimentar las bombas alrededor del núcleo caliente del reactor, el combustible empezaría a fundirse.
La central se desconectó temporalmente de la red ucraniana el 25 de agosto, cuando un incendio derribó en dos ocasiones la última línea eléctrica de 750 kilovoltios que le quedaba. Las otras tres quedaron fuera de servicio durante la guerra.
En ese caso, la electricidad se suministró a una línea menos potente desde una central térmica de carbón cercana y, según las autoridades, también se utilizaron los generadores diésel.
Sin embargo, la agencia nuclear ucraniana afirma que los generadores no son una solución a largo plazo y que si la última línea de alimentación de la red nacional se rompe, el combustible nuclear podría empezar a fundirse, “lo que provocaría una liberación de sustancias radiactivas al medio ambiente”.
Un fallo en la bomba y el generador podría provocar el sobrecalentamiento del núcleo del reactor y la destrucción de las instalaciones de la central.
“Eso no sería tan grave como lo de Chernóbil, pero aun así podría provocar una liberación de radiactividad y eso depende de hacia dónde sople el viento”, dice Claire Corkhill, profesora de degradación de material nuclear en la Universidad de Sheffield.
Para ella, el riesgo de que algo salga mal es real, y Rusia estaría tan expuesta como Europa Central.
Sin embargo, el profesor Iztok Tiselj, catedrático de ingeniería nuclear de la Universidad de Liubliana (Eslovenia), cree que el riesgo de un incidente radiactivo importante es mínimo, ya que sólo dos de los seis reactores están en funcionamiento.
“Desde el punto de vista de los ciudadanos europeos no hay motivos para preocuparse”, afirma. Los otros cuatro reactores están en estado de parada fría, por lo que la cantidad de energía necesaria para enfriar los reactores es menor.
Otro riesgo importante para la seguridad podría provenir del combustible gastado en Zaporizhzhia. Una vez terminado el combustible, los residuos se enfrían en piscinas de combustible gastado y luego se trasladan al almacenamiento en seco.
“Si se dañaran, se produciría una liberación de radiactividad, pero no sería ni de lejos tan grave como la pérdida de refrigerante”, afirma el profesor Corkhill.
Iztok Tiselj cree que cualquier liberación sería tan pequeña que sería insignificante.
En el centro de esta crisis se encuentra el personal de la planta, que trabaja bajo la ocupación rusa y bajo mucho estrés. Dos trabajadores han contado a la BBC el riesgo diario de ser secuestrados.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha pedido a Rusia que retire sus tropas y desmilitarice la zona con un “perímetro seguro”. Rusia se ha negado, argumentando que eso haría la planta más vulnerable.
Los empleados han advertido del desastre que supondría que Rusia intentara cerrar toda la planta para desconectar el suministro de Ucrania y reconectarlo en su lugar a la ocupada península de Crimea .
Mark Wenman cree que es el factor humano el que representa el mayor riesgo de un accidente nuclear, ya sea por la fatiga crónica o el estrés: “Y eso viola todos los principios de seguridad”.
Si algo fuera mal, tendrían que estar en plena forma, y es de imaginar que no lo están, dice Claire Corkhill.
En una carta firmada por decenas de empleados hacen un llamamiento a la comunidad internacional para que se reflexione: “Podemos controlar profesionalmente la fisión nuclear”, dice, “pero estamos indefensos ante la irresponsabilidad y la locura de la gente”.
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