Yulia Voloshina se refugió en el metro de Kiev este lunes después de que las alarmas antiaéreas resonaran en toda Ucrania, avisando a los ciudadanos de una nueva campaña de bombardeos rusos.
Los últimos bombardeos rusos en la exrepública soviética mataron a al menos cuatro personas en todo el país y alcanzaron la capital mientras muchos iban de camino al trabajo.
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“Cuando hay explosiones, siempre me estremezco, siento miedo y ansiedad. Siento que mi corazón bate más rápido. Es bastante difícil experimentar esto”, dijo Voloshina, una abogada de 34 años.
Tras más de dos años y medio desde que Rusia inició su invasión del país, ucranianos como Voloshina tienen que buscar el equilibrio entre seguir con sus vidas y protegerse de unos ataques potencialmente letales.
El Ministerio ruso de Defensa afirmó que llevó a cabo unos bombardeos “masivos” contra las infraestructuras energéticas de Ucrania y que había alcanzado “todos los objetivos”.
Los residentes de la capital a menudo hacen caso omiso de las alarmas, que forman ya parte de la vida diaria, pero este lunes muchos corrieron a refugiarse al oír el ruido de las explosiones, algo más inusual.
En la estación de metro de Khreshchatik, en el centro de la ciudad, conectada a la calle por una larga escalera mecánica, al menos cien personas se concentraron, a la espera de que las autoridades les dieran permiso para volver a la superficie.
Algunos sacaron sus computadoras portátiles y se pusieron a trabajar en los andenes.
Un grupo de estudiantes se sentó en círculo en unas pequeñas sillas proporcionadas por los empleados del metro, compartiendo unos aperitivos.
Anna Bublik, apoyada contra una pared y leyendo un libro, aseguró que, de alguna manera, se ha acostumbrado a la guerra.
“Cuando oyes una explosión, te sientes un poco incómoda, pero si te preocupas todo el tiempo... Quiero decir, hemos estado escuchando estas explosiones desde hace ya tres años”, explicó la mujer, de 23 años.
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“Acostumbrarse al miedo”
Svitlana Kharchenko estaba hablando con una mujer a la que acababa de conocer, las dos sentadas en sillas plegables, delante de los azulejos rojos y dorados que decoran la estación.
La mujer, de 51 años, contó que había llegado a la estación hacia las 06H30 (03H30 GMT), poco después de que las sirenas empezaran a sonar.
“Todos los que están aquí sienten dolor”, dijo. “Lo que es inquietante es que uno parece acostumbrarse al miedo”, añadió.
Kharchenko es oriunda de Donetsk, en el este de Ucrania, una de las regiones que Moscú reivindica haberse anexionado.
“Nadie habría pensado que Rusia, otrora nuestra hermana, nos causaría tanto dolor”, agregó, con los ojos empañados en lágrimas.
Rusia ha concentrado sus esfuerzos en la región de Donetsk, pese a la incursión que lanzó Ucrania en la región rusa de Kursk.
Voloshina dijo estar preocupada por su hermano, que combate en el este del país.
“Estoy preocupada por mi familia, amigos, por toda Ucrania, nuestros defensores... Siempre estamos preocupados, llevamos casi tres años bajo tensión”, apostilló.
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