El presidente estadounidense, Joe Biden, se acercó este viernes a la frontera de Polonia con Ucrania, donde la ofensiva del ejército ruso, que inicialmente parecía orientada a conquistar las grandes ciudades, se concentrará en la “liberación” de la zona oriental.
Biden llegó a Polonia tras haber anunciado en Bruselas una serie de medidas para que la Unión Europea (UE) consiga reducir su dependencia del petróleo y el gas de Rusia.
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Su visita a la frontera coincidió con la divulgación de datos más precisos sobre la magnitud de la destrucción de la ciudad portuaria de Mariúpol (sur de Ucrania), sitiada y bombardeada desde hace semanas por las tropas rusas.
Las autoridades temen que el bombardeo la semana pasada de un teatro de Mariúpol que servía de refugio antiaéreo haya dejado cerca de 300 muertos.
“Yo he huido, pero perdí a toda mi familia, perdí mi casa, estoy desesperada”, dijo a la AFP Oksana Vynokurova, una mujer de 33 años, que logró salir de Mariúpol y llegar en tren a Leópolis (Lviv), en el oeste.
Otra refugiada que llegó en el mismo tren, Svetlana Kuznetsova, contó que en Mariúpol “no hay más agua ni luz. Vivimos en los sótanos y encendemos fuegos para cocinar”.
En la ciudad polaca de Rzeszow, a 80 km de la frontera con Ucrania, Biden elogió la valentía del pueblo ucraniano, comparándola con el levantamiento popular de la plaza Tiananmen, en Beijing, aplastado por el ejército chino en junio de 1989.
Biden volvió a calificar al presidente de Rusia, Vladimir Putin, de “criminal de guerra”.
“Lo más importante que podemos hacer (...) es mantener la unidad de las democracias en nuestra determinación y nuestros esfuerzos para reducir la devastación provocada por un hombre que creo que es un criminal de guerra”, dijo Biden en una reunión con su homólogo polaco, Andrzej Duda.
Ofensiva concentrada en el este
Los bombardeos en Ucrania prosiguieron el viernes.
La comandancia de la fuerza aérea ucraniana en Vinnitsa (centro) fue alcanzada por una salva de misiles de crucero, que causaron “daños importantes”, informaron las Fuerzas Armadas ucranianas.
En Járkov (este), el alcalde denunció bombardeos “indiscriminados” que dejaron al menos cuatro muertos.
El Ministerio ruso de Defensa aseguró haber destruido el mayor depósito de carburante del ejército ucraniano cerca de Kiev, que según Moscú “servía para avituallar a las unidades en la parte central del país”.
Pese a esos ataques, las tropas rusas han sufrido importantes bajas y desde hace semanas no realizaron ningún avance significativo.
El Ejército ruso reconoció el viernes que 1.351 de sus soldados murieron y 3.825 resultaron heridos desde el inicio de la ofensiva militar el 24 de febrero y acusó a los países occidentales de cometer un “error” al entregar armas a Kiev.
En lo que podría ser un cambio llamativo de orientaciones, el Ejército ruso anunció que en adelante su objetivo será la “liberación” de la región del Donbás, en el este de Ucrania, de lengua mayoritariamente rusa.
El jefe de Estado mayor adjunto de las Fuerzas Armadas de Rusia, Serguéi Rudskoy, alegó que esa orden se dio considerando que “los principales objetivos de la primera fase de la operación fueron alcanzados” y que “la capacidad de combate de las fuerzas ucranianas fueron reducidas de manera significativa”.
Una parte del Donbás ya está controlada desde 2014 por separatistas prorrusos.
La entrega a Ucrania de lanzamisiles antitanque cargados a hombro y de otros armamentos occidentales han ayudado sin duda a las fuerzas ucranianas a tener a raya a las fuerzas rusas y en algunos puntos a pasar a la contraofensiva.
Las tropas rusas trataron durante varios días de rodear Kiev, pero esos contraataques “le han permitido a Ucrania recuperar aldeas y posiciones defensivas hasta a unos 35 km” de la capital, detalló un informe del ministerio británico de Defensa.
En más de un mes de guerra, miles de ucranianos murieron, entre ellos 121 niños, y fueron destruidas más de 4.300 casas, según un último balance comunicado por el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
Diez millones de personas huyeron de sus hogares, de cuales más de 3,5 millones fueron al extranjero, de acuerdo con datos de la ONU.
Diálogo de sordos
Rusia aseguró que las negociaciones con Ucrania no avanzan en las cuestiones principales y afirmó que el gobierno de Kiev está preocupado sobre todo por “obtener garantías en materia de seguridad por parte de terceras potencias” en caso de que “no logre formar parte de la OTAN”.
El ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, señaló en cambio negociaciones “muy difíciles” con Rusia y dijo que su país no cederá en cuestiones esenciales.
“Insistimos, antes que nada, en [obtener] un cese el fuego y garantías de seguridad y en la integridad territorial de Ucrania”, declaró.
Advertencia sobre las armas químicas
Biden advirtió el jueves, tras participar en una cumbre de la OTAN en Bruselas, que la Alianza transatlántica “respondería” si Putin utilizase armas químicas en Ucrania.
El asesor de Biden en cuestiones de seguridad nacional, Jake Sullivan, afirmó este viernes que Rusia pagaría “un precio muy alto” si recurre a ese tipo de arsenal, pero aclaró que Estados Unidos “no tiene la intención de usar armas químicas, sean cuales sean las circunstancias”.
El Kremlin había acusado a Estados unidos de desarrollar un programa de armamento químico y biológico en Ucrania y el viernes afirmó que las declaraciones de Biden solo se proponen “desviar la atención” de ese asunto.
Rusia también negó recurrir a bombas de fósforo, cuyo uso contra la población civil está prohibida internacionalmente.
En Bruselas, Biden y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaron la creación de un grupo de trabajo destinado a reducir la dependencia europea de combustibles fósiles usos.
Ucrania insiste en la necesidad de “aumentar la presión económica” contra Rusia y Bielorrusia, aliado de Moscú.
El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, acusó a Occidente de querer “destruir, romper, destrozar, asfixiar la economía y Rusia en su conjunto”.
Y Putin comparó las sanciones contra la cultura rusa con la quema de libros por los nazis en los años 30.
“Hoy están tratando de anular a un país que tiene mil años y me estoy refiriendo a la progresiva discriminación contra todo lo que esté relacionado con Rusia”, dijo Putin.
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