Heinrich XIII príncipe de Reuss, un aristócrata de 72 años sospechoso de planear el derrocamiento del Gobierno de Alemania, empezó a ser juzgado el martes en un tribunal de Frankfurt. No es el único. El supuesto líder de una célula del movimiento de extrema derecha Reichsbürger (Ciudadanos del Reich) y otros ocho presuntos cabecillas tendrán que responder en la misma sala por los cargos de tentativa golpista y terrorismo.
Se espera que durante el juicio se presenten unos 260 testigos, algo que hará que el proceso se prolongue posiblemente hasta bien entrado el 2025.
El plan era tomar el Reichstag
¿Cómo se inicia el caso? En diciembre del 2022, la policía alemana desmanteló una célula que planeaba dar un golpe de Estado y detuvo a 27 personas. Todos eran integrantes de Reichsbürger, un movimiento de vieja data que no reconoce la soberanía actual de Alemania y rechaza el orden democrático liberal. El grupo de Heinrich XIII había sido fundado en julio del 2021.
De acuerdo con la Fiscalía, desde agosto del 2021 los acusados planearon la entrada de un grupo de hombres armados al edificio del Reichstag en Berlín (la sede del Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento de Alemania) para arrestar a los legisladores en una operación destinada a “derrocar el sistema”.
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Para ello, según la Fiscalía, la organización dio pasos concretos, “como el reclutamiento de personal militar, la adquisición de material y la realización de entrenamientos de tiro”.
Si el plan tenía éxito, Heinrich XIII príncipe de Reuss iba a ser colocado de forma provisional al frente del país.
Además, el grupo planeaba negociar el futuro de Alemania principalmente con Rusia, como uno de los aliados vencedores de la Segunda Guerra Mundial.
Los fiscales dicen que el príncipe intentó ponerse en contacto con funcionarios rusos en el 2022 para obtener el apoyo de Moscú para el plan. No está claro si Rusia respondió.
Entre los acusados en Frankfurt se encuentra una mujer rusa señalada de apoyar a una organización terrorista, en parte supuestamente porque estableció contacto con el consulado ruso en Leipzig y por acompañar al príncipe hasta allí.
El abogado de Heinrich XIII, Roman von Alvensleben, dijo el martes que su defendido es “un hombre mayor jovial que se comporta bien... A mí me parece que no es un hombre violento ni un terrorista”.
En Frankfurt también están siendo procesados Birgit Malsack-Winkemann, una jueza y exlegisladora del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD); y ex oficiales militares alemanes.
Supuestamente Malsack-Winkemann llevó a varios de los integrantes de Reichsbürger al edificio del Reichstag para explorar el lugar que sería atacado.
En el caso de ser considerados culpables por la tentativa golpista, los acusados podrían ser condenados hasta a diez años de cárcel, según el artículo 83 del Código Penal alemán. Si son declarados culpables de los delitos de terrorismo podrían recibir penas de hasta 15 años de cárcel.
El de Frankfurt es el segundo de tres juicios que se centran en el complot. Implican a un total de 26 sospechosos. Inicialmente eran 27, pero un hombre murió antes de ser procesado.
A finales de abril empezó en Stuttgart un juicio a nueve personas, que serían parte del “brazo militar” de la conspiración.
Un tercer juicio comenzará en Múnich el 18 de junio e incluirá a los otros ocho sospechosos.
¿Qué es Reichsbürger?
De acuerdo con la cadena alemana DW, el movimiento Reichsbürger fue fundado en 1871 y tiende a la violencia. Está formado por una serie de pequeños grupos ubicados principalmente en los estados federados de Brandeburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Turingia y Baviera.
No aceptan la legalidad de las autoridades gubernamentales de la República Federal de Alemania. Se niegan a pagar impuestos y han declarado sus propios pequeños “territorios nacionales”, que denominan “Segundo Imperio Alemán”, “Estado Libre de Prusia” o “Principado de Germania”.
Los miembros de Reichsbürger niegan también la existencia de la República Federal Alemana posterior a la Segunda Guerra Mundial. Consideran que el Estado Alemán no es más que una construcción administrativa todavía ocupada por las potencias occidentales de la posguerra: Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Aseguran que las fronteras del Imperio Alemán de 1937 siguen existiendo.
La Oficina para la Protección de la Constitución (BfV por sus siglas en alemán) calcula que hay unos 21.000 Reichsbürger en Alemania, de los cuales el 5 % están clasificados como radicales de extrema derecha.
Los fiscales han dicho que la célula de Heinrich XIII príncipe de Reuss sigue un “conglomerado de mitos conspirativos”, incluida la ideología de QAnon, una de las principales teorías de la conspiración de la extrema derecha estadounidense que es de alcance global. Además, están convencidos de que Alemania es gobernada por el llamado Estado profundo.
“Estos no son chiflados inofensivos, sino peligrosos sospechosos de terrorismo”, dijo la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, en un comunicado al comenzar el juicio en Frankfurt.
¿Cómo se habían preparado?
Según los fiscales, los conspiradores supuestamente tenían alrededor de 500.000 euros (543.000 dólares) en financiación y acceso a un arsenal, incluidas 380 armas de fuego y casi 350 armas que podían usarse para apuñalar. También equipos tácticos como chalecos antibalas y esposas.
Los fiscales federales dicen que habían elaborado varias “listas de enemigos” para utilizarlas en la toma de control de ciudades. Además, los miembros del grupo eran “conscientes de que la toma del poder planificada estaría vinculada con el asesinato de personas”.
“No creemos que este plan hubiera tenido ninguna posibilidad de éxito”, dijo a los periodistas el fiscal Kai Lohse. Pero cualquier intento de llevarlo a cabo habría producido víctimas y sacudido “la vida pacífica en nuestra sociedad”, agregó.
¿Quién es Heinrich XIII príncipe de Reuss?
Heinrich XIII príncipe de Reuss es descendiente adinerado de una familia noble de 700 años de antigüedad.
De acuerdo con el diario estadounidense The New York Times, el aristócrata sentía nostalgia por el imperio alemán previo a 1918, cuando sus ancestros reinaban en un estado de Alemania oriental. Por ello, había aceptado por completo la teoría de la conspiración que estaba cobrando impulso en los círculos de extrema derecha: la república alemana de la posguerra no era un país soberano, sino una corporación creada por los aliados después de la Segunda Guerra Mundial.
Según el NYT, los fiscales y los investigadores aseguran que Heinrich XIII usaba su pabellón de caza en Bad Lobenstein, un pueblo de 6.000 personas, para celebrar reuniones en las que su grupo de coconspiradores de extrema derecha planeaba el golpe de Estado.
Además, almacenaban armas y explosivos en el sótano y en el bosque que rodea a la cabaña solían organizar prácticas de tiro.
Los agentes de inteligencia habían estado observando al príncipe desde el otoño del 2021, y lo que estaban descubriendo era siniestro: el grupo de coconspiradores incluía a soldados en activo y retirados de las fuerzas especiales de élite, agentes de policía, reservistas del Ejército y a otras personas vinculadas con las Fuerzas Armadas que habían diseñado planes concretos e incluso posibles fechas para un golpe de Estado, indicó el NYT.
En dos ocasiones en el 2022 parecía que el grupo estaba listo para actuar, una de ellas a mediados de marzo y otra en septiembre, lo cual puso en alerta máxima a las agencias de seguridad. Pero finalmente pospusieron su ejecución.
El NYT también informó que el príncipe no solo reclutó colaboradores en círculos de extrema derecha cercanos a los militares. También buscó aliados entre sus compañeros aristócratas. Además, viajó a Austria y Suiza para cortejar a la nobleza de raíces alemanas en busca de donaciones para financiar su complot.
Con el dinero que recaudó, su grupo compró teléfonos satelitales para comunicarse fuera de la red durante y después del golpe de Estado planeado. Esos dispositivos se encontraron en la propiedad del príncipe cuando fue allanada.
Los agentes de inteligencia no han podido determinar cuándo ni cómo Heinrich XIII príncipe de Reuss comenzó a radicalizarse. El hombre había estado viviendo en un adinerado barrio del Westend, Frankfurt, donde trabajaba como agente y consultor inmobiliario.
El el 2021, cuando comenzó a pasar casi todos los fines de semana en Bad Lobenstein, ya estaba bastante inmerso en el movimiento de los Reichsbürger, precisó el NYT.
El diario estadounidense también se refirió a sus tendencias antisemitas e interés por las teorías de la conspiración. Por ejemplo, en enero del 2019 dio una conferencia en el WorldWebForum en Zúrich titulada: “Experiencia del ascenso y la caída de la élite de sangre azul”. En el discurso, de 15 minutos, despotricó contra la familia Rothschild y afirmó que la Primera Guerra Mundial fue impuesta al káiser alemán por intereses financieros internacionales —ambos temas suelen ser abordados por los antisemitas— e insistió en que la democracia alemana moderna era solo una ilusión.
“Desde que Alemania se rindió el 8 de mayo, nunca ha vuelto a ser soberana”, afirmó Heinrich XIII en su intervención, refiriéndose al día de la derrota en la Segunda Guerra Mundial. “Fue convertida en una estructura administrativa de los aliados en la llamada entidad de economía unida, República Federal de Alemania, es decir, una estructura comercial”, sostuvo.
El New York Times anota que este tipo de discursos lo alejaron de sus familiares de la Casa de Reuss. El jefe de la familia Reuss, un primo lejano que, como todos los herederos varones del trono de Reuss, también se llama Heinrich, lo calificó de “viejo confundido”.
Además, el medio recordó que después de la reunificación alemana, Heinrich XIII pasó varios años librando batallas legales para recuperar la propiedad de las casas solariegas y hospedajes familiares que habían sido nacionalizadas en la antigua Alemania Oriental Comunista. “Nunca recibió ninguna restitución de tierras”, dijo el jefe de la familia Reuss, aunque el príncipe logró recuperar algunos de los muebles y obras de arte de su familia.
Parte de su familia piensa que ese episodio amargo de su vida habría impulsado al príncipe a sumergirse en el mundo de las conspiraciones.
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