Centenares de migrantes, sobre todo haitianos, llegaron en los últimos días a la ciudad de Nuevo Laredo, fronteriza con Texas y de alta incidencia del crimen organizado, y han puesto en una delicada situación a los albergues de esta localidad de México que solicitaron el lunes ayuda para atenderlos.
Desde la última semana de abril, “hemos sido testigos de la llegada de cientos de migrantes a nuestra ciudad”, dijo el lunes en conferencia de prensa Enrique Sánchez Martínez, obispo de la diócesis de Nuevo Laredo.
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El año pasado en torno a 14.000 haitianos llegaron a otro recóndito lugar de la frontera con Texas, Ciudad Acuña, casi en un abrir y cerrar de ojos provocando una complicada situación en los dos países vecinos.
“Para nosotros es novedoso porque aquí (en Nuevo Laredo) es el último lugar adonde llegan por las circunstancias de nuestra frontera, de nuestra ciudad, que a veces son adversas para los migrantes, son difíciles para ellos”, agregó el obispo. “Pero como abrieron las puertas en Estados Unidos para recibir solicitudes de asilo, pues muchos de ellos se vinieron en grandes grupos”.
Nuevo Laredo es el feudo del cártel del Noreste, escisión de los antiguos Zetas y un grupo del crimen organizado que tiene en el tráfico de migrantes uno de sus principales negocios. Debido a la violencia y los peligros de la localidad, los migrantes —tanto los que cruzan con traficantes como los que lo hacen a su suerte— suelen cruzar por otros puntos.
Sin embargo, esta situación aparentemente cambió en días recientes, según denunció el obispo. Los haitianos llegaron en “grandes números” y se juntaron con solicitantes de asilo que llevan esperando hasta un año en los albergues de la ciudad para poder gestionar sus casos ante las autoridades estadounidenses.
Solo en el albergue de la Iglesia Católica, la Casa del Migrante Nazareth, hay unos 200 migrantes de distintas nacionalidades, a los que se unen 200 más que llegan a dormir en el estacionamiento. Otro gran número se queda fuera “porque no caben”, afirmó Sánchez Martínez. Por este motivo se está habilitando un nuevo espacio con carpas para atender a más personas, lo que ya calificó como una nueva “crisis humanitaria”.
A juicio del religioso, ha habido un “efecto llamada” que ha atraído a nuevos migrantes, sobre todo haitianos a la ciudad, no porque cambiaran las leyes de Estados Unidos sino porque la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) comenzó a aplicar en Nuevo Laredo una medida que permite la “entrada de emergencia por razones humanitarias”.
Según explicó a The Associated Press Marvi Ajic, director de la Casa Nazareth, el sábado 16 de abril, en plena Semana Santa, las autoridades mexicanas les informaron que empezarían a recibir diariamente a solicitantes de asilo que llevaban meses varados en la ciudad, una petición que Ajic había hecho desde febrero ante el consulado estadounidense.
Ajic explicó que les pidieron una lista de migrante casi en cuestión de minutos. “Entonces Migración (mexicana) se organizó con los albergues y la modalidad fue enviar a la gente que llevaba esperando por mucho tiempo sin ningún filtro, fuera quien fuera”, al margen de nacionalidad o situación. Aparentemente, se corrió la voz y fue cuando comenzaron a llegar haitianos.
El obispo dijo que de la Casa Nazareth pasaron unas 100 personas pero el flujo llegó a ser de 60 diarios o más aunque ahora se ha reducido.
Diversas organizaciones de la sociedad civil e Incluso agencias de la ONU han alertado en otras ocasiones de cómo el crimen organizado divulga información falsa para sus propios fines y para que los migrantes se movilicen hacia uno u otro lugar.
Sánchez Martínez no se pronunció sobre si esto es lo que podría haber ocurrido en esta ocasión.
La gestión de solicitantes de asilo por Nuevo Laredo bajo esta modalidad coincidió con una crisis en la misma frontera suscitada cuando el gobernador de Texas, Greg Abbott, impuso inusuales revisiones a camiones en varios cruces —que bloquearon temporalmente algunos puentes— con el objetivo presionar a las autoridades de los estados fronterizos mexicanos para que aumentaran su lucha contra la migración ilegal.
Abbott, quien intentará ser reelegido en noviembre, ha hecho del control de la inmigración uno de sus principales lemas.
Además, todo esto tiene lugar cuando Estados Unidos prevé eliminar a finales de mayo las expulsiones inmediatas que se pusieron en marcha al inicio de la pandemia, en marzo de 2020, algo que podría incentivar el flujo migratorio irregular y que también ha sido muy criticado por los opositores a la administración de Joe Biden.
Bajo esa medida sanitaria han sido devueltos decenas de miles de migrantes en estos dos años, aunque con el actual gobierno de Biden también se procesaba a seis de cada diez extranjeros que llegaban ilegalmente bajo otras normas migratorias.
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