Aquella versión del Loco era la de los “huevos de Vargas”. Hablamos de octubre del 2008, cuando Juan Manuel era el jugador bandera que todos querían tras el 1 a 1 con Argentina logrado gracias a él. Peredo ya lo había narrado, Battaglia ya lo había perseguido sin éxito y ya el hincha peruano lo había distinguido. Sin los juergueros del Golf los Incas y sin Paolo lesionado en sus ligamentos, Vargas era el futbolista del pueblo, casi casi el único indiscutido del discutido equipo de Chemo del Solar.
El técnico, por su lado, estaba siendo criticado como nunca. Perú jugaba mal y le iba peor. Sumaba solo 7 puntos al final de la primera rueda y la clasificación a Sudáfrica 2010 era utópica. ‘Chemo’ solo era defendido por quienes creían que su castigo a Pizarro, Farfán, Acasiete y Mendoza instalaba una nueva disciplina en Videna: “conmigo no hay joda”, parecía decir el lema Del Solar. El problema es que a la par de que el técnico se mostraba estricto sobre la disciplina en sus conferencia no hallaba, en la cancha, funcionamiento en un Perú sin juego ni garra ni ideas. Su relación con Vargas se había fundado de compañeros en la U del 2002, pero luego ya habían sido técnico y jugador en Colón de Santa Fe del 2005, cuando Del Solar recomendó su pase y el de Juan Cominges a los argentinos.
La carrera del ‘Loco’ se había ido al cielo -destacaba en la Fiorentina en ese momento- y la patadita de impulso había sido de ‘Chemo’. De hecho, por esos años, Emilio Butragueño, el líder de la famosa Quinta del Buitre que lo ganó todo en los 80 con el Real Madrid, llegó a Lima para dar una charla y en uno de esos breves espacios que tenía entre café y charlas, le dijo a El Comercio cómo se veía a Vargas fuera del país: “¿Llevármelo? [Ríe] Yo creo que es un gran jugador, pero no estoy en el área deportiva del club ahora mismo. Todos esos jugadores de gran nivel están siendo observados al día por nuestros responsables”. De que Vargas era observado, lo era. De que las recomendaciones hacia España nacían en su pie izquierdo y de la boca de Del Solar, también era verdad.