Mañana se conmemora el Día internacional de la Mujer y uno de los grandes problemas, que se han arrastrado a lo largo del tiempo, es que por décadas se asumió que lo que les pasaba a las mujeres era un asunto doméstico. Esto provocó que no se plantearan soluciones para problemas sociales y estructurales que solo pueden cambiarse con políticas públicas.
Hoy hemos entendido mejor que el Estado tiene que intervenir ahí donde la sociedad discrimina, aparta, excluye. Tenemos un Ministerio de la Mujer, leyes y currículums escolares con enfoque de género. Buena parte de estos avances, sin embargo, estarán en juego dependiendo de quién nos gobierne en el próximo quinquenio. Nuestro futuro dependerá de las leyes que se aprueben en el Congreso y del interés que le ponga el nuevo gobierno al tema.
¿Cómo saber cuál es el compromiso real de un candidato con la lucha por nuestros derechos? Además de sus planes de gobierno y de sus declaraciones (a veces bastante reveladoras) podríamos analizar, sin ningún ánimo morboso, cómo se han relacionado en su vida diaria con las mujeres de su entorno. Cómo han tratado a sus parejas, esposas, colegas en el día a día.
El candidato Yonhy Lescano fue objeto de una denuncia de acoso sexual por parte de una periodista que mostró como evidencia mensajes de WhatsApp bastante reveladores. La fiscalía tomó el caso y no encontró motivo para formular una acusación ya que, a su criterio, las conversaciones no configuraban delito de acoso pues se habían dado en un contexto amical. Más allá de la decisión del Fiscal Henry Teófilo de la Cruz, que puede ser discutible, Lescano insiste en decir que los mensajes fueron descartados porque eran falsos. Y no, eso no dice la resolución y con este discurso el candidato se ha dedicado a minimizar un hecho que, en el mejor de los casos, resultó incómodo y fuera de lugar para una periodista cuya relación con el candidato era de índole profesional. Los chats existieron, y sí eran para mayores de 18.
Sobre el candidato Rafael López Aliaga no hay mucho que descubrir. Tiene una clara influencia confesional que define su modo vida y su toma de decisiones. Abrazó la opción del celibato, sin ser cura, y sostiene que su misión en esta vida no pasa por formar una familia sino por servir a los demás. Respetable, cada uno elige cómo quiere vivir. Sin embargo, en sus declaraciones y las de su entorno queda claro que, como lo promueve la iglesia, las madres no debieran trabajar y se deberían dedicar a cuidar a los hijos, amenaza con exterminar el enfoque de género del currículum escolar, y la educación sexual se quedará en casa. Justamente ahí donde ocurren más del 80% de violaciones sexuales a menores.
Gerorge Forsyth tuvo un fugaz matrimonio con la conocida actriz Vanessa Terkes. El tema no hubiera pasado de las portadas de los diarios faranduleros si la separación no hubiera terminado con una denuncia de Terkes por maltrato psicológico, daño moral y abandono emocional y económico. Terkes postula al Congreso con el partido APP (Alianza para el Progreso) y la causa sigue investigándose en Fiscalía. A Forsyth se le acusa de haber vejado, ninguneado y humillado a su esposa desde los primeros días de casados.
Las mujeres también pueden ser machistas y promover causas que nos alejen de la igualdad: Keiko Fujimori plantea opciones conservadoras sobre el enfoque de género en las escuelas y las leyes más aberrantes con respecto a las libertades sexuales de las mujeres salieron de su poderosa bancada pechadora. Verónika Mendoza tiene uno de los discursos más liberales y progresistas con respecto a lo que debemos hacer por las mujeres de nuestro país, pero su solo intento de haberse acercado políticamente a alguien tan machista y homofóbico como el exgobernador regional de Junín, Vladimir Cerrón, reveló que Mendoza es capaz de endosar sus principios cuando la política se lo exige.