Hace unos días, después de la baja performance del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en su debate contra el candidato republicano Donald Trump, el expresidente Barack Obama salió en defensa del actual mandatario y candidato demócrata: “Las malas noches de debate ocurren. Créanme, lo sé. Pero estas elecciones siguen siendo una elección entre alguien que ha luchado por la gente corriente toda su vida y alguien que solo se preocupa de sí mismo”.
Después del debate del jueves pasado, ¿el Partido Demócrata cambiará de candidato? ¿Optará Biden por renunciar a la candidatura, como propone una incisiva portada de “Times”? ¿O, como sugiere el expresidente Obama, digerirán la actuación en el debate y Biden seguirá en la lucha electoral?
Tomando en cuenta algunas de las principales variables macroeconómicas, queda claro que el gobierno de Biden ha conseguido el crecimiento de la economía y del empleo. La inflación está apenas por encima del 3%. Sin embargo, estos logros no se reflejan en las encuestas. Ocurre que, como señala Daron Acemoğlu, “el desempeño del sistema no cumplió todo lo prometido: en Estados Unidos el ingreso real (ajustado por inflación) de los sectores que ocupan la parte inferior y media de la distribución de ingresos se ha mantenido casi igual desde 1980, y los políticos electos no hicieron mucho al respecto” (“El País”, 29/6/2024).
Sobre Trump pesa una inminente condena judicial; junto con eso, su discurso apocalíptico tiene límites y puede agotarse. Más aún, una victoria suya profundizará la ya muy preocupante polarización social y cultural que reina en Estados Unidos; y en política exterior tendrá peligrosos efectos, en especial sobre las precarias e inestables relaciones de poder con las principales potencias, en particular con China.
Paul Auster, novelista norteamericano fallecido el 20 de abril último, al reflexionar sobre la tenencia de armas y los “tiroteos masivos” de estadounidenses contra estadounidenses cometidos en los últimos decenios, afirmaba: “Estados Unidos ha entrado a un territorio nuevo, antes inimaginable, y mientras escribo estas palabras hoy, siete meses después de que Trump dejó el cargo, nadie […] tiene la mínima noción de lo que pasará a continuación” (“Un país bañado en sangre”, 2023). ¿Qué le deparará ahora el nuevo “continuará…” al país del norte? Porque, en lo inmediato, solo se ven dos adversarios con profundas debilidades políticas y electorales.