La pandemia y las medidas de control implementadas han expuesto la fragilidad del progreso de la economía peruana. En particular, esta crisis aumentará la informalidad, la pobreza y la desigualdad. Por ello, complementando las medidas propuestas para reactivar la economía y para sostener un alto crecimiento en el mediano plazo (Lavado, Liendo, Saavedra, IPAE 2020), en esta oportunidad, y con el valioso intercambio con Verónica Frisancho (economista senior BID), planteamos medidas adicionales para asegurar que el crecimiento sea resiliente, seguro e inclusivo, atacando tres problemas estructurales: informalidad, vulnerabilidad y desigualdad.
Con respecto a la informalidad, es necesario proteger el empleo formal. Por ello, en lo tributario, es necesario eliminar los regímenes simplificados de impuesto a la renta para personas jurídicas y migrar hacia un esquema progresivo similar al de personas naturales, así como la digitalización en los procesos de compra y venta de las mype reduciendo el costo de cumplimiento. En lo laboral, es importante implementar un único régimen progresivo que permita el incremento de los costos de la formalidad en función a la productividad del trabajador y no en función del tamaño de la empresa, acompañado de incentivos tributarios a la capacitación laboral. Finalmente, se debe buscar flexibilizar la contratación de trabajadores formales y la revisión del fallo del Tribunal Constitucional con respecto a la reposición.
Asimismo, se debe construir un registro de empresas informales y el diseño de un padrón de hogares completo como primer paso hacia la formalización y para sostener y extender el alcance de la red de protección social, con una mayor interoperabilidad de los sistemas informáticos del Estado.
De igual forma, se debe buscar promover el uso de pagos digitales y comprobantes electrónicos; el desarrollo de empresas financieras tecnológicas (Fintech) que brinden a las empresas acceso a plataformas de pago digitales y se debe ofrecer incentivos para pagar bienes o servicios de forma digital, a través de dinero móvil o billeteras electrónicas y para que las empresas realicen pagos digitales de los salarios y de impuestos.
Con respecto a la protección de las familias, es necesario facilitar la reasignación de la mano de obra, fortaleciendo y poniendo en marcha rápidamente programas de empleo temporal, así como la promoción de programas de capacitación virtuales públicos y privados, que desarrollen habilidades técnicas necesarias para laborar desde casa. Asimismo, se requiere promover el uso de cursos y especializaciones a través de incentivos tributarios a las empresas.
También se requiere incidir más en la agenda de bancarización e inclusión financiera. Ello con la apertura masiva de cuentas bancarias, adopción de tecnologías innovadoras para brindar acceso a financiamiento y el ahorro y educación financiera para los hogares.
Con respecto a la desigualdad, es prioritario acelerar la entrega del bono universal, potenciar Haku Wiñay y orientarlo hacia el aumento de la productividad y la acumulación de capital humano, y la promoción de la vivienda social revitalizando programas en curso (Techo Propio) o extender el acceso y las modalidades de atención que se ofrecen a las poblaciones de bajos ingresos.
Definitivamente, la desigualdad entre mujeres y hombres aumentará. Por ello, se debe buscar reducir los efectos desiguales de la pandemia al interior del hogar. Es importante discutir la posibilidad de una apertura focalizada de colegios en función al número de casos detectados. De hecho, en zonas rurales los colegios no cuentan con la infraestructura necesaria para la conducción de las clases virtuales y se hace necesaria su operación de manera presencial. Asimismo, se pueden implementar guarderías municipales al aire libre o espacios ventilados con número limitado de participantes y bajo estrictos protocolos de seguridad. Finalmente, para enfrentar el aumento de la violencia doméstica, se deben difundir los centros de emergencia mujer y adaptar canales y protocolos de atención de la Línea 100.
Seamos responsables para frenar los contagios y, a la vez, para construir un mejor país, con medidas basadas en evidencia y sin pretensiones populistas e irresponsables que cada vez vemos más. Dejemos de lado los prejuicios y las ideologías, enfrentemos la corrupción y las individualidades y trabajemos en equipo. Estoy seguro de que el Perú demostrará, una vez más, que es un ejemplo de buen manejo macroeconómico, disciplina fiscal y reducción de la pobreza, y que será un ejemplo de formalización, protección y reducción de la desigualdad.