APEIM acaba de difundir su último reporte de niveles socioeconómicos. El estudio no mide pobreza ni capacidad adquisitiva, pero sí combina respuestas de una serie de preguntas que nos permite clasificar a la población y entender algunos comportamientos y patrones de consumo.
Este es un esfuerzo que iniciamos hace 20 años. Hasta el 2004, cada empresa de investigación tenía su propia forma de medir y clasificar los niveles socioeconómicos, lo que hacía muy difícil la comparación de resultados o el análisis de distintas fuentes. Luego de diversos trabajos de campo y análisis de data oficial, se optó por un sistema de cálculo propio con la data del INEI. Se utiliza las encuestas acumuladas de manera trimestral de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho). La base anual se publica aproximadamente a mediados del año siguiente, con sus respectivos factores de expansión para hogares y personas. Es por ello que la distribución de los Niveles Socioeconómicos de APEIM 2024 se publica en el segundo semestre del año y utiliza la base ENAHO 2023.
Cada año se analizan las variables que pertenecen a la fórmula para medir su variación y significancia en el tiempo. Asimismo, se analizan las otras preguntas de la base Enaho para evaluar la incorporación de aquellas que pudieran estar impactando en los hogares. Normalmente, se mantiene la mayoría de variables dado que siguen discriminando a los hogares por características socioeconómicas. Asimismo, se reagrupan algunas categorías de las variables y se redistribuyen puntajes en función a la penetración de las mismas.
Las preguntas utilizadas para definir la fórmula de los niveles socioeconómicos son aquellas relacionadas al jefe de familia, el acceso a bienes y servicios y el equipamiento del hogar, entre las que destacan nivel educativo alcanzado, acceso al sistema de salud, material predominante de los pisos en la vivienda, conexión del baño, tenencia de vehículo particular, bienes como computadora, refrigeradora y lavadora, servicios como cable e Internet.
Durante años hemos visto variaciones en favor del crecimiento de la clase media. En el 2004, los niveles ABC de Lima y el Callao sumaban 49,7% y en el 2024 suman 66,1%. Si bien a nivel total todavía hay una diferencia favorable hacia este segmento, si comparamos con el 2023 se observa una preocupante caída, pues en dicho año el 71,8% de los limeños pertenecía a los niveles ABC, estamos hablando de una disminución de 5,7 puntos. A nivel nacional (urbano y rural) se registra algo parecido: caen los niveles ABC de 44,3% en el 2023 a 39,6% en el 2024.
Más allá del detalle al que se puede acceder en el informe, hay una reflexión más cualitativa a la que estamos obligados. La clase media no solo es un motor clave para el crecimiento económico, sino también un estabilizador social. Este segmento cuenta con ingresos estables provenientes del empleo formal o negocios propios. Enfrenta desafíos como la inseguridad económica y el acceso limitado a oportunidades que impiden consolidar su progreso. Este grupo impulsa el consumo interno, demanda mejoras en educación, salud y seguridad, y representa un puente entre los extremos de la sociedad. Su fortalecimiento es esencial para construir una sociedad más equitativa y resiliente.
Más de una vez se ha mencionado a la clase media como defensora del modelo económico y que no estaría dispuesta a perder lo ganado en estos años. Esto sería correcto hasta cierto punto, puesto que en la realidad la clase media peruana se viene deteriorando, lo que se traduce en frustración y desamor por el país. Sin una estrategia clara para fortalecerla, el riesgo es que el retroceso continúe, afectando la cohesión social y las perspectivas de desarrollo del Perú.