Mientras Alan García renuncia a un doctorado que nunca tuvo, los comentarios en Facebook más están teledirigidos a las peleas de Nicola Porcella en sus redes sociales. Mientras se confirma que los Ministros en el Perú tienen menos estabilidad laboral que un técnico de la selección, las listas de tendencias en Twitter están “secuestradas” por cariñosos mensajes a los competidores de “Esto es Guerra” y “Combate”. El interés público, de nuestro público, a veces nos puede derrumbar en la más prolongada de las depresiones. Es una tentación permanente para perder la fe.
Te conectas un rato al Ana Jara como Primera Ministra pero cuando revisas los “Trending Topic” en el Perú te sientes en un mundo paralelo al leer #AngieYNicolaLosMejoresIdolosDelMundo (en alusión a dos competidores de “Esto Guerra”). Pasan unos minutos, quieres buscar información sobre el cobro de las AFP a los trabajadores independientes y te hundes en el agujero negro de lo inexplicable al encontrarte con esto: #DondeSeaYComoSeaContigoSiempreMeliLoza. Aceptemos esa realidad, aunque duela. Vivimos atrapados en unas redes que nos castigan con un espejo que no miente, con un reflejo brutal de lo que somos.
Hace unos meses conocí a tres participantes estelares de estos programas. Los tres me parecieron buenas personas, pero quizá están algo fuera de perspectiva. Su control de calidad lo miden por índices de audiencia. Nadie les ha dicho lo contrario. Si quieres un Perú mejor sin “Esto es Guerra” o sin “Combate” (o por lo menos con mejores versiones de estos programas) tu primera batalla la puedes ganar con el control remoto. Si eres padre de familia o tienes hermanos menores, puedes ayudarlos a mirar una televisión mejor. Así, a paso lento, tendremos quizá los programas que queremos.
Es inconsecuente atacar o insultar a estos ¿modelos? hasta convertirlos en noticia todos los días (o TT de Twitter). Si queremos que cambien esas nuevas tendencias de las redes sociales, deberíamos nosotros también escapar de ese circo. Cuando leí la discusión de Porcella con un seguidor de Facebook me dio pena entender el tipo de “ídolos” que estamos creando. Pero más preocupación me despertó el insulto, el cargamontón de esos cibernautas que se creen seres superiores a cualquier peatón. Para tener una mejor televisión también hay que ser un mejor público.
Que levante la mano aquel que no ha insultado (o burlado) en sus redes sociales de estos “competidores” de reality. Todos hemos sido culpables, todos hemos aportado a que sus nombres suenen más que la de un Presidente de la República. Ser mejores personas, ser una mejor sociedad es un primer paso para aspirar a tener una TV menos tóxica y facilista. Aún estamos lejos de eso, Perú. Los que mentaron la madre y desearon la muerte al confundido Nicola Porcella no son mejores que él. Nunca lo serán.