Hace dos años, un cantante peruano decía en un concierto: “Hay una señora que salió en televisión a decirme que soy un delincuente. ¿Yo a quién he matado? ¿A quién he violado? A nadie. A la única que he violado es a mi mujer”. Por entonces, escribí una columna respecto de este ‘chiste’ en este Diario, sin imaginar que, dos años después, tendría que escribir un texto similar, esta vez, sin embargo, sobre una frase atribuida nada más y nada menos que al presidente del Consejo de Ministros del Perú, Guido Bellido.
Ya sabrán a qué me refiero, pero de todas maneras daré algunos detalles. El martes, la congresista Patricia Chirinos contó que, en julio, se acercó a la Junta Preparatoria para pedir que se le asignase la oficina que había ocupado su padre: “Y Bellido me dijo, ‘¿qué te preocupas de eso? Anda cásate’. Y yo le dije, ‘¿Perdón? He sido soltera, casada, divorciada y ahora soy viuda’. Y me dijo, ‘entonces ahora solo falta que te violen’”.
Aunque Bellido niega el hecho, este Diario ha informado que el parlamentario José Jerí (Somos Perú-Partido Morado), “si bien dijo que no recordaba los términos exactos usados por Bellido, aseveró que se trató de ‘comentarios desatinados’ que tomó ‘como una broma de mal gusto’”. Lamentablemente, el congresista Enrique Wong (Podemos Perú), que Chirinos ha mencionado como otro testigo, prefirió no dar detalles a la prensa, aunque ha dicho que “ya en la Comisión de Ética haré mis declaraciones pertinentes”.
Sin duda, lo que corresponde es una investigación y sería bueno que las diversas autoridades que se han pronunciado sobre la necesidad de esta informen de forma concreta cuáles serán los siguientes pasos y cuándo podemos esperarlos. En lo que resta de esta columna quiero, sin embargo, hablar del fondo de la acusación. Resulta increíble tener que dedicarle un artículo entero a este tema, pero aquí me encuentro, teniendo que argumentar lo obvio: no es gracioso. No es graciosa la primera parte (¿anda cásate?). Y, definitivamente, no es graciosa la segunda parte. Una en la que el chiste no es otro que la violación misma. O, como lo ponía la escritora Rebecca Solnit en un artículo para “The Guardian” sobre el molde de algunos ‘chistes’ sobre la violación: “Te ha pasado algo terrible, ¡ja, ja, ja, ja, ja! Voy a violar y degradar a una mujer y negarle su humanidad, ¡jo, jo, jo!”.
Les pido a los hombres que están leyendo esta columna que hagan un ejercicio: ¿cómo creen que se siente una mujer al escuchar este tipo de ‘chistes’? ¿Cómo creen que se siente una mujer al escuchar este tipo de ‘chistes’... en su lugar de trabajo? A las mujeres, también les pido un ejercicio similar: que recuerden cómo se sintieron frente a ‘chistes’ similares (¿notan la diferencia?).
Como muchos han resaltado, hay que entender este tipo de comentarios en un contexto en el que las políticas sufren burlas, acoso y discriminación. El Jurado Nacional de Elecciones publicó en abril de este año los resultados de la “Encuesta a Candidaturas Congresales 2021”, para la que se entrevistó a 500 candidatos. El 47% de las mujeres entrevistadas aseguró haber sufrido acoso político durante su trayectoria política. El caso más frecuente fue precisamente el de las burlas (35,1%). Si queremos aumentar la participación política de las mujeres, tenemos, en efecto, que centrarnos en temas como el financiamiento o los puestos en las listas, pero también tenemos que cerciorarnos de que la agresividad del ambiente político no esté obstaculizando el camino de las mujeres.
No quiero terminar, sin embargo, sin dejar de pedirles otro ejercicio más. El caso denunciado por Chirinos es muy claro, en el sentido de que las frases que le atribuye al primer ministro Bellido son claramente condenables –y lo son sin matices–. Es muy fácil, en ese sentido, sumarnos a la ola de críticas. Pero es necesario también, me parece, usar esta ocasión para pensar en nuestra propia actitud hacia las mujeres políticas, ya sea en las redes sociales o en nuestras conversaciones privadas. ¿Hacemos también ‘chistes’ cargados de estereotipos a su costa? ¿Nos dedicamos a lanzar burlas que refieren a su apariencia o a su ropa? ¿Qué parte jugamos nosotros en todo esto?