Esta semana, los reflectores de la opinión pública se han enfocado, primero, en las graves denuncias realizadas por dos ex comandantes generales de las Fuerzas Armadas sobre supuestas presiones del Ejecutivo para interferir en el proceso de ascensos de ambas instituciones castrenses que les habría costado el puesto a ambos y, segundo, en el mensaje del presidente Pedro Castillo el miércoles en Ayacucho, donde utilizando recursos como la venta del avión en el que se trasladan los jefes del Estado Peruano o el incremento del sueldo mínimo vital (que luego aclaró que se trataba de un subsidio) intentó rellenar un ‘balance’ muy pobre de sus primeros 100 días de gestión. Mientras todo esto ocurría, sin embargo, el Gobierno ha continuado colmando el sector público con designaciones cuestionables.
Una de ellas es la de Ricardo Soberón en Devida. Como recordamos, la renuncia de su antecesor, Fidel Pintado, el pasado 12 de octubre y la enérgica carta en la que le comunicaba su dimisión a la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, –en la que advertía que “las acciones del actual ministro del Interior [en ese entonces Luis Barranzuela]” parecían ir “en línea contraria” a los planes de su institución– crearon cierta inquietud sobre su reemplazo.
El elegido ha sido el señor Soberón, que fue cabeza de Devida en el 2011, en la gestión del presidente Ollanta Humala, donde duró apenas cinco meses, y cuya posición contraria a la erradicación de los cultivos de coca (una actividad que ha calificado como “ilegal, inconstitucional, injusta y arbitraria”) está ampliamente documentada. Su nombramiento, que se produce en momentos en los que la reducción de los cultivos de hoja de coca en el país muestra indicadores alarmantes (este año apenas se han erradicado 2.000 hectáreas de las 25.000 puestas como meta), ya ha despertado varios cuestionamientos.
El exministro del Interior Rubén Vargas ha sostenido que, con el nombramiento de Soberón, “el Gobierno y la PCM en especial están claudicando frente a los intereses de la coca ilegal […], están abandonando a todas las víctimas del narcotráfico y de la coca ilegal”. Mientras que Berlín Diques, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), ha afirmado que la presencia de Soberón ha despertado preocupación entre los pueblos indígenas por su postura “prococalera”.
Otro nombramiento polémico ha sido el de Roy Palacios Ávalos como viceministro de Gestión Institucional del Ministerio de Educación. Palacios es miembro de la Fenatep, el sindicato del magisterio cuyos líderes han tenido vínculos o han coincidido en eventos con integrantes del Movadef, al que también es bastante cercano el ministro de Educación, Carlos Gallardo. Palacios, además, fue uno de los 12 maestros que acudieron a Palacio de Gobierno el pasado 13 de agosto para reunirse con el mandatario y que ingresaron consignando información falsa (usando el membrete de funcionarios del Ministerio de Energía y Minas).
En Transportes, la cosecha ha sido más fructífera. Como mencionamos ayer en esta página, la flamante jefa de la Sutrán, Doris Alzamora, duró apenas cuatro días en el puesto luego de que la prensa difundiera que arrastraba antecedentes por robos en supermercados. Este Diario, además, reveló que cuando se desempeñaba como coordinadora en Protránsito fue denunciada internamente por pedirle a dos de sus subordinadas que realizaran labores particulares para ella y por usar un vehículo de la entidad para movilizar a sus hijos al colegio.
Esta semana, asimismo, nuestro colega Juan Pablo León informó que Víctor Efrén Valdivia Malpartida, nuevo director de Provías Descentralizado (un organismo que maneja un presupuesto de S/772 millones), arrastra casi una decena de denuncias por delitos como falsedad genérica, falsificación documentaria y falsedad ideológica, violencia familiar, entre otros.
Con esta selección, que pertenece apenas a los últimos días, el presidente Castillo ratifica que, en medio del caos, los mensajes contradictorios y la incertidumbre que genera su gobierno, hay un ingrediente de predictibilidad en este que se mantiene inmutable… aunque sea para lo malo.