Juan Ramón Trujillo es uno de los 60 pescadores reconocidos como guardaparques comunales voluntarios que trabajan en la Reserva Nacional de Paracas (RNP) y que junto a los guardianes del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) tiene la titánica labor de custodiar las 335 mil hectáreas de la reserva ubicada entre Pisco e Ica.
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En estos 14 años que Trujillo lleva como voluntario, su objetivo principal es erradicar la pesca con dinamita que se realiza en varios puntos del área protegida. Él y otros pescadores empiezan sus jornadas armados con chalecos, cámaras y radios, elementos necesarios para ser reconocidos como guardaparques comunales y dar alerta a las autoridades sobre cualquier actividad inusual que suceda dentro de la reserva.
“Los explosivos causan un daño irremediable en la naturaleza. Se destruyen las rocas, el fondo marino se desprende y todos los animales mueren. Yo trabajo como pescador desde hace 40 años y he visto que varias especies se han vuelto escasas y varios lugares han quedado sin vida”, explica Trujillo, quien se dedica a la pesca de cordel y ha visto a compañeros quedar con daños auditivos severos tras encontrarse cerca de las zonas escogidas por los dinamiteros.
Alerta permanente
Gonzalo Quiroz, jefe de la Reserva Nacional de Paracas, señala que el 60% del área natural es ecosistema marino y detalla que unos dos mil pescadores tienen acceso a esta parte para realizar labores de extracción. También explica que constantemente se coordina con la Dirección General de Capitanías y Guardacostas y con el Ministerio de la Producción para intercambiar información sobre permisos de pesca, de circulación, entre otras labores de fiscalización y control. Sin embargo, Quiroz acota que los esfuerzos muchas veces son insuficientes puesto que los pescadores ilegales buscan la forma de burlar la seguridad y los controles para ingresar con los explosivos a la reserva (ver infografía).
“Hace 15 años teníamos un promedio de 15 a 20 eventos por mes. La labor que se realiza con los pescadores es muy valiosa, son ellos los que nos dan reportes verbales y ayudan en las investigaciones para hacer operativos conjuntos con la Policía Nacional, el Ministerio Público y el Ministerio del Ambiente. Por eso hemos reducido notablemente la incidencia de esta actividad”, acota.
Aun así, Quiroz sostiene que entre el 2019 y lo que va del 2021 se reportaron cuatro eventos relacionados a la pesca con dinamita. El último de ellos fue a inicios de este mes en la playa Arquillo, en cuya orilla se hallaron 50 detonadores y 30 cartuchos de dinamita, y se detuvo a una persona.
Para Carlos Zavalaga, director de la Unidad de Investigación de Ecosistemas Marinos, Grupo Aves Marinas, de la Universidad Científica del Sur, además del daño visible en el ecosistema hay otros que llegan a ser totalmente desconocidos por falta de investigación en el tema. Por ejemplo, el PhD en biología marina señala que hay muchas especies de aves, tortugas y ballenas que terminan varadas en las orillas o muertas en los islotes por la destrucción de su sistema auditivo tras las explosiones. “El ecosistema marino es el que provee. Hay que generar conciencia de que estas prácticas no son sostenibles y eliminan los recursos naturales”, enfatiza
Prevención y control
- Las actividades de protección al interior de la RNP se llevan a cabo a través de patrullajes rutinarios (diarios, diurnos y con recorrido establecido) y especiales (en compañía de autoridades).
- La información sobre esta y otras incidencias es obtenida gracias a los reportes verbales realizados por los pescadores artesanales que trabajan de forma voluntaria.
- Los guardaparques del Sernanp tienen cámaras con un alcance de hasta 5 kilómetros, drones y otros equipos que permiten captar a los sospechosos. La pena para este delito ambiental puede ser de hasta ocho años de prisión