A la altura del kilómetro 245 de la Panamericana Sur, en el distrito de Paracas, provincia de Pisco, existe un fundo que se bautizó bajo el nombre ‘El Milagro’, en medio de una zona denominada como ‘Pozo Santo’. Allí, Bernardo Roca Rey cumplió el sueño de hacer vino y pisco en medio del desierto. Hoy, la propiedad sufre su cuarta usurpación en tres años, convirtiendo los sueños de Bernardo en una constante pesadilla para su familia.
El terreno de la familia Roca Rey se expande a lo largo varias hectáreas, manteniendo un perímetro de casi 6.5 kilómetros. Dentro del predio se había construido una bodega de 1.120 metros cuadrados que incluyó un crédito de Agrobanco, tasada sólo la edificación en 530.000 dólares. El Comercio visitó la zona y constató que la bodega ya no existe. Ha sido destruida y borrada del mapa.
Despojados de su terreno
Así también lo evidenciaron el pasado 7 de julio los policías que acompañaron a la propiedad al representante legal de Larroca S.A.C., empresa constituida por Roca Rey. En el acta policial se establece que “en el interior no se observó ninguna infraestructura, pero sí removimiento de tierra en diversos puntos, al parecer recientemente producido”.
También indicaron que se ha construido un muro perimétrico en el cual se señala que se trata de una propiedad privada con la “partida registral 11006222, año 1959″, diferente a la partida registrada del terreno de Roca Rey. Un cartel advierte: “orden de disparar”.
El Comercio llegó al lugar y registró que se ha construido un cerco perimétrico en parte del predio de varios cientos de metros. Además, se ha amontonado desmonte, generando así una suerte de barrera o muralla adicional. Desde afuera, se evidencia a los guardianes caminando dentro del territorio.
Tras tocar la puerta de metal y esperar largos minutos a que se acerque uno de los vigilantes, este indicó que cualquier información se puede recabar en la comisaría de Paracas. No dio su nombre, pero explicó que había trabajado por años en el lugar. Según señaló, nunca existió la bodega que ahora desapareció de la propiedad.
Años de trabajo destruidos en días
El Comercio conversó con uno de los representantes legales de Larroca S.A.C., quien explicó que el personal de seguridad alertó sobre la situación el pasado 1 de julio. Cerca de 40 personas habrían amedrentado a los guardianes con armas y objetos contundentes para invadir la propiedad. Tras tomar control del lugar, cerraron los ingresos al territorio, demolieron las casas de guardianía y colocaron columnas de concreto. Esto, además de desaparecer la inmensa bodega en cuestión de días.
El 7 de julio, representantes de Larroca constataron la situación de la propiedad en conjunto con la policía. Entonces, se presentó un documento para el apoyo policial de recuperación extrajudicial del predio, “objeto de despojo y desposesión por parte de terceros no identificados”.
Esta medida debía atenderse en un plazo de 15 días, según establece el Código Civil. En su artículo 920 se señala que “el poseedor puede repeler la fuerza que se emplee contra él o el bien y recobrarlo, si fuere desposeído. La acción se realiza dentro de los quince días siguientes a que tome conocimiento de la desposesión”. La solicitud no fue atendida a tiempo.
De tal forma, Larroca ahora solo cuenta con el camino legal para recuperar las tierras de su padre, ruta que ha revelado la inmensa lentitud para resolver la problemática. Por ejemplo, aun permanece sin solución una de las denuncias presentadas por otro caso de usurpación ocurrido el 2021.
Víctimas por cuarta vez
El abogado encargado del caso reveló a El Comercio que este sería el cuarto intento de tomar posesión del territorio desde el 2020. En dichas ocasiones anteriores se acusó a la empresa Logisminsa S.A.C. de haber invadido la propiedad de Larroca. Esta es una compañía que brinda almacenamiento de minerales y otros servicios al sector minero.
Según detalló el abogado, Logisminsa también habría mostrado interés en adquirir formalmente una parte del predio. Las negociaciones se llevaron a cabo por un plazo de seis meses, sin éxito. Tiempo después, la propiedad fue invadida. El Comercio se contactó con la empresa sin obtener respuesta.
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