Aunque la casa de Jorge Luis Calle Espinoza está repleta de gente, hay soledad en el hogar. Soledad en los ojos de sus padres, de sus colegas policías, de sus vecinos y de toda la gente indignada que lo mira desde lejos y se persigna ante su féretro. Porque en tiempos donde todo se compra y todo se vende, hombres dispuestos a morir por servicio social son la excepción.
Y así lo resalta su compañero de promoción, que esta tarde calurosa ofrece un discurso de despedida a nombre de toda la institución policial. Oficiales, suboficiales, periodistas y gente de a pie lo siente como a un familiar suyo. La muerte nos hace iguales a todos. Sus compañeros se muerden los labios y contienen la respiración para evitar el llanto. Hace rato, el féretro de Calle salió de su casa, en el asentamiento humano Los Algarrobos, rumbo a la parroquia de su comunidad. El sacerdote pidió, al finalizar la misa, que todos los policías canten su himno y griten: “Dispuestos a servir, listos a morir”. Porque ese es el lema de los verdaderos policías, y Calle era uno de ellos. Todos los recuerdan así, con honor. En el cementerio Metropolitano de Piura le ofrecen una ceremonia muy emotiva. El Gobierno Regional de Piura hace pública sus condolencias a su familia y a la esposa de Calle. La mujer espera a su segunda hija, una que Calle mirará desde el cielo. Porque una bala disparada por un delincuente le quitó ese tremendo honor de ver nacer a su pequeña. El jefe de la región policial de Piura, general PNP Menahem Gustavo Hananel, le entrega a su familia la bandera peruana y la gorra que usó en vida el suboficial. Minutos antes se leyó una resolución, mediante la cual, la policía le otorgó a Calle Espinoza el ascenso póstumo a grado de suboficial de segunda. Merecido por su valentía y acción heroica.