En la esquina de los jirones Apurímac y Sullana, en el barrio de Cumbe Mayo, un taller textil guarda los trajes más vistosos utilizados en los carnavales de los últimos cincuenta años.
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Como parte de la campaña Peruanos que Suman de El Comercio y el BCP conocimos a Segundo Juan Aliaga Maguiño, presidente de la Embajada del Cumbe, una de las comparsas más ganadoras de la festividad más famosa de Cajamarca.
Nacido en el vecino barrio de San Sebastián hace 78 años, don Juan llegó al Cumbe en 1965. “Mis padres se mudaron a esta casa, yo recién me había graduado como docente de la Escuela Normal de Varones de Cajamarca. Los primeros años estuve fuera por trabajo, primero en un caserío de San Marcos y luego en Tembladera, donde trabajé por ocho años, antes de finalmente volver a la ciudad”, explica mientras acomoda un vistoso casco de lentejuelas que simula a un gavilán.
“Este es el traje con el que ganamos este año, a mí me llena de orgullo porque después de dos años de pandemia pudimos reorganizarnos y hacer algo distinto, dejamos de lado las imágenes religiosas y representamos al gavilán”, explica.
De regreso en el Cumbe, don Juan fue invitado a formar parte del Comité Central de Carnaval del barrio. Desde que se comenzó a celebrar, en la década de 1930, el Carnaval se ha convertido en la fiesta popular más importante de Cajamarca. Las celebraciones se extienden por ocho días e incluyen a la coronación de la reina y el desfile del rey Momo, además de litros de pintura y kilos de talco o pica pica que son arrojados entre los participantes.
“Yo recuerdo al carnaval desde niño, aunque antes era diferente, trataba más de luchas entre patrullas de cada barrio. Prácticamente no había comparsas, eso fue cambiando con el tiempo. Cuando me invitan a formar parte del comité del Cumbe, hace más de 50 años, ellos eran campeones en danzas, pero yo quise dar mi aporte y fue a través de los trajes”, asegura don Juan.
Apoyado únicamente en su experiencia como docente de primaria, supo que lo primero por hacer era cambiar los materiales. “La costumbre era hacer los trajes de plástico u otros materiales corrientes. Nosotros empezamos a buscar las telas más suaves y vistosas y así inventamos trajes cada vez más bonitos”, recuerda.
Su labor lo llevó a ser elegido presidente de la Embajada del Cumbe hace casi 50 años, un cargo que ocupa hasta la actualidad y que llega acompañado de una responsabilidad tan grande como la de pensar un traje único cada año. “Cada año debe ser diferente, único. En el Cumbe siempre fueron ganadores como comparsa, yo hice un juramento para que eso no cambie y hasta ahora he cumplido”, dice orgulloso.
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