El presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, presentó su carta de renuncia tras la decisión del Congreso de rechazar “de plano” la cuestión de confianza que planteó hace una semana. Esto genera una crisis total del Gabinete, dado que todos los miembros del equipo también deben dar un paso al costado.
La tarde del jueves, se conoció que mayoría la Mesa Directiva del Congreso rechazó la cuestión de confianza al considerar que la iniciativa del Gobierno “interfiere directamente” con las competencias exclusivas y excluyentes del Parlamento, y colisiona directamente con el artículo 206 de la Constitución, referida a que toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Parlamento.
El Gobierno no da a conocer aún su posición tras la decisión del Congreso y si la interpreta como una primera negativa a la cuestión de confianza al amparo de los artículos 133 y 134 de la Constitución, por más que expertos ya han señalado que eso no es posible.
Cuando planteó el pedido, Torres dijo que interpretaría cualquier respuesta del Parlamento como un “rehusamiento” ya sea ésta la “inadmisibilidad, la improcedencia o cualquier otra.” Según esa visión, el artículo 134 establece que el mandatario “está facultado para disolver el Congreso” si se niega la confianza “a dos Consejos de Ministros”.
La semana pasada, el primer ministro había asegurado que iba a renunciar “por el bien del país” el Congreso rechazaba su pedido de derogar la Ley 31399.
NOTA: Cuestión de confianza: ¿Puede el Gobierno interpretar una eventual decisión del Congreso como ‘negación fáctica’?
“(Si) El Congreso no lo deroga, deniega la confianza, la situación continúa en lo mismo. El status quo continúa. Entra en crisis el Gabinete y el Gabinete tiene que renunciar, yo tengo que renunciar. Yo estoy dispuesto a eso por el bien de mi patria, por el bien del pueblo, por el bien de los más pobres, yo estoy dispuesto y a mucho más”, señaló en aquel momento.
El 3 de agosto, Aníbal Torres renunció -por primera vez- al cargo “por razones personales”, a través de una carta dirigida al jefe del Estado Pedro Castillo, a quien agradeció haberle dado la confianza y la oportunidad de servir “a nuestra patria, especialmente al pueblo más postergado y olvidado”. Sin embargo, días después dio marcha atrás.