El golpista Pedro Castillo prefirió guardar silencio ayer en la audiencia judicial que determinó su detención por siete días y en la diligencia de toma de declaración realizada por la fiscal de la Nación, Patricia Benavides. Él no se defendió, pero sí lo hicieron sus allegados utilizando irrisorios argumentos para pretender justificar que el expresidente haya quebrado el orden constitucional el último miércoles.
Entre quienes aún respaldan el accionar de Castillo figuran principalmente congresistas del Bloque Magisterial, aunque con frases de colección y para el recuerdo.
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Está el caso, por ejemplo, de Pasión Dávila, docente que desde hace meses cobró presencia como escudero del exmandatario. Para él, su otrora líder no ha cometido algún delito, sino solo ha dado una “opinión”, como si olvidara que Castillo dio un mensaje a la nación desde Palacio de Gobierno portando la banda presidencial y anunciando medidas inconstitucionales como la disolución del Congreso sin causa legal y la reorganización de entidades autónomas, incluyendo el sistema de justicia.
Katy Ugarte, también congresista de la misma bancada y fugaz ministra de la Mujer en febrero pasado –en lo efímero coincide con el golpe de Estado perpetrado por Castillo–, aseguró que lo ocurrido solo corresponde a “un decir”.
Tanto Cruz como Ugarte recurren a la misma maniobra de Víctor Pérez Liendo, abogado del exjefe del Estado que en pocas palabras aseguró ayer que no hay ‘papelito que mande’; es decir, que el golpe no quedó oleado y sacramentado en algún documento oficial.
Hay también quienes han buscado echarle la culpa a cualquiera, menos al propio Castillo, como el congresista Edgar Tello, compañero de Castillo en andares sindicales del magisterio. O quienes hasta han puesto en duda el “estado psicológico” del exgobernante y demandan “una prueba toxicológica”, como el ex primer ministro Guido Bellido.
Ambos ven a Castillo como alguien que fue empujado a dar el golpe, aunque es él aquel quien a viva voz se aventuró en televisión nacional a jugar al dictador, y caer como tal.
“Para mí no es delito [el golpe de Estado]. Lo que hizo el presidente fue emitir su opinión. Es una opinión, porque el acto no lo ha consumado”.
“La inocencia de presunción existe [...] Él no ha firmado ningún documento que haya golpeado al país [...] En principio, [el golpe de Estado] solo fue un decir”.
“El estado psicológico de Pedro Castillo al leer el mensaje a la nación evidencia que no se encontraba dentro de sus facultades, ello hace presumir que pudo haber sido inducido. Urge una prueba toxicológica y el Ministerio Público debe acceder a cámaras de seguridad”.
“Lamentablemente, al haberse rodeado de grupos neoliberales, caviares, Patria Roja y oportunistas de todo tipo... lo condujeron a tomar la decisión de quebrantar la democracia por la cual votó el pueblo peruano”.
“¿Ha existido alguna resolución, documento, donde mi patrocinado haya señalado: ‘Se disuelve el Congreso’? No existe ningún documento”.