Hace varios años, cuando trabajaba en un restaurante de comida rápida, le pregunté a mi jefe por qué no había mujeres laborando en la cocina. Me respondió que se trataba de un tarea bastante complicada, que solo los hombres podían realizar, debido a que – además de cocinar- había que cargar insumos pesados, equipos y limpiar enormes máquinas. ¿Qué pensaría él si supiera que existe un restaurante operado solo por mujeres?
Es lo que sucede con Ana, el primer espacio gastronómico en el que desde el servicio de valet parking hasta las más altas esferas de la cocina son liderados por mujeres. Es como estar en una realidad paralela porque, hoy en día, es mucho más frecuente ver a grandes chefs del género masculino destacarse dentro de este sector; sin embargo, ahora es el turno de las damas. ¡Con permiso!
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Bajo la filosofía de cocina de cambio, Ana - que abrió sus puertas en septiembre- no solo pretende marcar la diferencia promoviendo la igualdad de género en el sector culinario, sino que también busca posicionar el concepto de economía circular, que consiste en reutilizar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible y así intentar generar la menor cantidad de desechos.
Dualidad
Al ingresar a Ana lo primero que se observa es su enorme barra, mucha vegetación y sonrisas, entre ellas la de Alexandra Chía, la jefa de salón.
“Ana es una mujer hogareña, sofisticada y muy dulce de día. Por las noches es entretenida y desenfrenada. Se divierte y goza de su femineidad. Es empoderada y no necesita de alguien para sentirse libre”, dice a Provecho de El Comercio antes de abrirnos las puertas la cocina o “el corazón de Ana”, como ella le llama.
Entre las llamas, las ollas, sartenes e ingredientes observamos cómo un grupo de aproximadamente diez mujeres se desenvuelve en perfecta armonía para elaborar las órdenes que vienen desde el salón, donde las personas son ajenas al caos y al bochorno que se vive dentro del corazón de Ana. El equipo es liderado por Saraí del Águila y Melissa Castro, dos experimentadas cocineras que participaron de la creación del concepto de la marca, de la mano del Grupo Sinergia, y de cada plato de la carta.
“La idea [de crear Ana] surge en la pandemia. Nos dimos cuenta de que había muchas desigualdades con las mujeres y mucho más en la gastronomía. Los carta la venimos elaborando desde julio, en base a la experiencia que hemos tenido cada una. Se trata de una carta que tiene bastante técnica, que revaloriza los productos peruanos y la gran variedad de ajíes que tenemos. Cada una ha aportado algo significativo. Trabajamos de la mano de agricultores y pescadores artesanales. Intentamos participar de todas las etapas por las que pasa el producto hasta llegar a la mesa”, señala Saraí.
Saraí y Melissa imprimen cada una de sus experiencias en cada uno de los platos. Saraí recuerda que en su casa tanto hombres como mujeres disfrutaban de cocinar. Además, lleva siempre en su mente los sabores del zapallo loche y el culantro por sus raíces norteñas.
Algunos de los platos que se destacan en la carta son el Magret de pato, acompañado de crepes, lechuga, zanahoria rallada, encurtido de cebolla roja, frutos secos y salsa teriyaki. También el lomo al miso y mollejitas, servidas con puré de zapallo, quinua pop y chalaquita. La carta también incluye opciones veganas como un riquísimo Chijaukay, preparado con tofu, chaufa blanco, zucchini, holantao y pimiento rojo.
La barra de Cecilia
Líneas arriba les contaba que al ingresar a Ana lo primero que verán es la enorme barra. Ahí está Cecilia, la jefa de esta zona, en la que se preparan bebidas y cócteles de autor. La carta de diez cócteles es creación de ella y la elaboró en 15 días. Tiempo récord.
Cecilia es una experimentada bartender, que ha liderado las barras de diversos restaurantes como Rafael y Barra 55. Ella siente que todavía las mujeres no son tomadas en cuenta en el mundo de la coctelería, en especial en las competencias, pero espera que pronto este “chip” pueda cambiarse.
“Las chicas podemos trabajar en cualquier tipo de área. Ningún puesto tiene género. El mensaje de Ana es que la gastronomía debe ser igual tanto para hombres y como para mujeres”, explica mientras prepara una Gracie, una de las bebidas favoritas de las clientas de Ana. Se llama así en honor a Leslie Gracie, la creadora del Gin Hendrick’s.
Y aunque parezca difícil de creer, la receta de este coctel incluye lacto arándanos, producto de un proceso de lactofermentación. “Este proceso produce una bacteria que se llama lactobacilo que es buena para la flora intestinal”.
Gracie también lleva Saint Germain (licor de flor de sauco), licor de ciruela, jarabe de lima y jarabe de limón. Para decorar se le coloca polvo de arándanos, el cual obtienen gracias a la economía circular.
“Hacemos polvos, jarabes y galletas del bagazo de los productos como los arándanos y la piña. Tratamos de generar los menores desechos posibles. Para ello, trabajamos de la mano de la cocina. Tratamos en la medida de lo posible de no usar plástico. No queremos generar basura ambiental”, concluye Cecilia.
Cuando cae la noche y aflora el lado divertido de Ana, también puedes disfrutar de cócteles como Maria Landó o Chabuca, acompañados de música de DJs como Shushupe. ¿Te animas a disfrutar de esta experiencia?
EL DATO
Ana se ubica en la avenida General Mendiburu 793, Miraflores. Puedes agendar una reserva a través de su página web oficial.
Por el día de la Mujer, el restaurante ha creado un menú especial de tres tiempos con bebidas especiales.
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