Antes de llegar de vacaciones al Perú a los 17 años de edad, Korina Rivadeneira había pasado por varios certámenes de belleza. Ganó el concurso de Miss Teen Venezuela y vivió la mejor experiencia en Ecuador, cuando se preparaba para ser la venezolana “perfecta”. Sin embargo, las cosas no salieron acorde al plan. Durante un viaje a Lima, encontró el amor y se casó con el piloto y empresario Mario Hart. De hecho, su historia es muy parecida a la que cuenta Enrique Chimoy en su película “Un matrimonio inesperado”.
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La modelo, influencer y actriz, pero por sobre todas las cosas, madre y una surfista apasionada, es una venezolana con el sueño de triunfar en la vida. En una conversación por Saltar Intro de El Comercio vía Instagram, la protagonista de “Un matrimonio Inesperado” descarga la energía que todavía le queda del día, después de estar con sus dos menores hijos, para hablar de su primer papel protagónico en esta cinta peruana. Encantada con su trabajo, ya va por su cuarta visita al cine, por lo menos hasta que se culminen las negociaciones de llevar el título a los cines de Venezuela o encontrarle alguna casa en streaming.
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En la película, Rivadeneira interpreta a Valeria, una inmigrante venezolana que está a punto de ser deportada a su país por una comitiva ficticia de Asuntos Migratorios en el Perú, interpretada por Fiorella Rodríguez y Miguel Vergara. En su defensa, Enrique (Renzo Schuller), un empresario hotelero, la ayuda a esquivar a la autoridad bajo la gran idea de su mejor amigo (Guillermo Castañeda), que es contraer matrimonio con ella.
-¿En qué te pareces a Valeria?
Somos venezolanas. Así como ella vino al Perú dejando todo lo que ama, su sueño y su carrera en Venezuela, también lo hice yo, pero me veía mucho más pequeña, de 17 años. Vine de vacaciones y me terminé quedando perdidamente enamorada de la comida y de las olas peruanas. Ambas nos casamos con un peruano y las dos tuvimos algún ‘encontronazo’ con la agencia de migraciones. Pero la verdadera historia de Valeria se basó en una chica que existe y se llama Leticia. El director no lo dice, pero creo que se enamoraron y después ella terminó regresando a Venezuela. En la película, ella se queda con él.
- Es la historia que no tuvo.
Sí. Ay, estoy hablando de más.
- ¡Bueno! En realidad es prácticamente tu historia, por eso el público habla de cuando estuviste con Mario Hart.
Es más, cuando la gente que conoce lo que viví ve la película, automáticamente se da cuenta que no es lo mismo. Además, es descabellado que Migraciones te siga todos los días a donde estás. Todo es llevado al humor.
- ¿Cómo fue tu historia?
Todavía me pregunto qué fue lo que realmente sucedió. Mario y yo estábamos súper enganchados, tanto que pasábamos todos los días juntos. En un momento, la prensa comienza a hablar y a darse cuenta de la situación entre nosotros. Al poco tiempo, me mandan un documento de Migraciones. Me querían deportar del país como sea. Sacaron distintas resoluciones y apelamos a todas. El proceso iba bien, nosotros ganábamos en el ámbito legal. En el final del trayecto, estaba muy asustada y estresada, yo me quería ir del país, porque sentía que era injusto lo que pasaba conmigo. Es cuando compro un pasaje de regreso a Venezuela y le dije a Mario que me iba. Él estaba grabando programa y le dije por teléfono: ‘Ya no aguanto más, no tengo por qué pasar por esto’. Agarré mis maletas, estaba yendo al aeropuerto y empiezan sus llamadas. “Tenemos que luchar por esto y lo que sentimos”, me decía. Lo escuché muy triste y me dijo que regrese a la casa para hablar. Esa noche, me llevó a la playa a conversar. Me había hecho una sorpresa y fue cuando me pidió matrimonio. Lo gritó frente al mar. “En una situación como esta, lo mejor que puedo hacer por ti es pedirte matrimonio en el lugar que más amas, el mar”, dijo. “¿Te quieres casar conmigo?”, gritó a todo pulmón.
- Guau.
Pero, ojo, nuestro matrimonio nunca fue utilizado durante el proceso legal de Migraciones. Nos casamos, pero no resaltamos que estaba casada. Seguí el proceso como lo hice desde el comienzo.
- Ese pudo ser el guion de la película.
No lo sé, la exageración y el tema de Migraciones capaz que fue inspirado un poco en mí. Eso no me lo han dicho.
- Fiorella Rodríguez interpreta a una mujer parte del personal de Migraciones. ¡Qué gran personaje!
Increíble. Es un elenco de primera. Con quien más he tenido interacción fue con Giannina Álves, actriz venezolana. También Guillermo Castañeda, con quien parábamos grabaciones, porque me daba ataque de risa. Mabel Duclós, con ella es como hacer un curso intensivo de actuación en cinco minutos. Me ayudó en algunas escenas. Me hizo ver cosas que no se ven con facilidad en el subtexto de una escena. Renzo, con quien es muy fácil entrar en confianza por su energía bonita.
- ¿Mario Hart qué opina sobre la química que tienes en escena con Renzo?
Para mí, lograr esa química con quienes trabajo es súper importante. Mario sabe que soy actriz y le encanta mi trabajo. Ha tenido un momento sentimental al ver la película. Está muy orgulloso de mí.
- Hay cameos muy malos en las películas, pero me gustó el de tu esposo en esta.
¡Es demasiado bueno! Hicimos la propuesta de que diga algo más. Por ejemplo, se grabaron dos escenas con Mario y decía: “Esa es una buena chica”, algo así. Pero la otra opción era: “Yo tendría hijos con ella”.
- Otro detalle de “Un matrimonio inesperado” es cómo se representa a los venezolanos. Una vez, un director me dijo que todo en una ficción es un estereotipo, porque sino no tendría sentido. ¿En esta película, cuál crees que es el estereotipo del venezolano?
La historia está más que explícita. En esta película, el estereotipo del venezolano es el que lo deja todo por un futuro mejor y en el camino pasan miles de cosas. Pero, en realidad, este es un estereotipo muy típico del migrante, sea de cualquier nacionalidad. Como venezolanos, lo que nos identifica bastante es nuestra alegría. Esta forma de ser con las manos y nuestra expresión corporal.
- Recuerdo que, cuando empezaron a llegar migrantes venezolanos al Perú, era muy notorio sentir su amabilidad en, por ejemplo, las tiendas donde trabajaban. Y también el tema de la presentación, la belleza, porque es muy importante estar bien vestido y arreglado para ustedes. ¿Es así?
Respecto al primer punto, puedo decir que cuando recién llegué a Perú, era algo que solía extrañar muchísimo de Venezuela, porque donde vas, sea un taxi u otro lugar, las relaciones entre venezolanos se pueden generar en un segundo. Te preguntan cómo estás, sobre tu vida, te hablan del clima, etc. Sientes al venezolano como si lo conocieras de toda la vida. Sobre la belleza, en las calles de Venezuela, las mujeres están con el cabello peinado y lacio, el pantalón pegado al cuerpo resaltando el pompis, la carterita en el hombro. Como en las telenovelas mexicanas, se despiertan perfectas, maquilladas, cejas resueltas, uñas pintadas, con los rulos hechos, igual que la venezolana. El venezolano no tanto. Antes, yo era como un niño que hacía deportes extremos, de aventura, y no me peinaba. Pero las mujeres venezolanas son demasiado coquetas. Bueno, tenemos el Miss Venezuela, que vemos mucho.
- Tú también tienes varios certámenes de belleza que ganaste antes de llegar a Perú.
Sí, y voy a contar algo que nadie sabe de mí. Mi papá me metió a clases de modelaje y etiqueta social, porque decía que era una mujercita y me veía como un muchacho desarreglado. Entonces, aprendí etiqueta de mesa y entré a un certamen, ahí empezó mi carrera. Aprendí muchísimo de la belleza, cómo caminar, cómo peinarte y eso. Me gusta hacer cosas nuevas. La experiencia me encantó.
- ¿Todavía te gustaría concursar en el Miss Venezuela?
Ingresé al concurso. Cuando empecé en esto, como mi papá vio que me iba tan bien, mi meta era llegar al Miss Venezuela. Estaba en pleno certamen, cuando me dijeron que tenía que bajar 13 kilos, tener una carrera… No puedes no ser nada, sea abogada, arquitecta, o sea tienes que estudiar. Todo era muy exigente, muy militar. Yo era menor de edad y me estaban preparando. Además, me mandaron a hacer nuevos senos y, cuando me dijeron que debía dejar de correr olas (surfing), porque no querían tenerme bronceada, en ese instante, me quité de ahí. Y ni fregando dejar de comer.
- Ni tener que operar tu busto pudo más que te quiten el surf.
Totalmente. No dejaría de correr olas nunca. Me iban a quitar lo que más amaba en la vida.
- Qué fuerte decirle eso a una niña con tantos sueños.
Imagínate, me llegué a operar los senos y me atrofie mi crecimiento natural a los 16 años.
- ¿Qué piensas de eso hoy?
No me arrepiento. En ese momento, me arrepentí, porque debí esperar un mes para ir a la playa y eso fue lo peor que me pudo pasar en la vida. Pero, después, me ponía cualquier polo y la ropa me quedaba bien. El tema de los senos no me importó, pero los certámenes me ayudaron muchísimo a crecer como persona. Maduré muy rápido. Conviví con muchas chicas y algunas eran malas personas. Fui aprendiendo cosas que me llevaron a quién soy hoy.
- ¿Qué pasaría si a tu hija le proponen entrar en un certamen de belleza y vivir el mismo ritmo que tú viviste?
Para empezar, lo que ella quiere ser es princesa o la mujer maravilla. No sé cómo lo va a lograr. Es muy pequeña y es muy inteligente y súper femenina, y no descarto la posibilidad de que quiera lograr un Miss Universo. No sé qué vaya a querer ser. Si me preguntan, seguro que quisiera ser presidenta.
- ¿Tú hasta dónde quieres llegar?
Como actriz, voy a llegar a Hollywood. Dios mediante, será antes, porque primero tengo que aprender inglés. Es un gran sueño, lo sé. Me voy a preparar y lo lograré, así sea a los 40 años, como lo hizo Meryl Streep. En cuanto a la actuación, no tengo límites, solo sé que espero llegar muy lejos.
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