Está en uno y muchos lugares. En ningún sentido inseguro, como en algún momento se sintió, José Dammert esboza una sonrisa mientras conversa sentado en su sala. Detrás de él hay una bandera de colores. Merodeando por ahí, están sus hijos, dos gatos a los que lleva a cada país donde tiene una cita profesional como actor. “Ya no sé cuál es mi casa, porque tengo muchas. Volver al lugar donde está mi novio, al menos, porque lo extraño”, dice el actor durante una entrevista por Instagram Live desde la cuenta de Saltar Intro. El actor de “Al fondo hay sitio” y protagonista de la película de estreno en cines, “Seductores irresistibles”, entre otras producciones, recuerda con cariño sus pasos por Roma, su destino para estudiar actuación a los 18 años.
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Lima es su “tierra natal”, como la llama Dammert, pero por ahora vive en México, de donde llegó de visita a Perú para filmar la serie “Luz de luna 2″. En tierras mexicanas participará en la pieza teatral “La obra que sale mal”, que estrena a fines de año en el Teatro de los Insurgentes, pesebre de “Cantinflas”, donde Mario Moreno nació en su primera dramatización de 1953.
Tal como lo era el actor mexicano, el peruano es una amante de la puesta en escena, pero nunca rechaza papeles en el cine y la televisión. “El Último Bastión” es la serie de TV Perú que hoy está en Netflix y es uno de sus trofeos de lucha para darse a conocer en la industria internacional.
-Sabes, hay una película que he visto, por lo menos, cinco veces: “Bajo el sol de la Toscana” (2003). Actúa el atractivo italiano Raoul Bova. Me di una sorpresa cuando supe que trabajaste a su lado en la miniserie “Ultimo - Caccia ai Narcos” (2018). ¿Cómo fue eso?
Fue una experiencia enorme. Raoul es una de las personas más importantes de su generación en Italia. Su personaje era Ultimo, un hombre que captura a un mafioso italiano. La serie fue un éxito. Recuerdo que me llamó mi agente de Italia durante ese tiempo en que grababa “Al fondo hay sitio” para decirme que buscaban un actor que hablara español e italiano, y grabarían en México. Entonces, hice el casting tranquilo en mi casa. Luego, me llaman y me dicen: “quedaste”. Fue un shock. Teníamos muchas escenas y estaba súper nervioso, porque trabajaría con el divo italiano más grande del país. Un día, durante el rodaje, él noto mi nerviosismo y quiso superarlo poniendo un chicle en la manija de la maleta que mi personaje sostenía. Cuando me di cuenta, nos miramos y me reí. Ahí me desbloqueo y nos volvimos grandes amigos.
-Hiciste dos películas y dos series en Italia, entre otros cortometrajes. ¿Por qué dejaste ese país?
Las personas siempre estamos en el lugar en el que debemos estar. Muchas cosas me trajeron a Lima de regreso, familiares y personales. Me costó venir, cuando ya tenía una carrera allá, pero asumí que era el momento de regresar por un tiempo. Aquí se me abrieron las puertas. Fue maravilloso, trabajar en tu país es un orgullo siempre. Entre otras ficciones, grabé “Mujercitas” (2017) con Michelle Alexander, y luego volví a Italia y grabé allá en medio de eso. Me di cuenta de que nunca me fui, si no, lo que hago es expandirme.
-En esa época, también hubo otra película que hiciste, “Come Non Detto”.
Así gane el Premio Oscar mañana, “Come Non Detto” será siempre el proyecto más importante de mi vida, porque me dio la bienvenida a ese mundo donde sentí que servía para ser actor. Además, lo recibí en un momento vulnerable para mí. Todavía lidiaba con mi identidad y, de pronto, apareció esta película que hablaba de la homosexualidad. ¡Yo los necesitaba (a la producción) más que ellos a mí! Sentía que era un mensaje y yo deseaba que llegue al resto del mundo. Tuvo una acogida increíble hasta hoy. Han pasado 10 años. Espera, voy a llorar un ratito y regreso.
(sus ojos se empañan y se producen risas)
Me encanta que expreses tus emociones. Es que es muy fuerte. Realmente era algo muy especial para ti.
Me acuerdo del día del avant premiere de “Come Non Detto”. Había llegado a Italia tres años antes, con una mano adelante y una atrás, pensando: “a ver si lo logro, quién sabe”. Ese día, entraba a un cine al que iba cada viernes, pero, esta vez, a ver una película conmigo allá dentro. Me senté, vi mi cara en la pantalla gigante y solo entré en un llanto que no podía terminar. Era una confirmación de que estaba en ‘el buen camino’. Que haya sido algo tan simbólico que me pasaba a mí, tratar de salir del closet, aceptarme, quererme, todo eso fue un popurrí de emociones.
-¿Qué pasó contigo después de esa película?
Sentí mucha confianza en mí mismo, pensé que hacía las cosas correctas, y vino mucha responsabilidad con ello. Luego, empecé a darme valor, me di cuenta de que debía estudiar más y aparecieron oportunidades. Me puso un peso en la espalda también, ¿no? Sientes que se abre una puerta y piensas: “ojalá la puedas volver a tener pronto”. Pero no pasa. Por mucho tiempo haces audiciones, no salen. Como decir: “Pero yo hice esta película”, “ya, pero no eres apto para esta otra”. La experiencia construyó muchísima humildad en mí, al mismo tiempo que levantó mi ego hasta el infinito y más allá.
-¿Qué habría pasado si esa película se estrenaba en Perú?
No lo sé. Italia no es un país que esté muy lejos de la realidad peruana. Recordemos que el Vaticano fue donde se filmó. Una ciudad condicionada por muchas otras cosas puede ser muy cucufata, por lo que no estaba en el mejor lugar. De hecho, fue considerada la primera cinta que hablaba de ese tema en un corte de comedia romántica en ese país. Por eso, tuvo mucha acogida. Creo que hubiera pasado lo mismo en Perú, porque tuve la oportunidad de hacer una serie web “Con mi novio no te metas” y salió coyuntural al ser ligera. Mientras más ligero se toque el tema, más llegará a las casas. Siempre es difícil porque hay mucho prejuicio, pero basta que te rodees de gente que te quiere. Una vez que hay amor todo es apto.
-Es un reto también.
Pero retos tenemos todos. A mí me fue más difícil decirles a mis papás que quería ser actor que decirles que era gay.
-Sí, claro.
Había más prejuicio en eso. Cuando les dije, mis padres me vieron en un futuro como una persona perdida en el mundo, pidiendo limosna en una calle, más o menos.
-Parte de la crítica se relaciona con ciertos prejuicios. En la película “Encintados”, surgieron comentarios sobre por qué actores interpretaban a un personaje LGBT si no son personas que forman parte de la comunidad. ¿Tú qué opinas?
Sí, creo que es mucho mejor cuando alguien de la comunidad interpreta a un personaje LGBT. No porque una persona hetero cisgénero no pueda hacerlo, sino porque a ellos se les ha quitado muchas veces la oportunidad de interpretar. Las cosas han cambiado. Antes, en la ópera china, los personajes femeninos eran interpretados por hombres. No se daba visibilidad a la mujer. Imagina si hoy propongo que el personaje de una mujer lo haga un hombre, como se hacía en ese entonces. Pero nos preguntamos por qué una mujer no lo puede hacer. ¿Por qué quitarle la oportunidad de hacerlo? Ahora que lo digo, ¿no suena absurdo? Es lo mismo que pasa con los actores y actrices transgénero. Hay que darles visibilidad. Que tenga la oportunidad de trabajar, que se les ha quitado por tanto tiempo. ¡Yo tenía pavor de salir del closet! Pensé que no volvería a trabajar. Decía: “no me van a volver a llamar”. Pensaba que llamarían a un heterosexual para hacer un personaje gay cuando yo soy capaz de hacerlo, porque soy gay. Entonces —uno piensa— si no me dejas hacer ni el personaje de hetero ni el de homosexual, ¿qué hago? ¡No puedo actuar! ¿Por ser quien soy? No digo que los actores no seamos capaces de hacer cualquier personaje, porque sí podemos, para eso somos actores. Pero lo más justo, en este momento histórico, es darle visibilidad a la gente que ha sido callada y censurada por tanto tiempo.
- ¿Pero igual cuando saliste del closet tuviste las mismas oportunidades, o no?
Y eso ha sido maravilloso. En este momento de mi carrera, estoy haciendo el personaje más hetero del mundo y hasta un poco homofóbico. Me divierte muchísimo.
(risas)
Creo que es justo ser yo quien lo haga, porque conozco bien ese otro lado. Algo que aprendí en la vida y me sirvió en el personaje de Arturo en “Seductores irresistibles” es que la mejor técnica es no aprender, sino simplemente ser. Como decía la gran ‘Agrado’ (personaje de Antonia San Juan) en “Todo sobre mi madre” de Pedro Almodóvar, “hay que ser fiel a la imagen que uno tiene de sí mismo”. Porque, cuando lo eres, ves que no tienes que cambiar nada para obtener éxito, hacer las cosas bien y simplemente ser quién eres.
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